El juicio a José Alperovich llegó a su fin. El exgobernador de Tucumán, uno de los políticos más poderosos de la provincia, fue encontrado culpable de los nueve hechos de abuso sexual por los que estaba siendo juzgado desde principios de febrero. Tras cuatro meses de debate, la Justicia lo condenó a 16 años de cárcel, lo que significa que podría estar encerrado hasta el 2040.
Los delitos por los que el exsenador fue sentenciado son graves. “Lo considero autor penalmente responsable del delito de abuso sexual simple reiterado en tres oportunidades, más dos hechos en grado de tentativa y otros seis hechos con acceso carnal, mediando intimidación, abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad”, expresó el juez Juan Ramos Padilla durante el veredicto.
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La palabra “culpable” retumbó en una sala de audiencias repleta de periodistas y fotógrafos que se amontonaban para tomar la foto. A medida que el magistrado iba leyendo la sentencia, detallando punto por punto los hechos y sus calificaciones, la cara de Alperovich se iba transformando. Con los ojos cerrados, apretaba su amuleto fuertemente con sus manos. Sus hijas, a su lado, lloraban por lo bajo.
Había mucha expectativa y la atención estaba puesta en cuál iba a ser la decisión del presidente del Tribunal Oral en lo Criminal N°29 de la Ciudad de Buenos Aires, quien durante estos cuatro meses escuchó atentamente a los casi setenta testigos que pasaron por la pequeña sala de audiencias. No solo oyó, sino que también preguntó cuando tuvo la necesidad.
Para el magistrado, conocido históricamente por tener afinidad con el kirchnerismo, Alperovich cometió los nueve hechos que denunció su sobrina y “mano derecha” allá por el 2019. Los fundamentos se conocerán recién el 16 de agosto, mientras tanto, la defensa podría apelar el fallo. Una fuente cercana al exgobernador adelantó a TN que lo harán, pero primero piensan en su salud. “Pasó la noche en un hospital penitenciario porque está delicado, para que le puedan hacer estudios”, aseguró esa fuente.
Se espera que Alperovich quede detenido con prisión preventiva en la cárcel federal de Ezeiza. Del tribunal salió esposado y custodiado por una comitiva del Servicio Penitenciario Federal. La defensa intentará pedir una morigeración, no solo por su estado físico, sino también porque el acusado está próximo a cumplir los 69 años.
Durante todo el juicio, Alperovich no se cansó de mencionar que se trató de una “causa armada” para arruinar su carrera política. “Estoy muerto en vida”, dijo ante Ramos Padilla cuando le tocó declarar. En ese contexto, el juez no tuvo reparo y determinó para el exsenador una inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
Milagro Mariona, la vocera de la denunciante, habló tras la condena y manifestó que la mujer que llevó a José Alperovich ante la Justicia “está satisfecha”. “Que el juez haya encontrado la verdad en sus palabras fue suficiente”, sostuvo.
“Es un fallo muy importante para el movimiento feminista. Creíamos que el juez iba a ser más blando por ser una persona con semejante poder, pero es un mensaje en contra de la impunidad”, añadió ante los micrófonos de TN, mientras de fondo se escuchaba el aplauso de los vecinos que habían salido de sus casas ante el tumulto de gente que estaba apostada en las puertas del tribunal desde muy temprano.
Una por una, las pruebas que condenaron a Alperovich
Como sucede en la mayoría de los casos de abuso sexual, el juez Juan Ramos Padilla tomó como elemento probatorio fundamental el relato de la víctima, ya que se trató de hechos que sucedieron en la intimidad y que no contaron con testigos oculares, es decir, con personas que los hayan presenciado.
El propio fiscal había insistido en que el testimonio que dio la denunciante fue “consistente y persistente a lo largo del tiempo”, lo que “fortaleció su credibilidad”. Este aspecto, según Abraldes, fue clave para “contrarrestar los argumentos de la defensa”, que intentó desestimar la denuncia y dijo que se trataba de un “relato armado”.
Pero este testimonio, a pesar del intento del abogado Augusto Garrido por desacreditar su veracidad de los hechos denunciados, fue constatado por las pericias psicológicas, psiquiátricas y ginecológicas que distintos profesionales de la salud le practicaron a la joven.
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Por ejemplo, la psicóloga Mónica Herrán sostuvo que la denunciante presentaba un “daño psíquico” y un “trauma cristalizado” compatible con una víctima de violencia sexual. Además, dio detalles del mecanismo de disociación que advirtió en las entrevistas, ya que la chica denunció los hechos meses después.
