Seducción, engaño y robo: así actúan las mujeres que atacan en las noches porteñas

Seducción, engaño y robo: así actúan las mujeres que atacan en las noches porteñas

Las ladronas se mueven de forma sigilosa y elegante. Aunque ellas son las caras visibles, detrás hay una organización bien aceitada. Un delito que creció en la Ciudad en los últimos cuatro meses.

La escena siempre comienza igual: un hombre de entre 30 y 40 años, muchas veces turista, conoce a una mujer en una aplicación de citas como Tinder, Badoo o Happn. En otros casos, como los que están ocurriendo con mayor frecuencia en el último tiempo, el encuentro es casual. Se da en boliches o bares de Palermo, San Telmo o algunos puntos de la Ciudad de Buenos Aires. Lo que parece ser una noche de aventura termina en un robo o, peor aún, en un asesinato.

Estas criminales operan con una mecánica aceitada y organizada. Aunque el rostro visible de la estafa es siempre una mujer joven, detrás actúa una red delictiva compuesta por múltiples eslabones: cómplices que esperan afuera del domicilio, choferes de escape, y en algunos casos, personas que monitorean la operación a la distancia.

El modus operandi de las mujeres que drogan y roban a sus víctimas en la noche porteña

En las noches agitadas de Palermo, cuando los boliches empiezan a vaciarse y los kioscos de la zona siguen vendiendo cervezas y cigarrilos a los que no quieren que la fiesta se termine, hay chicas que no están ahí para divertirse: están “cazando”.

No buscan bailar ni tomar algo, buscan hombres solos, o que estén con un amigo, pero el requisito para ellas es siempre que estén alcoholizados, para tenerlos más vulnerables. A veces los encuentran tambaleando o con una lata en la mano. Otras, los ven tranquilos, comprando algo antes de volver a casa.

Las chicas se acercan timidamente, con una sonrisa, para no levantar sospechas. Se ponen al lado y esperan a que ellos las encaren. “¿Vivís por acá?“, dicen. A los pocos minutos, la charla se convierte en una invitación a pasar una noche ”tranqui". El hombre acepta llevarlas a su departamento.

Los robos suceden en el departamento de las víctimas. (Foto: TN)
Los robos suceden en el departamento de las víctimas. (Foto: TN)

Se suben a un remís o al auto de la víctima. A veces ellas manejan. Antes de llegar al departamento, compran algo para tomar si no hay, y una vez adentro empieza el juego: tragos, besos, ropa que empieza a desaparecer entre risas. Todo parece una noche perfecta, hasta que el hombre pierde la conciencia y se queda profundamente dormido. Ahí es cuando se activa la segunda etapa del plan: el robo.

A veces actúan solas, pero en la mayoría de los casos tienen a sus cómplices esperando afuera para cooperar cuando ellas les avisan. Puede ser que les abran desde adentro, o bien les tiran la llave por el balcón para que puedan entrar.

Seducción, engaño y estafa: así operan las mujeres que drogan a sus víctimas para robarles en las noches porteñas. (Infografía Sebastián Neduchal / TN).
Seducción, engaño y estafa: así operan las mujeres que drogan a sus víctimas para robarles en las noches porteñas. (Infografía Sebastián Neduchal / TN).

Después, revuelven todo el departamento hasta encontrar cosas de valor, que le puedan entrar en el bolso: relojes, celulares, dinero, y más. Si el cómplice tiene auto, cargan hasta televisores o electrodomesticos más grandes. Además del robo físico, en muchos casos acceden al celular de la víctima y realizan transferencias a cuentas de Mercado Pago o bancos.

Luego, comienza la etapa de fuga. Si están solas, llaman a un remís de aplicación o son sus propias parejas las que la pasan a buscar. Saben desaparecer y, cuando la víctima se despierta, ya pasaron varias horas. Está mareado, con la cabeza dando vueltas. Algo le pusieron en la bebida: clonazepam o benzocaína, lo justo para dormirlo, no para matarlo, aunque a veces se pasan con la dosis.

