A Micaela Ortega la mataron. Después de 35 días, el cuerpo de la nena de 12 años apareció escondido entre arbustos en un descampado, a ocho kilómetros de Bahía Blanca. Tenía golpes en el cráneo y fue estrangulada con un remera. Su asesino confesó el crimen y llevó a la Policía al lugar donde tiró el cuerpo.
Aunque los primeros datos de la autopsia no encontraron rastros de una violación, los investigadores no descartan todavía que haya sido víctima de un intento de abuso. Tenía puesta la misma ropa que llevaba cuando se fue de su casa y al lado del cuerpo, encontraron su mochila.
En las primeras horas cuando se conoció la noticia, Bahía Blanca se llenó de indignación y sus vecinos marcharon para pedir justicia. Del dolor pasaron a la bronca. Tal es así, que el patrullero que estaba de custodia en la casa de Jonathan Luna, el expreso que confesó el crimen, no pudo frenar a un grupo de unos 50 vecinos. Incendiaron la precaria vivienda de chapas, ubicada en el barrio El Saladero de la localidad de Ingeniero White.
Hoy se espera que el detenido declare. Será imputado de "homicidio criminis causae", delito por el cual podría ser condenado a prisión perpetua.