También se tuvo en cuenta el testimonio de la ginecóloga que confirmó que la víctima tenía una lesión en sus genitales, compatible con una herida producida durante una actividad sexual violenta. Esta consulta médica se realizó dos días después del hecho más grave que fue denunciado en esta causa, que sucedió en la casa de Alperovich en El Corte, una localidad de Yerba Buena.
Ramos Padilla también escuchó durante el juicio a familiares y amigos de la denunciante, quienes aseguraron el abrupto deterioro físico y mental de la sobrina de Alperovich. Muchos declararon que la vieron más delgada, ya que había bajado unos 10 kilos, que tenía caída de cabello, ataques de pánico, decaimiento, insomnio, entre otros cambios que fueron significativos.
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A su vez, extrabajadores de la campaña de Alperovich señalaron durante la ronda de testigos que advirtieron “actitudes machistas” por parte del acusado, como “chistes de mal gusto” o comentarios violentos y “subidos de tono” que le había hecho el exsenador a su sobrina, quien en ese momento trabajaba como su secretaria y era la persona encargada de armarle la agenda.
En este sentido, el fiscal describió la actitud de Alperovich como “patriarcal y mandona”, subrayando la asimetría de poder que existía entre el acusado y la denunciante, y cómo esta desigualdad fue utilizada para cometer los abusos.
Por último, pero no menos importante, se tomaron en cuenta las señales de las antenas de los celulares de la joven y el exsenador, que corroboraron que estuvieron en el lugar de los hechos, en los horarios que la denunciante dijo que sucedieron. Esto fue en un departamento ubicado en un complejo de cuatro edificios en Puerto Madero, en dos casas que Alperovich tiene en Tucumán, y en autos particulares del acusado.
Los hechos que condenaron a Alperovich
El 14 de diciembre del 2017, Alperovich invitó a su sobrina a subirse a un avión privado. Recién en Buenos Aires, la joven se enteró de que iba a pasar la noche en su departamento de Puerto Madero. Aunque Alperovich tenía dos propiedades con entradas independientes, decidió que la joven durmiera con él y mandó a otro asesor al segundo departamento.
Según la denuncia, luego de cenar, el acusado comenzó a manosearla y a besarla. La joven logró soltarse y se encerró en un dormitorio. Al día siguiente, el entonces senador actuó como si no hubiera pasado nada y hasta la mandó a comprarse un vestido a un shopping.
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Apenas doce días después, el 27 de diciembre, la escena se repitió en el mismo lugar, aunque en ese caso la joven viajó a Buenos Aires en un vuelo de línea. Cuando estaba abusando de ella, siempre según la denuncia, Alperovich se jactaba de ser como “un violinista famoso (André Rieu)” por su “habilidad para mover sus dedos”.
El tercer y cuarto hecho ocurrieron a bordo de uno de los vehículos de Alperovich, un Volkswagen Passat azul patentado como AB 472 RT.
Otro de los hechos, ocurrido el 9 de febrero del 2018, cuando volvían solos de un acto en la localidad San Pedro de Colalao. Al día siguiente, la escena se repitió a bordo del mismo vehículo. “Sos muy rígida, tenés que entregarte y aprender a disfrutar”, insistió Alperovich ante la negativa de la joven a ser manoseada.
El sexto y séptimo hecho sucedieron el 9 y 12 de marzo del mismo año. Fueron dos ocasiones muy similares entre sí, ocurridas en la casa llamada “La Martín Fierro”, donde se desarrollaban las actividades de la campaña. En una de ellas, la joven aseguró, hubo acceso carnal.
Según relató la víctima, Alperovich se le acercó y se sentó en el mismo sillón en el que se encontraba y procedió a manosearla y a decirle cosas hasta someterla sexualmente. En ese lugar fue donde le dijo “mirá como me ponés”. Luego, la llevó a la fuerza al cuarto y abuso de ella, mientras intentaba sacárselo de encima, diciéndole que no lo hiciera, que se detuviera, que no quería.
Los últimos dos casos ocurrieron en otra casa, alquilada por Alperovich en la zona de El Corte. La joven aseguró que, a diferencia de los otros abusos, Alperovich la lastimó físicamente, a pesar de que ella gritaba para que se detuviera.
El último fue el episodio más violento. Ocurrió el 26 de marzo, cuando declaró que Alperovich abusó sexualmente de ella en uno de los cuartos y terminó haciéndole daño. A partir de ese momento, hubo varios intentos de abuso y reiterados maltratos verbales, incluso delante de los choferes y custodios.