Días turbulentos para la economía y, por lo tanto, turbulentos para la política también. Alberto Fernández está entre la espada y la pared.
Hay un problema con la inflación, que destruye el peso, la gente se deshace de los pesos y busca dólares. Este martes, después de las restricciones puestas el lunes para acceder a los dólares a los importadores, se disparó el dólar accesible para el público, para los que tienen pesos, que es el contado con liquidación. Volvió a dispararse, cerró a $251. Comparemos con el oficial, que cerró a 124,80.
La brecha es cada vez más grande y genera muchísimas distorsiones, porque hace que todo el mundo piense que va a haber una devaluación y, por lo tanto, busca más dólares. Los pesos buscan dólares, el Gobierno no lo interpreta así. El Gobierno no interpreta que sobran pesos, cree que faltan dólares, y pone más cepos, más dificultades para encontrar dólares cuando lo que tendría que hacer es reducir la cantidad de pesos.
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Cristina Kirchner, frente a este problema, le pidió a Alberto Fernández, que tome la lapicera, que haga algo con las importaciones, que haga como hizo ella, o como hacía ella, cuando le dijo a Rubén Cherñajovski, de Grupo Newsan, “si querés importar para ensamblar artículos en Tierra del Fuego, tenés que exportar, conseguirte los dólares”.
El mensaje del Banco Central de este martes fue ese: “Si usted quiere importar algo tiene que poner usted los dólares, consiga usted los dólares”.
Pero igual, el problema sigue existiendo, porque se sigue devaluando y eso se traslada a precios y aumenta la inflación, la destrucción del peso, etcétera. Todo el círculo vicioso. No es la única que le pide que tome la lapicera a Alberto Fernández. El Fondo Monetario Internacional le pide lo mismo: “Tomá la lapicera”.
Si uno lee el informe del staff del Fondo después de hacer la revisión técnica de marzo, y lo lee con detenimiento, es pavoroso. Porque le dice al Gobierno: “Todo lo que no hiciste de ajuste este trimestre -y te lo perdono- lo vas a tener que hacer en lo que resta del año. Tenés que bajar subsidios al transporte, no solo a la energía; tenés que moderar el sueldo de los asalariados estatales; tenés que reducir las transferencias a provincias -eso lo leyeron los gobernadores que se le sublevaron a Alberto Fernández- y tenés que hacer una rebaja global del gasto”.
El gasto ha ido creciendo 12%, 13% por encima de la inflación, ahora tiene que crecer 7% menos que la inflación. Esto significa que el Fondo le está diciendo a Alberto Fernández: “Agarrá la lapicera y recortá gastos, ajustá a la política y no a los importadores, reducí el déficit. Porque reduciendo el déficit podés aportar menos pesos al mercado, podés financiar más cómodamente al Tesoro y de esa manera habría menos inflación, menos destrucción del peso y menos búsqueda de dólares”. Son dos razonamientos distintos, son dos diagnósticos distintos.
Alberto Fernández algo de esto va a tener que hacer y esto inquieta a la política -es más ajuste- e inquieta a Cristina Kirchner. ¿Qué se está preguntando ella?: “¿Cuánto más me tengo que separar de este Gobierno para no seguir perdiendo votos?
Ahora viene un dato: esta tarde hubo un gesto misterioso. Cristina Kirchner entró a la Cámara de Diputados -no del Senado- por la calle Combate de los Pozos, acompañada de su custodia y se encerró durante media hora en el despacho del diputado Máximo Kirchner.
¿De qué hablaron? En tren de diferenciarse, Cámara de Diputados, Máximo Kirchner, uno pensaría: ¿Va a haber un espejo del Senado en Diputados? ¿Va a haber ahora un bloque Unidad Ciudadana? ¿Se parte el oficialismo en Diputados para exagerar, profundizar la diferenciación respecto del gobierno ahora que Cristina tiene a los gobernadores de su lado? Nadie tiene la respuesta, es solo la pregunta.
