Carlos Caligaris, un expolicía de Córdoba que trabajaba como guardia de seguridad barrial, fue detenido días atrás sospechado de asesinar de un disparo en la cabeza a Mateo Ochoa, un adolescente de 15 años. Sin embargo, esta no es la primera vez que enfrenta a la justicia.
La fiscal de instrucción del Distrito 4 Turno 4, Liliana Copello, imputó a Caligaris por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. En medio de la conmoción por el nuevo caso, resurgió el oscuro pasado del acusado: en 1996, fue juzgado por el brutal asesinato de su esposa y sus tres hijos, aunque fue absuelto por falta de pruebas.
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Un pasado marcado por la tragedia
En 1994, Córdoba se estremeció con el cuádruple crimen de Graciela Comas y sus tres hijos, Cristian Marcelo, de siete años, y los mellizos Sabrina Sofía y Ulises Maximiliano, de cinco.
Los cuerpos de los cuatro integrantes de la familia presentaban disparos en la sien y el pecho, un acto que, según la querella, solo alguien con conocimiento podría haber ejecutado. Caligaris fue el principal sospechoso.
“Fue un crimen salvaje, brutal, tremendo”, recordó la abogada Marta Rizzotti, quien fue querellante en el caso, en diálogo con El Doce. Según la causa, Caligaris habría matado a su familia para cobrar un seguro de vida.
“Estábamos absolutamente convencidos de que era culpable”, sostuvo la letrada. Entre las pruebas que lo señalaban, apuntó Rizzoti, había testigos que lo ubicaban en la escena del crimen y detalles que no eran menores, tales como el seguro de vida que el expolicía había contratado poco antes de los asesinatos.
Pese a todo, el fiscal Francisco Eugui pidió la absolución por falta de pruebas, y así fue como Caligaris recuperó su libertad.
El crimen del adolescente
El reciente asesinato de Mateo Ochoa volvió a poner a Caligaris en el centro de la polémica. El joven recibió un disparo en el pómulo y murió casi en el acto.
Su cuerpo fue encontrado en la calle Las Varillas al 9400 y la investigación apunta al expolicía, quien trabajaba como guardia de seguridad en la zona.
Según el testimonio de varios vecinos, Caligaris solía andar armado por el barrio y ya había agredido a otros adolescentes en el pasado.
Hasta el momento, Caligaris se ha negado a declarar. Por estas horas la fiscal a cargo del caso, Liliana Copello, busca esclarecer si el expolicía pudo haber intentado evitar un robo o, como relataron testigos, le disparó a Ochoa al notar una actitud sospechosa.
