El exfiscal de Ejecución Penal Oscar Hermelo, denunciado por violaciones a los derechos humanos cometidas en la ex ESMA, apareció muerto de un tiro en la cabeza. Estaba dentro de un auto, estacionado y con el motor en marcha, en Costanera Norte.
Junto al cuerpo la policía encontró un arma, documentación jurídica y una credencial del Colegio de Abogados del Departamento Judicial de Lomas de Zamora. La primera hipótesis de los investigadores es que se trató de un suicidio, aunque esperan los resultados de la autopsia para confirmar la causa de la muerte.
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Pese a las denuncias de organismos de derechos humanos que lo vinculaban con el funcionamiento del centro clandestino de detención de la ESMA durante la última dictadura, Hermelo mantuvo su puesto de fiscal revisor de penas, aunque no ya de Capital sino en San Isidro, donde se expidió contra la liberación de Arquímedes Puccio, entre otros casos.
El represor Adolfo Scilingo lo mencionó en su libro Por siempre nunca más, publicado en 1996, como "un estudiante de abogacía y empleado de Tribunales" que "con el tiempo" se transformó en su "mano derecha y hombre de total confianza" dentro de la ESMA.
En la misma línea se expresó Víctor Bazterra, un sobreviviente de la ESMA, quien señaló que su rol era cuidar los bienes que se le retenían a los secuestrados. No fue el único testigo en asegurar que a Hermelo se lo conocía por tener una "agencia de autos" dentro de la Escuela de la Armada. También lo asociaron a la compra y venta de inmuebles.
En 2009, el juez federal Sergio Torres lo procesó por tormentos seguidos de muerte y privación ilegal de la libertad, sin prisión preventiva. Un año después, la Sala II de la Cámara Federal le dictó la falta de mérito.
