Decenas de muertes confirmadas y una cifra incierta de afectados fueron provocadas por la aplicación de ampollas de fentanilo que estaban contaminadas. La sustancia, producida por los laboratorios HLB Pharma y Ramallo, se distribuyó a centros médicos en la provincia de Buenos Aires, Rosario y Neuquén. En pocos días, los quirófanos se transformaron en lugares de ingreso a una muerte directa.
“En mis años en el poder judicial, nunca vi algo parecido”, dijo a TN una fuente con acceso a la causa, sorprendida por la magnitud del desastre que se generó en apenas seis meses. La Justicia federal investiga si las muertes fueron causadas por negligencia o si los responsables de los laboratorios sabían que algo estaban haciendo mal, es decir, con dolo. Los investigadores aseguran que la ANMAT reaccionó tarde, porque mientras los pacientes morían en silencio, desde el sistema de control no se encendieron las alertas hasta que el daño fue irreversible.
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Desde el Juzgado Federal ya se ordenaron pericias clave y se inhibió los bienes de 24 personas que están siendo investigadas, entre ellos los dueños de los laboratorios, que actualmente tienen prohibido salir del país. Las pruebas recolectadas apuntan a posibles irregularidades en la producción y una adulteración de documentación. El expediente judicial crece cada día con testimonios, pericias médicas y documentos que retratan una cadena de errores, omisiones y -posiblemente- delitos.
Pero lo más inquietante es que la tragedia podría no haberse originado solo en un error industrial. La desaparición de cinco kilos de citrato de fentanilo, el principio activo de la droga, abrió otra línea de investigación sobre el posible desvío al mercado negro. En ese terreno aparecen nombres conocidos del narcotráfico, conexiones con viejos escándalos y laboratorios con historia oscura, lo que agrava aún más la situación.
Cronología de los hechos
Todo comenzó con una sospecha clínica. En marzo de 2025, el Hospital Italiano de La Plata detectó una seguidilla de muertes inusuales tras intervenciones quirúrgicas. Cuatro pacientes fallecieron en 48 horas por cuadros de sepsis fulminante. Algunos tenían patologías previas, otros no.
La clave para desentrañar lo que estaba ocurriendo la tuvo una microbióloga del hospital. María Virginia González, coordinadora de Microbiología del Italiano de La Plata, fue quien levantó la primera alerta formal. El 15 de abril, mientras revisaba los reportes diarios de cultivos positivos, detectó tres casos consecutivos de Ralstonia pickettii y Klebsiella pneumoniae, bacterias sumamente raras en pacientes hospitalizados y que no tenían que ver con los cuadros por los que habían llegado. Esta anomalía encendió las alarmas.
A partir de ese momento comenzó una investigación interna. Primero descartaron errores en la toma de muestras y luego analizaron todos los insumos, como agujas, jeringas, catéteres, sueros, e incluso las habitaciones de los infectados. Nada parecía fuera de lugar. Pero los casos seguían apareciendo, y todos los pacientes tenían algo en común y era que se les había administrado fentanilo por vía intravenosa.

El 30 de abril, González y su equipo detectaron que las ampollas de fentanilo que estaban en uso contenían las mismas bacterias halladas en los pacientes. Dos días después, la ANMAT fue notificada formalmente por correo electrónico. González también envió las muestras al Instituto Malbrán, que días más tarde confirmó la coincidencia exacta entre las cepas halladas en los cuerpos de los pacientes y las ampollas.
“Hasta el 5 de mayo no tuvimos respuesta oficial”, declaró González ante el juez Kreplak. Ese día, y por la urgencia del brote, enviaron directamente las muestras a la ANMAT. El hallazgo fue determinante. Solo las ampollas fabricadas por HLB Pharma dieron positivo en bacterias, mientras que las de otra marca utilizada en el hospital estaban limpias. La conexión entre el fentanilo y las muertes estaba trazada.
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El 3 de abril, el hospital ya había hecho la denuncia. Pero recién el 8 de mayo, la ANMAT prohibió el uso del lote contaminado. Dos días después, el Ministerio de Salud emitió una alerta epidemiológica, pero la tragedia ya estaba extendida.

