El 29 de mayo de 1962, Norma Penjerek, de tan solo 16 años, salió de la casa de su maestra de inglés en el barrio porteño de Flores y desapareció.
A pesar del frío inusual de aquella tarde, la adolescente decidió caminar las 20 cuadras que la separaban de su propio domicilio y en ese trayecto se convirtió en uno de los misterios más oscuros de la historia criminal argentina.
La última persona que la vio fue su profesora, Perla Stazauer de Priellitansky, quien la despidió a las 19.45. Esa misma noche su padre, Enrique Penjerek, al ver que Norma no volvía, fue a la comisaría 40 y denunció su desaparición.
Aunque el caso no se trató inicialmente como un crimen, cincuenta días después encontraron el cuerpo de una mujer semienterrado en un campo de Lavallol, en Lomas de Zamora. Esa fue la primera de una serie de pistas falsas que solo consiguió aumentar la angustia de la familia.
Un enigma de 10 centímetros
El 16 de julio, un perro encontró un cuerpo en unos campos del Instituto Fitotécnico. El informe preliminar de los forenses determinó que pertenecía a una mujer de entre 25 y 30 años, pero con el correr de los días una huella dactilar y la dentadura llevaron a la Justicia a determinar que se trataba de Norma Penjerek.
La autopsia reveló además que la muerte databa de unos 15 días antes de que encontraran el cuerpo, lo que sugería que la joven había estado secuestrada durante todo el mes de junio.
Durante años, la familia Penjerek llevó flores a una tumba en el cementerio de La Tablada, creyendo que allí descansaban los restos de su hija, pero una llamativa diferencia no permitió que se despejaran por completo las dudas: el cuerpo medía 10 centímetros más que la adolescente desaparecida.
No fue la única discrepancia. Junto al cuerpo hallado en Lavallol encontraron un pulóver marrón, una enagua celeste y un corpiño. Sin embargo, el día de su desaparición, Norma llevaba el uniforme del Liceo de Señoritas Nº 12: una pollera gris tableada y un blazer azul.
Un “vampiro” zapatero, fiestas sexuales y mentiras
El caso no se cerró y las teorías empezaron a surgir. Un año después del macabro hallazgo, María Sisti, una prostituta de 23 años, soltó una frase impactante: “Yo sé quién mató a la chica Penjerek”.
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La testigo acusó a Pedro Vecchio, dueño de una zapatería de Florencio Varela, de liderar una red de trata y organizar fiestas sexuales en un chalet de la localidad de Bosques.
En una de esas “reuniones” fue que Sisti aseguró haber visto a la víctima, secuestrada por el zapatero.
Según su testimonio, cuando Norma se resistió al ataque sexual, Vecchio la acuchilló y la estranguló, y más tarde la enterró en el baldío de Lavallol donde la encontraron.
Mientras el hombre señalado por Sisti se presentaba espontáneamente ante la Justicia y juraba no haber visto nunca a Norma Penjerek, los medios sensacionalistas empezaron a referirse a él como “el vampiro Vecchio” y hasta le atribuyeron un par de colmillos “como de lobo”.
A pesar de la psicosis colectiva que se generó, Vecchio fue detenido y después liberado por falta de mérito. El 5 de abril de 1965, el juez de La Plata Alberto Garganta dictó su sobreseimiento al no encontrar pruebas que lo vincularan con el asesinato.
Al parecer, la falsa acusación había sido parte de una “venganza” de alguien que le tenía bronca al comerciante.
“Nunca dije que Vecchio fuera culpable, pero sabíamos que conocía a la chica”, afirmó el comisario Colotto durante una entrevista con el periodista Enrique Sdrech.
Todo quedó en la nada nuevamente y según declaró a los medios Vecchio tras su liberación, el “mal momento” le sirvió al menos para vender más zapatos.
La teoría nazi, el mismo callejón sin salida
Norma, la única hija del matrimonio formado por Enrique Penjerek y Clara Breitman, pertenecía a una familia de clase media de origen judío que vivía en el barrio de Floresta, sobre la Avenida Juan Bautista Alberdi al 3200.
Tras la desaparición de la adolescente, la hipótesis más intrigante llegó a vincular el caso con la captura del nazi Adolf Eichmann en Argentina.
Según esta teoría, el padre de Norma podría haber sido un informante en la operación que llevó a la caída del criminal, acto que desencadenó una represalia por parte de grupos de ultraderecha. Norma habría sido víctima de esta venganza.
Esa versión no se pudo comprobar. A días de que se cumpla el aniversario número 63 de la desaparición de Norma Penjerek, el caso sigue sin resolverse.
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