Natalia Rosa Mariani estaba en su casa de Villa Nueva, Córdoba, cuando escuchó un ruido y vio que el picaporte se movía. La puerta se abrió y, con un nudo en el estómago, la mujer reconoció una silueta frente a sus ojos. Tomó el teléfono y en un impulso veloz le mandó un mensaje por WhatsApp a su hija de 17 años:
-¿Por qué le diste la llave a Gino?
Fue lo último que hizo antes que la asesinaran de seis cuchillazos en el cuello. Natalia nunca llegó a leer la respuesta. “Yo no se la di, mamá”, decía.
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Gino (22 años) y Hernán Ferrari (57), el hijo y el exmarido -respectivamente- de la víctima, serán juzgados desde este lunes por el femicidio ocurrido el 28 de diciembre de 2023 en esa localidad del Departamento San Martín, a orillas del Río Calamuchita y en las afueras de Villa María.
El hecho salió a la luz cuando Natalia, de 48 años y que trabajaba en una tienda de ropa cercana a su domicilio, faltó al día siguiente a su puesto y no contestó llamados ni mensajes. Alarmadas, sus compañeras se acercaron a la casa y la encontraron sin vida, boca abajo, en medio de un charco de sangre.
Del lugar se llevaron 400 mil pesos y 600 dólares. Sin embargo, a los detectives les llamó la atención la saña con la que había actuado el atacante: el informe de la autopsia determinó que Natalia recibió dos trompadas que la desmayaron, que luego le dieron unos puntazos en el cuello con un cuchillo tipo Tramontina, y finalmente la degollaron con un cuchillo de carnicero.
La hipótesis de un crimen en medio de un robo no les cerraba a los investigadores, que ya tenían el dato de que la puerta de ingreso a la casa no había sido forzada. Fue entonces que empezaron a indagar en el círculo íntimo, en la posibilidad de que Natalia tuviera un conflicto con alguien.
“Nos dimos cuenta de entrada con el forense y el personal de la Policía Científica que trabajó en la escena del hecho. Las heridas que tenía la víctima hablaban de algo más”, cuenta a TN una fuente clave del caso. El cuerpo de Natalia tenía las marcas del odio: la autopsia constató una serie de heridas punzocortantes y un corte de 14 centímetros que seccionó la carótida, la yugular y el nervio neumogástrico, causándole la muerte por shock hipovolémico.

“El hijo y el exmarido la odiaban”
En la requisitoria de elevación a juicio, la Fiscalía de 3er turno de Villa María, a cargo de René Bosio y con la secretaría de Pedro Diana, reconstruyó un plan para asesinar a Natalia y la trama familiar detrás del femicidio. Hernán y Gino Ferrari, quienes tenían una panadería en la esquina de Lima y San Martín, presionaban a Natalia para que les entregara bienes de su acervo hereditario.
Ella llevaba una vida feliz y relajada. Tenía un trabajo que le gustaba y un grupo de amigas con las que solía hacer bicicleteadas. Y tenía, también, un buen pasar: había heredado propiedades y sumas de dinero en pesos y dólares. “Al negarse a repartirlos, fue blanco de insultos, amenazas y hostigamientos”, señala el documento de la fiscalía.
“Tanto el hijo como el exmarido la odiaban. Gino llegó a decirle: ‘No veo la hora de que te mueras, así me quedo con todas las propiedades’. Hernán decía ‘a esta la voy a pelar como una banana, le voy a sacar todo’. Lo afirmaron varios testigos. Incluso, hay testimonios que sostienen que ya le habían sacado dinero en ocasiones anteriores”, retrata la fuente, y profundiza: “Natalia y Hernán estaban separados. Él había sufrido una enfermedad por la que habían tenido que amputarle parcialmente una pierna, y siempre le reprochaba a ella que lo había abandonado en ese momento”.

Con el relevamiento de las cámaras de seguridad, los investigadores terminaron de atar los cabos: las imágenes captaron a un hombre que salía de la casa de Natalia la noche del 28 de diciembre. “Estaba vestido con un camperón, gorro e incluso una peluca. Quería evitar ser descubierto”, detalla la fuente, y amplía: “A través de las cámaras seguimos los movimientos de Gino y era su misma forma de caminar. Incluso su hermana vio el video y dijo que era él”.
Padre e hijo fueron detenidos el 10 de enero, trece días después del crimen. Tras el giro definitivo, la investigación concluyó que salieron juntos desde la panadería cerca de las 20:30 en un Chevrolet Aveo azul. Hernán conducía; Gino iba escondido. Llegaron a las inmediaciones de la casa de Natalia, en la calle 9 de Julio al 1000. Ella vivía allí con su hija menor, que en ese momento no estaba. Gino se bajó del auto y su padre siguió circulando por la zona para darle apoyo y facilitarle la huida.
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Con una copia de las llaves, Gino entró a la vivienda. Natalia alcanzó a enviarle un mensaje de WhatsApp a su hija menor y le avisó que su hermano estaba allí. Luego, el ataque.
Desde este lunes, padre e hijo estarán en el banquillo de los acusados como coautores de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por codicia, con la prisión perpetua como única pena en expectativa. El juicio será mediante un jurado popular en la Cámara del Crimen de Villa María. Hernán Ferrari será defendido por el abogado Joaquín González, mientras que Gino tendrá la asistencia de la asesora letrada Ivana Castoldi.