En lo que va del año, se denunciaron aproximadamente 35 hechos en la Ciudad de Buenos Aires, de los cuales 5 terminaron en homicidio.

La química del delito

Las drogas más utilizadas son potentes sedantes como clonazepam, diazepam, alprazolam o cualquiera del tipo de las benzodiazepina, incluso fenol, en pequeñas dosis para evitar riesgos de muerte que podrían agravar las penas judiciales.

La mezcla suele colocarse en el vaso de la víctima, en un descuido, cuando va al baño o se distrae. “Usan la medida justa. Saben que si se les va la mano, enfrentan una acusación por homicidio. Por eso actúan con precisión”, explicó una fuente policial en diálogo con TN.

Clonazepam, la droga elegida por las criminales. (Foto: Adobe Stock)
Clonazepam, la droga elegida por las criminales. (Foto: Adobe Stock)

¿Cómo actúan? Disminuyendo la actividad del sistema nervioso central, provocando efectos como relajación, somnolencia, pérdida de coordinación y, en dosis altas, inconsciencia. Se usan médicamente para tratar ansiedad, insomnio, convulsiones, y en algunos casos, como anestésicos. Sin embargo, en estos contextos delictivos, se utilizan para inmovilizar o desorientar a la víctima sin que se dé cuenta.

En tanto, fuentes médicas señalan que si se mezclan con alcohol u otras drogas depresoras, su efecto se potencia peligrosamente. Puede causar una depresión respiratoria (la persona deja de respirar) o incluso la muerte.

Muchas veces, no se puede detectar qué droga se le suministró si es que pasaron más de 12 horas de consumado el hecho. Algunas víctimas se despiertan al día siguiente y, cuando la extracción de sangre se hace, ya es tarde.

Otras, se puede saber cuál sedante tomó al analizar los vasos o copas que hayan quedado con residuo, pero existen los casos donde las mujeres limpian la escena del delito, y ahí ya es casi imposible determinar la composición.

La investigación: así atrapan a las criminales

La investigación para atrapar a las agresoras comienza después de la denuncia. En ocasiones se despiertan solos, o con sus amigos que también fueron víctimas del plan criminal. Otras veces los encuentra un vecino o un familiar que se preocupa porque no le contesta los llamados.

Cuando los policías llegan, toman nota y convocan a la brigada especializada “Robos y Hurtos” u “Homicidios” (si hay fallecimiento). Si quedó una copa con restos o un vaso con huellas, la Unidad de Criminalística lo manda a peritar. Después (y lo más importante) buscan cámaras en la zona: públicas, privadas, de kioscos, de edificios. También de los boliches a donde asistieron. Van rastreando minuto a minuto qué pasó esa noche, antes y después del hecho.

En cada uno de los lugares, el área de Video Judicial trabaja con pendrives para descargar las grabaciones. También se consulta el Centro de Monitoreo Urbano, que puede aportar imágenes de domos, identificación de vehículos y características físicas de las involucradas.

La calidad de las imágenes varía; en algunos casos no se puede ver la patente o los rostros con claridad. Por eso, se complementa con análisis de cámaras del Anillo Digital para verificar el ingreso de autos sospechosos a la Ciudad. Fuentes policiales señalaron que, en muchos casos, las mujeres vienen desde provincia.

Otros de los seguimientos que se hacen son a través de apps de pagos: si la chica compró algo con Mercado Pago previo al hecho, piden los datos. Si llegó en Uber, buscan quién pidió el viaje. Si robaron el teléfono, tratan de ver a qué cuenta transfirieron la plata. Paso a paso, con paciencia, intentan reconstruir la noche.

En caso de que se identifique un domicilio asociado a la sospechosa, se documentan todas las etapas de la investigación para solicitar un allanamiento judicial a la fiscalía que corresponde según la jurisdicción.

