Marito Salto tenía 11 años el día que salió de su casa en Quimilí, Santiago del Estero, para ir a una represa. En el camino lo violaron, lo asesinaron y lo descuartizaron. Un año y medio después y tras doce horas de trabajo de los perros la Unidad K9 de la Policía de San Luis y Río Negro, las últimas piezas del rompecabezas encajaron en su lugar y, por fin, el aberrante crimen fue esclarecido: murió durante un rito.
Los animales empezaron su recorrido cerca del mediodía de ayer, en el lugar donde se había encontrado el cuerpo. Marcaron primero un taller mecánico a un kilómetro y medio, donde se secuestró un freezer, y alrededor de las 19, Alcón y Duque se pararon frente a la casa de un conocido productor agropecuario.
Corrieron directamente hacia el fondo de la vivienda. No lo sabían, pero acababan de resolver un homicidio. Lo que encontraron ahí fue un altar satánico, la escena del crimen. "Gracias a Dios está todo resuelto, está cerrado el círculo, tenemos autores intelectuales, autores materiales. Hemos encontrado muchísimas evidencias que nos demuestran que Marito ha sido víctima de un crimen ritual, se puede afirmar", dijo la jueza Rosa Falco al diario El Liberal.
La causa tiene hasta el momento siete detenidos pero no descartan que pueda haber nuevas detenciones. Sin embargo, fue la identidad del principal sospechoso, un productor agropecuario de apellido Jimenez, lo que sorprendió y causó todavía más indignación entre los vecinos.
Es que el nuevo detenido solía acompañar a la familia del nene asesinado cada vez que se movilizaban para pedir justicia. "Así participaba el asesino de las marchas. Así caminaba el diablo a la par de la familia. Decía que apoyaba. ¿Quién iba a creer? Y cuántas veces dijiste hermana "a lo mejor el asesino de Marito caminaba con nosotros", escribió un familiar de Marito en las redes sociales, junto a una foto donde se ve a Mario Salto y atrás, Jiménez.