En total, se confirmaron 70 casos de afectación y 48 muertes oficialmente reconocidas por el sistema de salud hasta el cierre de esta nota, según lo que reportó el Ministerio de Salud a través del último Boletín Epidemiológico, aunque se presume que la cifra real podría ser mayor. Las ampollas se distribuyeron a 19 centros de salud de cuatro provincias: Buenos Aires, ciudad de Buenos Aires Santa Fe, Neuquén. Por eso, ordenaron que todas ellas sean puestas en cuarentena, pero no destruidas ni descartadas, ya que van a ser útiles para la causa judicial.
Qué son las bacterias encontradas en las ampollas de fentanilo
- Ralstonia pickettii
Es una bacteria que vive en el agua y ambientes hospitalarios, incluso en soluciones desinfectantes. Es poco común como causa de enfermedad, pero puede ser muy peligrosa si entra al cuerpo de una persona vulnerable, sobre todo por vías como catéteres o sueros contaminados. Suele causar infecciones en la sangre (sepsis), pulmones o heridas quirúrgicas.
- Klebsiella pneumoniae
Es una de las bacterias más conocidas por provocar infecciones hospitalarias graves. Se encuentra en la piel, intestinos y ambientes contaminados. Es capaz de generar neumonías, infecciones urinarias, y sobre todo, sepsis. Tiene muchas cepas resistentes a los antibióticos, lo que hace su tratamiento más difícil y peligroso.
- Klebsiella variicola
Es un pariente cercano de Klebsiella pneumoniae, que antes se creía que afectaba solo a plantas, pero ahora se sabe que también infecta humanos. Puede confundirse fácilmente con otras bacterias en los laboratorios. Causa los mismos cuadros: sepsis, neumonía, infecciones urinarias y otras enfermedades graves.
Por qué ocurrieron las muertes
Las tres bacterias tienen algo en común: si entran directamente al cuerpo (por ejemplo, por una inyección contaminada o un suero mal esterilizado), pueden provocar:
- Sepsis: una infección generalizada en la sangre. El cuerpo reacciona tan violentamente a la bacteria que empieza a fallar todo: los pulmones, el corazón, los riñones.
- Shock séptico: caída brusca de la presión arterial, con riesgo de muerte en pocas horas si no se trata a tiempo.
- Infecciones respiratorias o urinarias graves si ingresan por esas vías, aunque en el caso de una contaminación intravenosa, lo más probable es una sepsis directa.
Una investigación compleja, con más de 20 investigados y ningún detenido
El caso recayó en el Juzgado Federal N°3 de La Plata, a cargo de Ernesto Kreplak, quien dispuso medidas drásticas, entre peritajes médicos forenses, inspecciones judiciales a los laboratorios, prohibición de salida del país a 24 personas y la inhibición de bienes de nueve sociedades. Entre los investigados están los empresarios Ariel García Furfaro y Jorge Salinas, socios y responsables de las firmas implicadas.

