Cada día que pasa, el futuro de Pity Álvarez se complica más: quienes lo visitaron en la cárcel se fueron de allí más preocupados que antes. Entre los sedantes que le suministran y el síndrome de abstinencia que sufre, el cantante de Viejas Locas ya pasó su primera semana en el pabellón psiquiátrico de Ezeiza.
// Acusan al cantante Pity Álvarez de matar a un amigo y escapar
Un abogado que lo visitó el domingo por pedido de amigos en común le contó a este sitio que "Pity" ni siquiera puede firmar el papel necesario para asumir en la causa. Lo mismo dijo Sebastián Queijeiro, su último letrado, al explicar por qué dejó de asistirlo. Ahora, de manera indirecta, lo aconseja Claudio Calabressi, la mamá de "Pity". También un defensor oficial: Santiago Ottaviano.
El jueves, el juez Martín Yadarola procesó con prisión preventiva a Álvarez por el crimen de Cristian Díaz, lo embargó por un millón de pesos y le ordenó a la autoridad de la cárcel que le ofrezca al detenido "el tratamiento terapéutico más conveniente al padecimiento de salud mental verificado brindándole además la asistencia integral al consumo problemático de sustancias psicoactivas".
En la madrugada del 12 de julio, Álvarez mató de cuatro disparos a Díaz. El magistrado pudo reconstruir, en base a declaraciones testimoniales, que víctima y victimario se conocían de coincidir en el barrio Samoré.
Allí, alrededor de la 1 de la mañana, en medio de la discusión, Díaz le habría dicho: "Vos una vez me dijiste que me ibas a pegar un tiro cuando te faltaron cosas en la mochila". Y, mientras se acercaba a Álvarez, le habría gritado: "¡Si vas a tirar un tiro, tirá gato!".
Acto seguido, sin decir nada, "Pity" sacó su pistola, le dio un tiro en la cara a Díaz y ya, cuando estaba en el piso, lo remató con tres tiros más también en la zona del rostro. Luego descartó su Lorcin calíbre 25 en una alcantarilla y se dio a la fuga en su auto. Increíblemente, tres horas más tarde, el cantante fue visto en el recital de Ulises Bueno en Pinar de Rocha.
Casi 24 horas después, por el consejo de su último abogado, Álvarez se entregó en la comisaría 52° de la ciudad de Buenos Aires, reconoció ante los periodistas el crimen, al decir "era él o yo", y finalmente guardó silencio ante el juez.