Pedro Espinoza, el joven de 21 años que mató a quemarropa a un efectivo de la Prefectura Naval en un control por la cuarentena en Puerto Deseado, se suicidó. Así lo confirmó el juez penal Oldemar Villa tras conocer el informe preliminar de los forenses. Sin embargo, los motivos que desencadenaron el trágico episodio siguen siendo interrogante y no descartan realizar una autopsia psicológica.
De acuerdo a la reconstrucción que lograron hacer los investigadores, el joven estudiante de Educación Física salió de su casa el viernes con un arma calibre 11.25, siete cartuchos y muy alterado. Al llegar al retén policial que controlaba el cumplimiento del aislamiento obligatorio por el coronavirus, le disparó al prefecto Ricardo Soto en la axila izquierda esquivando el chaleco antibalas y trató de escapar.
Solo hizo 300 metros. Buscó primero refugiarse en el patio de la casa de una familia y después en una plaza, donde finalmente lo acorralan los policías. Entonces, aunque las primeras versiones indicaban que había muerto en medio de un tiroteo, se supo ahora que fue el propio Espinoza el que tomó la decisión de quitarse la vida.
"Se guardó la última bala", comentó a La Opinión Austral un allegado del entorno de Espinoza. "Se apoyó el arma en el pecho y se disparó él mismo”, añadió. En medio del dolor por el crimen del prefecto, los vecinos están sorprendidos también por la reacción que tuvo el asesino, un chico sin antecedentes, deportista e hijo de un policía de la comunidad.
En tanto, Soto murió antes de poder ser asistido por los médicos. La bala entró por el costado izquierdo, le perforó el pulmón completo y parte del corazón. "Era una persona muy querida del ámbito de Prefectura y con la gente de Deseado”, dijo el intendente local Gustavo González al diario Tiempo Sur. Además, admitió que “no es lo mejor volver a estar en los medios nacionales", en referencia a la brutal violación de una mujer y el asesinato de su pequeño hijo hace apenas dos meses.