El punto de partida judicial fue el allanamiento a HLB Pharma, donde se encontraron registros adulterados, irregularidades en los procesos y documentos que habían desaparecido. Para la Justicia, no es suficiente probar que el fentanilo estaba contaminado, debe establecerse una conexión directa entre las bacterias halladas y la causa de muerte de cada paciente. “El Cuerpo Médico Forense está analizando caso por caso las historias clínicas, en busca de esa conexión”, explicó una fuente judicial a TN.
Los peritos oficiales del Instituto Malbrán y los peritos de parte designados por los imputados trabajan en paralelo. Deben determinar si los controles del lote fueron simulados, si hubo omisiones deliberadas, y si el “batch record” (documento que registra todo el proceso de producción) fue alterado para ocultar fallas. También se evalúa si el agua utilizada para disolver el principio activo estaba contaminada y si se utilizaron materias primas en mal estado.
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A pesar de las críticas por la falta de detenciones, fuentes judiciales insisten en que la complejidad del caso es inédita. “Esto no es la tragedia de Once, donde todas las víctimas y pruebas estaban concentradas. Acá estamos todavía localizando víctimas y cruzando datos médicos, técnicos y administrativos en todo el país”, afirmaron. Las primeras imputaciones y llamados a indagatoria podrían llegar antes de fin de agosto, tras la feria judicial, si los peritajes concluyen sin demoras.
Investigan si los laboratorios vendían en fentanilo al mercado negro
La hipótesis más inquietante apareció en segundo plano, pero hoy forma parte activa del expediente. Los investigadores se preguntan si solo se trata un desastre sanitario o forma parte también de una operación para infiltrar fentanilo en el mercado ilegal. En ese marco, la Justicia analiza la “desaparición” de cinco kilos de citrato de fentanilo, el equivalente a más de cuatro años de uso clínico nacional. Según la documentación presentada por Nilda Furfaro, accionista de la firma y mamá de los hermanos Furfaro, esa materia prima “había vencido y fue descartada”, justo antes del allanamiento.
El dato no convenció al juez. Por eso, además del eje sanitario, el expediente se ramifica hacia el posible tráfico ilegal de opioides. Se activó una mesa tripartita entre el Ministerio de Seguridad, la ANMAT y la Aduana. Entre los nombres que surgieron figura Mario Segovia, el llamado “Rey de la Efedrina”, actualmente condenado por narcotráfico. La Municipalidad de Rosario, querellante en la causa, aportó datos sobre vínculos comerciales entre Segovia y los laboratorios ahora bajo investigación.
Ariel García Furfaro ya había sido vinculado al Laboratorio Apolo, también sancionado por ANMAT. La causa revela una preocupante continuidad estructural y operativa entre Apolo, HLB Pharma y Ramallo. El patrón se repite: producción cuestionada, precios bajos, licitaciones ganadas en municipios de todo el país y controles de calidad evadidos. La sospecha es que parte del fentanilo producido legalmente pudo haber sido desviado con fines ilícitos.
De confirmarse, la calificación penal podría escalar de homicidio culposo o negligencia médica a delitos contra la salud pública y tráfico ilegal de medicamentos. La magnitud económica también es relevante. La industria farmacéutica involucrada mueve cientos de millones de dólares. En esa dirección, la investigación no solo interpela a los empresarios sino también a los organismos de control que permitieron que esta cadena operara durante años sin frenos reales.
Cuatro historias de familias víctimas del fentanilo contaminado
El caso de Renato Nicolini, de 19 años, fue el primero que salió a la luz como víctima directa de esta cadena de negligencias. Tenía toda una vida por delante. Era fanático de las motos, hacía kickboxing y había heredado el oficio de cerrajero de su papá, aunque lo llevó un paso más allá y se especializó en cerraduras electrónicas de autos, una habilidad que lo convirtió en el único técnico de ese tipo en todo Chascomús. Según su familia, era inquieto, curioso, querible.

El 25 de abril, un accidente en moto lo dejó con un traumatismo severo de cráneo. Fue trasladado al Hospital Italiano de La Plata. Lo que vino después no fue solo el inevitable deterioro por sus lesiones, sino algo mucho más oscuro. El 29 comenzó a tener fiebre y el 1° de mayo le informaron a su familia que tenía neumonía y meningitis.
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Ninguna de esas condiciones tenía relación con su cuadro original. Para el 4, le diagnosticaron muerte cerebral. Luego se sabría que Renato había sido tratado con fentanilo infectado con bacterias, el mismo fármaco que, según la Justicia, ya está vinculado con decenas de muertes en la Argentina.
Otro caso que impactó fue el de Luis Rossetti. Su historia conmovió por su sencillez y por su legado. Fue árbitro de primera división durante más de dos décadas. Simpático pero medido, fue parte de esa vieja escuela del fútbol argentino que imponía respeto sin levantar la voz. Tenía EPOC e insuficiencia renal, pero no estaba grave. “Estaba bien, salía siempre, hacía sus cosas”, contó su hijo a TN.

Luis ingresó el 1° de mayo al sanatorio Dupuytren y murió el 18. Al principio no hubo sospechas, pero luego de escuchar las noticias, su hijo ató cabos y pensó que su papá podría haber sido otra víctima del fentanilo. Nadie les había dicho nada. Recién más tarde supieron que la neumonía repentina que lo mató era consecuencia de la bacteria encontrada en las ampollas del medicamento.
Daniel Oviedo es el tercer caso que TN pudo recopilar. Era paciente renal crónico y dependía de diálisis. A lo largo de los años había atravesado distintas internaciones, pero siempre superó todos los obstaculos. El 25 de febrero volvió a ingresar al Hospital Italiano de La Plata, donde ya lo conocían. Lo acompañaba su familia, como siempre.
“Llegamos por una fuerte crisis de pánico. Estaba muy asustado. Venía de una convulsión larga, y en casa ya lo veíamos con miedo, con ataques de ansiedad. Lo que necesitaba era contención”, relató Gisel en diálogo con TN.

