A dos años del crimen del empresario Fernando “Lechuga” Pérez Algaba, su hermano recordó una espantosa advertencia que le había hecho poco antes de la muerte: “Le dije que (el principal acusado, Maximiliano) Pilepich era un garca”.
La causa también tiene otros siete implicados, que empezaron a ser juzgadas desde abril de este año.
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“Estoy hecho pelota”, reconoció Rodolfo Pérez Algaba, de 62 años, querellante en la causa, en una entrevista a Noticias Argentinas. Él explicó que no se veían “tan seguido” con su hermano, porque “cada uno tenía su vida”. “Yo no estaba en la joda, me acostaba a las 10 de la noche y él por ahí se dormía a la medianoche, ya que salía”, describió.
Sin embargo, él siempre se preocupó y le aconsejaba que fuese precavido al momento de emprender un proyecto, pero su hermano menor parecía no escucharlo. “Se asoció con gente que lo c.... Cuando lo quería ayudar, él me retrucaba con que yo tenía problemas con todo el mundo. Era una persona que no miraba los quilombos. En mi caso, si voy a levantar un negocio, lo hago solo, él necesitaba relacionarse con alguien más”, lamentó.

La decisión del empresario de mudarse a España también quebró la relación, aunque volvieron a verse muy poco antes de su muerte. “La última vez que lo vi fue 10 días antes del crimen en el supermercado, donde él me hizo una joda con un palo de escoba y después me pidió que le prestara un casco que después nunca apareció”, contó.
Después de verse en el supermercado, la víctima fue a la casa de su hermano en una moto que le pertenecía a Pilepich, quien le inspiraba mucha desconfianza a Rodolfo.
“Le avisé que ese tipo era un garca”, resaltó en la entrevista. Pero no imaginó que ese presentimiento lo alertaba sobre la tragedia que viviría muy pronto.
Antes de recibir la peor noticia, Rodolfo contó que le llegó una videollamada de Pilepich a su celular, algo muy “extraño”, porque el número “no estaba agendado”. “Me dijo: ‘Tu hermano y yo estamos amenazados”, detalló. El teléfono pertenecía al comisario Horacio Mariano Córdoba, otro de los implicados en la investigación.
“Después me llamaron de la Comisaría 1° de Ituzaingó para decirme que mi hermano había desaparecido”, detalló. Días después, Rodolfo se vio obligado a reconocer los restos de su hermano a través de fotos y así identificó el tatuaje con las iniciales de “Cooper”, la mascota de la víctima. “No me entra en la cabeza cómo cortaron el cuerpo en 10 millones de pedacitos”, lamentó.
Cómo fue el crimen de Fernando “Lechuga” Pérez Algaba
Para el fiscal, el crimen de “Lechuga” ocurrió entre la tarde del 18 y la madrugada del 19 de julio del 2023, cuando la víctima acudió al predio “Renacer” en la localidad de General Rodríguez para cobrar una deuda millonaria que mantenía con Pilepich, su principal socio, cifra que ascendía a los 150 mil dólares aproximadamente.
La deuda surgió a partir de un emprendimiento inmobiliario que habían comenzado juntos, en un terreno de 12 hectáreas que está ubicado sobre avenida De las Américas y la ruta 6. En un futuro, Pérez Algaba y sus socios pensaban construir un barrio privado. Para eso, se reunieron varias personas y, con préstamos fraudulentos, compraron el lugar y comenzaron a lotear.

Pérez Algaba fue hasta ese lugar engañado, porque necesitaba el dinero para poder viajar al día siguiente a España, uno de los tantos viajes que hacía el comerciante devenido en empresario. Llegó al lugar cerca de las 17.30 junto a su examigo Nahuel Vargas, en una Range Rover Evoque blanca que le pertenecía a Pilepich.
Durante ese encuentro, al que el empresario fue con su perro bull dog francés Cooper, Pilepich le dijo que tenía el dinero guardado en el interior de la única casa que estaba en pie en ese loteo, que luego fue demolida. Pero era una emboscada.
De acuerdo con las pruebas y testigos de identidad reservada, Pilepich le pidió que cambiara un foco que estaba quemado, ya que era casi de noche y no se veía nada. En el momento que Pérez Algaba se subió a una silla para sacar la lamparita, le disparó por la espalda con una Glock 9mm. Fueron al menos dos o tres tiros que salieron del arma.

Después, con la ayuda de Vargas y otros implicados, descuartizaron el cuerpo, presumiblemente con una sierra circular que después encontraron cerca de la escena del crimen. Así, metieron los miembros ensangrentadas en una valija roja y las tiraron al arroyo El Rey.
Varios días después, los restos fueron localizados por un grupo de nenes que jugaban al fútbol. La cabeza fue encontrada envuelta en una bolsa de consorcio adentro de una mochila con la inscripción de la Municipalidad de Lomas de Zamora y las otras partes del cuerpo estaban dentro de la valija.
Los imputados y sus roles en el plan criminal
- Maximiliano Ezequiel Pilepich: está acusado de ser el presunto autor material del crimen. Se cree que le disparó a la víctima y descuartizó el cuerpo.
- Nahuel Sebastián Vargas: se le atribuye el rol de coautor material del homicidio y se cree que cooperó con Pilepich para perpetrar el crimen contra Pérez Algaba y hacer desaparecer el cuerpo.
- Flavia Lorena Bomrad: la gestora habría colaborado en la planificación del crimen. Se habría comunicado con “Lechuga” y lo hizo firmar un documento en el que prometía que Pilepich le iba a pagar la deuda. Habría facilitado el traslado de la víctima hacia la escena del crimen.
- Luis Alberto Contreras: se lo vincula con el traslado del cuerpo de la víctima y su intento de hacerlo desaparecer. Es dueño de la valija con la que descartaron los restos de Pérez Algaba.
- Matías Ezequiel Gil: se lo acusa de ser otro cómplice en el traslado y desmembramiento del cuerpo de Pérez Algaba.
- Horacio Mariano Córdoba: expolicía de la Ciudad, acusado de colaborar en el homicidio y ocultamiento del cadáver, como parte activa del plan criminal. Le habría dado un celular del Ministerio de Seguridad a Pilepich para evitar ser rastreado por la Justicia.
- Fernando Gastón Martín Carrizo: presunto cómplice en el traslado y descarte del cuerpo de la víctima en el arroyo.
- Gladys Noemí Cristaldo: imputada por encubrimiento agravado. Se la señala por proporcionar alojamiento a Pilepich y de ocultarlo de la policía mientras estaba prófugo.