Estos días nos indignábamos por la vacunación de privilegio a la becaria de Avellaneda, Stefania Desiree Purita Díaz.
Lo llamo vacunación de privilegio porque para mí no hay diferencia entre vacunación VIP y vacunación militante. Las dos son parte de lo mismo: los funcionarios y los adherentes del gobierno se creen superiores al resto de la población. Ellos pueden vacunarse antes con la excusa que sea.
No quiero ser dramático pero voy a repetir esto: la vacuna que se da alguien que no la necesita de manera urgente le falta a otro que puede morirse. Perdón, pero los grupos de riesgo pueden morirse y de hecho, en miles de casos, se mueren.
Ya el gobierno cometió un error dándole vacunas a los maestros: hay muchos maestros jóvenes y no hay vacunas para los grupos de riesgo.
Quiero poner esto en números:
Hay 7.300.000 adultos de más de 60 años en la Argentina. Hasta ahora recibieron una dosis 1.183.400. En la provincia sigue atrasada la vacunación en geriátricos. Hasta ahora se completó en uno de cada cuatro. La asignación de turnos no sigue prioridades por edad. Por eso pasa que hay personas de 70 años vacunadas antes que personas de mas de 80.
Tengo que citar un tema personal, pero que afecta a decenas de miles de personas: los trasplantados no tenemos defensas. Somos un grupo de recontrariesgo. Por lo que sé, solo en la provincia de Tucumán fueron vacunados. Para el resto de los gobiernos no somos una prioridad.
Las vacunas no alcanzan. El gobierno decidió que la vacunación sea su slogan electoral. Las propagandas no coinciden con la realidad; las declaraciones de Alberto Fernández tampoco.
Carla Vizzotti dijo que no descartan restringir la circulación por franjas horarias. Alberto va a autorizar nuevas restricciones a los viajes de y hasta el exterior. No se entiende cómo aun hoy siguen abiertos los viajes a Brasil, mientras nos llenamos la boca con la cepa de Manaos.
La segunda ola no es una cuestión de opinión. Va a llegar.
Hoy, como siempre, tarde, nos empezamos a dar cuenta de que la pandemia es azarosa, y nadie podía preverla. Pero sí podía haberse administrado mejor el desastre. La cuarentena destrozó la economía y las vacunas no aparecen.
Haber dejado a cada provincia y municipio la administración de las vacunas fue otro error. Llegaron vacunas a poblaciones jóvenes y faltan en poblaciones viejas. El plan de vacunación debió estar centralizado.
Hay del otro lado un montón de gente que espera la vacuna. Lo que ven por la tele es funcionarios. Y becarias que festejan. Es un asunto de vida o muerte.