El golpe a la sede del Correo de la localidad santafesina de Diego de Alvear fue audaz y millonario. Simularon ser clientes, esperaron a que se fuera del camión de caudales y después, sin disparar un solo tiro, escaparon con el dinero que estaba destinado al pago de jubilaciones de todo el pueblo.
Los delincuentes eran tres. Uno de ellos entró a la sucursal para, supuestamente, hacer un giro pero apenas unos minutos después de que se fuera el vehículo de Prosegur se reunió con sus cómplices y amenazaron con armas a los empleados y a los jubilados que se encontraban en el lugar.
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En un auto gris, que más tarde dejaron abandonado en un camino rural ubicado a unos cuatro kilómetros del pueblo, se fueron tan rápido como habían llegado, pero con 3,5 millones de pesos.
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El intendente, Daniel Sagardia, señaló a los medios que la comuna no tiene cajeros ni banco. "Lamentablemente sabíamos que esto iba a pasar. Hicimos todo tipo de gestiones para que instalaran una sucursal de banco o un cajero automático. Este es un pueblo tranquilo, donde vos llegás a tu casa y todavía podés dejar la bicicleta en la puerta que nadie te la va a llevar", sostuvo.
El antecedente de otro pueblo
El robo duró solo 10 minutos. Pero también fue terrorífico. El poblado de Bernardo de Yrigoyen, en la provincia de Santa Fe, vivió una verdadera pesadilla una mañana del mes de marzo hace dos años. Un grupo de delincuentes robó la intendencia, la sucursal del Banco de Santa Fe, el despacho de un juez, una sede del Correo Argentino y la comisaría. Se llevaron 250 mil pesos.
"Les faltó robar la iglesia nomás. Y a mí no me llevaron porque soy muy viejo", bromeó después del tremendo susto que se llevó el jefe comunal de Bernardo de Irigoyen, Jorge Carcavilla, una de las víctimas.
Ocho meses después, tras una serie de tareas de inteligencia y entrecruzamiento de llamadas, cayó el último de los integrantes de la banda que, según trascendió en ese momento, tenía planeado volver a la provincia a cometer un nuevo raid delictivo.