En la guardia, la situación se volvió aún más difícil para Daniel. “Nos dijeron que podía tener una neumonía intrahospitalaria. Eso lo alteró más. Un médico le pidió que se calmara para poder atender a otros pacientes. Yo traté de tranquilizarlo, de quedarme callada para darle paz, aunque sabía que lo que tenía era más emocional que físico en ese momento”, recordó.
Con el correr de las horas, Daniel fue derivado a piso, y luego a terapia intensiva. El 28 de febrero, según consta en su historia clínica, se le detectó una de las bacterias más complejas. “Ese mismo día tuvo un paro cardíaco. Dos días después, otro. Fue muy duro, pero los médicos de terapia fueron contenedores, empáticos y humanos. A ellos solo podemos agradecerles. Sabían encontrar las palabras más amables incluso en los momentos más difíciles”, dijo Gisel.
A lo largo de la internación, Gisele fue testigo de comentarios preocupantes y allí se enteró lo que realmente le había pasado a su hermano. “Un día escuché que se había apartado medicación contaminada. No entendía del todo, pero algo me hizo ruido. Bajé a contárselo a los hermanos de otro paciente. Fue el 6 de abril. Había temor, había incertidumbre”, recordó.
El 24 de mayo, tras iniciar consultas judiciales, la familia accedió a la historia clínica impresa y los laboratorios positivos. “Nos enteramos que otras familias necesitaron abogados para obtener esos documentos. Sabemos que es un derecho, pero el camino fue complejo”, explicó.
En medio del duelo, Gisele también señaló que es fundamental que se investigue qué ocurrió con los medicamentos involucrados. “Mi hermano fue operado ocho veces. Estuvo 113 días internado. Era fuerte, era bueno, era alegre. Luchó hasta el final. Lo que lo afectó no fue su enfermedad, sino algo externo, algo que nadie esperaba, un fentanilo adulterado. Por eso pedimos que se investigue a fondo”, sostuvo.
“Este pedido de justicia no es contra nadie en particular, es a favor de todas las familias que confiamos en un sistema y necesitamos saber qué pasó. Queremos que ninguna otra familia tenga que atravesar algo así”, cerró.
Un cuarto caso fue el de Leonel Ayala, que era docente, inspector de enseñanza artística y músico. Su hermano Alejandro compartió su testimonio con dolor y una búsqueda profunda de justicia. “Desde el primer día sentimos que este caso no tuvo la atención ni la visibilidad que merece. Nadie del Estado salió a hablar. Ni el gobierno nacional ni los provinciales se pronunciaron con claridad. Solo los medios visibilizaron lo que pasaba”, expresó.
Leonel tenía 34 años. En marzo fue derivado al Hospital Italiano de La Plata, tras una complicación surgida durante una endoscopía realizada en la Clínica Ranelagh. “Esa intervención generó una perforación en el duodeno y un cuadro infeccioso grave. Lo derivamos porque la clínica no contaba con los recursos necesarios para operarlo. En el Italiano, su evolución fue buena. Se estaba recuperando”, contó su hermano.

Sin embargo, pocos días antes de recibir el alta, Leonel comenzó a deteriorarse. El 12 de abril falleció. En su acta de defunción figuraba como causa una pancreatitis severa. Recién un mes después su familia se enteró de la existencia de una investigación judicial por fentanilo contaminado, a partir de una denuncia de la ANMAT.
“Cuando vimos en los medios que había medicamentos cuestionados, fuimos al hospital a pedir información. Queríamos saber qué medicación había recibido Leo, y qué lote. Al principio nos dijeron que su muerte no estaba relacionada con esto. Pero no nos quedamos tranquilos. A través de una abogada, pedimos los lotes de medicación que se le administraron y ahí apareció. Recibió el lote 31202 de fentanilo de la marca HLB Pharma, que está bajo investigación”, contó.
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Lo más difícil, dijo Alejandro, no fue solo recibir esa confirmación, sino constatar que otras familias estaban atravesando lo mismo: “Nos costó mucho encontrar a otras víctimas. Algunas no quieren hablar, otras tienen miedo, están todavía procesando su duelo. Pero desde el primer momento sentimos la necesidad de alzar la voz”.
A partir de eso, las familias se están organizando: “Este 31 de julio vamos a concentrarnos frente al Hospital Italiano de La Plata. Queremos pedir justicia, pero también visibilidad. Estas personas no pueden quedar en el anonimato. No son números, son historias, sueños, familias".
Las familias de Renato, Luis, Leandro y Daniel integran la querella en la causa federal. En todos estos casos, la historia se repite. Hoy las cifras oficiales hablan de 48 víctimas, pero ellos aseguran que hay muchos más. Todos están unidos por el dolor y por la búsqueda de justicia.
Créditos:
Infografías: Sebastián Neduchal, Iván Paulucci y Damián Mugnolo (TN Videolab)