Casos en aumento y víctimas en silencio

En la Ciudad de Buenos Aires, en lo que van del año, se registraron cerca de 35 hechos, de los cuales cinco terminaron en homicidios. Pero muchos de los casos no llegan a denunciarse. La vergüenza o el temor de que se enteren sus familiares, llevan a que algunas víctimas guarden silencio.

Los últimos cinco hechos que salieron a la luz:

27 de enero

El caso de Martín en Villa Devoto

Martín, de 30 años, conoció a una mujer llamada Jésica en una fiesta en Uniclub. La invitó a su departamento en Villa Devoto, donde ella le preparó tragos. Al despertar, Martín se encontró con una migraña intensa y descubrió que su teléfono y notebook habían desaparecido. Gracias a una pista, la policía logró identificar y arrestar a la sospechosa el 21 de marzo. ​

21 de febrero

El ataque a un turista francés en Almagro

Un turista francés fue desvalijado por un grupo de cinco mujeres que conoció en un bar de Plaza Serrano. Las mujeres lo acompañaron a su departamento en Almagro, donde lo drogaron y le robaron su pasaporte, dinero en efectivo y una computadora. Las cámaras de seguridad del edificio registraron a las cinco saliendo con una valija con las cosas robadas. ​

24 de febrero

Turistas uruguayos robados tras una noche en Kika

Tres hombres uruguayos conocieron a dos mujeres en el boliche Kika (Palermo). Las invitaron a su departamento en Arévalo al 1300. Tras beber, perdieron la conciencia y despertaron sin sus celulares, 400 dólares y 3.000 pesos uruguayos. La causa está en manos de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°37.

26 de febrero

La tragedia en Monserrat

En el barrio porteño de Monserrat, un hombre de 38 años falleció y otro resultó intoxicado tras ser víctimas de dos mujeres que conocieron en una peña. Tras compartir bebidas alcohólicas en el departamento, ambos hombres perdieron el conocimiento. El cuerpo del fallecido no presentaba signos de violencia, pero se encontró un billete con cocaína en su interior. ​

7 de marzo

El caso de Palermo con una joven de 20 años

Un hombre de 55 años conoció a una joven de 20 a través de Tinder y la invitó a su departamento en Palermo. Tras compartir bebidas, perdió el conocimiento y despertó para descubrir que le habían robado una computadora y 24.000 dólares. La policía identificó a la sospechosa y la arrestó en Lomas de Zamora. Además, se descubrió que su padre, de 71 años, poseía un arma con numeración suprimida. ​

Un caso atípico: una mujer que drogó, robó y fue condenada a sus 80 años

A sus 80 años, Gloria Aurora Panucci volvió a prisión por hacer lo que ya había hecho antes: drogar a sus víctimas para robarles. Es viuda, y durante los últimos 20 años se dedicó a ganarse la confianza de personas mayores en la calle para luego atacarlas con un método tan sencillo como efectivo. A fines de marzo, el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 27 la condenó a 4 años de cárcel por los últimos tres hechos.

Panucci fue condenada a 4 años de prisión efectiva. (Foto: TN)
Panucci fue condenada a 4 años de prisión efectiva. (Foto: TN)

No es la primera vez que la detienen. Ya había sido condenada en 2005 y en 2008. En ambas ocasiones recibió penas de tres años y nueve meses. Cumplidas las condenas, volvió a las andadas. Ahora, según pudo saber TN, está detenida en un penal común, ya que la Justicia le rechazó el pedido de prisión domiciliaria que había hecho en noviembre pasado, cuando la arrestaron de nuevo.

El primer episodio ocurrió el 18 de diciembre de 2023 en la confitería “Ocaña”, en Mataderos. Allí, Panucci se cruzó con Beatriz Juárez, una mujer de 79 años a quien conocía de vista del banco. Mientras Juárez hacía un trámite, Gloria se le acercó y la invitó a tomar un café.

Se sentaron en las mesas de afuera y Panucci se ofreció a buscar las tazas. En el mostrador, sacó un somnífero de su cartera, lo mezcló con la bebida y regresó a la mesa. Juárez tomó el café, se descompuso y perdió el conocimiento.

