La historia empezó como una charla casual y terminó en un asesinato brutal. Pablo Pedro Mieres, profesor de Química y secretario de Asuntos Estudiantiles de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, fue asesinado en su propia casa en La Plata, después de un encuentro pactado que derivó en una violenta agresión.
Durante semanas, la Policía rastreó pistas y buscó a su principal sospechoso, un hombre conocido en la calle como “Nico”, hasta que este lunes lo encontraron en Berisso. Se trata de Nicolás Damián Arévalo, un delincuente con un largo prontuario que, según los investigadores, es quien mató y robó a Mieres en la madrugada del 16 de junio.
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La detención fue el final de una intensa búsqueda. Arévalo estaba escondido en la calle Montevideo entre 12 y 13, donde intentaba pasar desapercibido después de haber desaparecido de los lugares donde solía frecuentar.

Al momento del arresto, llevaba la misma ropa con la que había sido captado por las cámaras la noche del crimen y un cuchillo. La fiscalía lo imputó por “homicidio doblemente agravado, en concurso ideal con robo”, la calificación más grave, que prevé la pena de prisión perpetua. En tanto, buscan a un cómplice que actuó con Arévalo esa madrugada.
Las últimas horas de Mieres a través de las cámaras de seguridad
El domingo 15 de junio por la noche, Mieres, de 37 años, fue a un cumpleaños con amigos en la calle 126 entre 531 y 532. A las 23.13, volvió solo a su casa de 115 entre 46 y 47 en una moto que había pedido por la aplicación Didi. Toda la secuencia quedó grabada por las cámaras de seguridad de la zona.
Alrededor de medianoche, Pablo salió nuevamente, caminó hacia la estación de trenes de 1 y 44, a unas dos cuadras de su casa, y fue entonces cuando lo cruzó a Arévalo. Los testigos aseguraron que ya lo conocía. Según se ve en las imágenes, hablaron unos minutos y luego Mieres volvió. Pero el encuentro no terminó ahí.

Arévalo, de acuerdo a la reconstrucción policial, volvió a reunirse con otro hombre y juntos caminaron hasta la casa de Mieres. A las 1.50 de la madrugada, las cámaras de seguridad registraron un grito desgarrador en la cuadra. Después, se los vio a ambos sospechosos retirándose del lugar cargando objetos cubiertos. Parte de ese botín fue escondido brevemente bajo un paso a nivel y luego trasladado por los delincuentes.
Entre las cosas robadas había objetos personales de Mieres, como una guitarra criolla con funda, un televisor Smart de 32 pulgadas, un piano electrónico, su celular OPPO, tarjetas bancarias, dinero y hasta las llaves de la casa. Lo que no pudieron llevarse, quedó desparramado por la vivienda.
Cuando la Policía llegó a la casa, encontró un panorama escalofriante. Mieres estaba tirado boca arriba en la cocina-comedor, totalmente desnudo, con los pies y las manos atados con cordones de zapatillas, y un trapo que le tapaba la boca. La puerta de la casa estaba entreabierta y la llave seguía puesta del lado interior. La habitación mostraba signos de lucha, con ropa tirada por el piso.
La autopsia fue concluyente y determinó que la víctima murió por asfixia mecánica. El asesino lo estranguló con una prenda de vestir, posiblemente la manga de un buzo, y además tenía golpes en la cara y señales de defensa en los brazos. “Hubo una lucha”, aseguraron fuentes judiciales a TN.

Desde el principio, la hipótesis principal fue que se trató de un encuentro pactado que, por algún motivo, terminó en un ataque violento. No hubo signos de ingreso forzado y, pese al robo, no se trató de un asalto al voleo, ya que se determinó que Mieres abrió la puerta.
La fiscalía de Gonzalo Petit Bosnic y la DDI La Plata, bajo la dirección del comisario inspector Cristian Casetti, trabajaron desde el primer momento. A través del análisis de cámaras, rastros papilares que serán cotejados con el sistema AFIS y el testimonio del entorno cercano a Mieres, reconstruyeron los movimientos de aquella madrugada.
Fue clave el relevamiento de los últimos pasos de la víctima, desde su salida del cumpleaños, el viaje en moto hasta su casa, la caminata hasta la estación y hasta el cruce con Arévalo. También la desaparición del sospechoso, que dejó de frecuentar los lugares donde solía dormir en situación de calle. Para los investigadores, ese detalle terminó de confirmar su responsabilidad.
Quién es el detenido: un prontuario interminable
Nicolás Arévalo, de 39 años, tiene un historial delictivo que abarca más de 15 causas judiciales desde 2003. Robos calificados, tentativa de robo, violación de domicilio, resistencia a la autoridad, lesiones, amenazas y hasta causas por drogas. En diciembre pasado había accedido a salidas transitorias desde la Unidad Penal 1 de Olmos, tras una larga estadía en el sistema penitenciario.
Sus antecedentes reflejan una vida marcada por la marginalidad y el delito. Según fuentes del caso, su situación de calle y su comportamiento violento ya lo habían puesto en la mira de la Policía en otras investigaciones menores. Pero el crimen de Mieres fue el golpe más brutal que se le adjudica.