Panucci intentó robarle, pero no encontró el dinero, que la víctima había escondido en una media. Después, tiró los vasos en un cesto y se fue. Días más tarde, las nietas de Juárez la reconocieron en la calle y llamaron al 911. La policía la detuvo con pastillas de Alprazolam, un polvo rotulado como “yagra”, documentos y tarjetas. El robo no se concretó, por lo que la causa quedó en grado de tentativa.

El segundo hecho fue el 7 de julio de 2024. Panucci conoció a Carlos Raúl Gambeta en una iglesia y lo convenció de ir a una panadería a tomar algo. Allí también le puso un somnífero en la bebida. El plan era robarle las llaves del departamento, pero un vecino la descubrió adentro del domicilio y avisó a la policía. Cuando la revisaron, tenía encima dinero en pesos, dólares y euros, 33 pastillas blancas, un inhibidor de señal, llaves y un celular. Gambeta terminó internado con “deterioro del sensorio”. Este caso también quedó en tentativa gracias al rápido accionar del vecino.

El tercer robo, esta vez consumado, ocurrió el 20 de agosto de 2024. La víctima fue Olga Fernández Rubio, una vecina suya. Gloria le pidió pasar a tomar un café, y cuando fue a buscar un vaso de agua, Panucci le puso una droga en la taza.

La mujer empezó a sentirse mal y se desmayó. Panucci la empujó hacia la cama, esperó a que quedara inconsciente y se llevó cinco frascos de perfume, una cadena de oro, una gargantilla de plata, $100.000 en efectivo, una horma de queso y otra de jamón. Antes de irse, tiró las llaves al patio. Olga se despertó al día siguiente, notó los faltantes y denunció el robo. Un mes después, la reconoció en la calle y la policía la detuvo.

Así, a dos décadas de su primera condena, la historia de esta viuda se repite una vez más, pero esta vez con una nueva condena firme.

De dónde salió el término “viuda negra” y por qué no se debe usar

El término “viuda negra” se popularizó en el periodismo policial para describir a mujeres que seducen, drogan y roban a hombres. La expresión proviene de la especie de araña Latrodectus mactans, cuya hembra devora al macho tras el apareamiento. Esa imagen, tomada del reino animal, se trasladó al ámbito del crimen real con un lenguaje cargado de estereotipos.

Sin embargo, cada vez más personas critican el uso de esa terminología. No solo romantiza o espectaculariza un delito grave, sino que también carga con una mirada sexista sobre las mujeres involucradas.

El apodo construye la figura de la mujer como “seductora, peligrosa y manipuladora", que usa su sexualidad como arma. En cambio, cuando el autor es un varón, no se utilizan referencias simbólicas tan cargadas o que apelen a lo animal o lo sexual.

Por su parte, al hablar de “viudas negras” se personaliza el crimen y se lo convierte casi en un caso de novela. En realidad, muchos de estos hechos responden a estructuras delictivas organizadas, donde intervienen múltiples actores: desde quienes hacen inteligencia previa hasta quienes facilitan los vehículos, compran lo robado o blanquean el dinero a través de cuentas ajenas.

Desde el punto de vista judicial y policial, el foco está en el delito concreto: robo agravado, uso de estupefacientes, homicidio en algunos casos. Encerrar estos hechos en una etiqueta como “viuda negra” puede llevar a generalizaciones peligrosas y a la desinformación.

Recomendaciones

Desde la Policía de la Ciudad y organismos de prevención del delito recomiendan:

  • Tener encuentros en lugares públicos durante las primeras citas.
  • Evitar llevar a casa a personas desconocidas, especialmente si no hay referencias previas.
  • No perder de vista las bebidas en bares o durante un encuentro.
  • Denunciar cualquier situación sospechosa.

Créditos:

Portada e infografía: Iván Paulucci y Sebastián Neduchal / Videolab

Edición: Agustina Acciardi.