La Justicia entrerriana procesó este martes a Julio Santillán, el enfermero acusado de vender ampollas de fentanilo y otras drogas a través de grupos de Telegram. El hombre fue detenido el 20 de marzo, al igual que su hermano, en Concepción del Uruguay.
La titular del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay, Analía Ramponi, solicitó la prisión preventiva después de confirmar la responsabilidad de ambos implicados en el robo de ampollas del hospital local, que luego comercializaban a 35 mil pesos cada una.
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Los imputados son el enfermero de 33 años, que trabajaba haciendo suplencias en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Justo José de Urquiza de Concepción del Uruguay, y su hermano de 28 años, un cabo 1° del Ejército Argentino destinado en el Batallón de Ingenieros Blindado 2 de esa ciudad entrerriana.

Ambos quedaron procesados como presuntos coautores del delito de “comercio de estupefacientes en concurso ideal con el de tenencia ilegítima de estupefacientes con fines de comercialización”, con pena de 4 a 15 años de prisión, en concurso real con el de “venta sin autorización de medicamentos que requieren receta para su comercialización”, que tiene una pena de 3 meses a 6 años de prisión.
Pero en el caso del enfermero -que según la investigación obtenía las drogas del hospital público donde trabajaba- también fue procesado como autor de los delitos de “peculado”, que tiene una pena de entre 2 y 10 años de prisión, e “incumplimiento de los deberes de funcionario público”, que puede llevar de un mes a 2 años de cárcel.
La jueza dispuso para ambos la prisión preventiva, al evaluar que en este caso existen los riesgos procesales de fuga y de entorpecimiento de la investigación por la gravedad del hecho y la pena en expectativa, y también un embargo de 5 millones de pesos sobre los bienes de cada uno.
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En el procesamiento, Ramponi sostuvo que los hermanos “comercializaban estupefacientes (precisamente fentanilo) y que tenían en su poder los mismos -un total de sesenta (60) ampollas de fentanilo (CELTYC) de 0,05 MG/ML- con fines de comercializarlo mediante la red social Telegram, en forma conjunta, al menos desde el 18 de febrero al 20 de marzo” pasado, fecha en la que ambos acusados fueron detenidos por la Policía Federal.
En el documento, la magistrada señaló que, aparte del fentanilo, se pudo comprobar que, a través de la misma aplicación de mensajería, los hermanos “vendían sustancias medicinales sin autorización y sin receta médica, precisamente lorazepam, risperidona y carbamazepina” que son un ansiolítico, un antipsicótico y un antiepiléptico, respectivamente.
Al distinguir el rol de cada uno de los acusados, Ramponi sostuvo que el enfermero “era quien conseguía la sustancia ilícita del hospital local, promocionaba y ofrecía la misma a potenciales consumidores a través de la plataforma Telegram” y que su hermano militar “era quien resguardaba la misma en su domicilio”.
Los grupos eran llamados “Los más rico cdelu” y “Entre Ríos”, donde ofrecía fentanilo con mensajes como los siguientes: “Activo venta de ampollas de fentanilo en cdelu” (abreviatura de Concepción del Uruguay) o ”repartiendo ampollas de fentanilo, no te quedes sin la tuya en cdelu”.

En los mismos chats publicaban fotos de las ampollas del opioide y de otras drogas con el mensaje: “Todo a la venta. Se vende por unidad o por mayor. Ampolla de fentanilo, comprimidos de risperidona, carbamazepina y lorazepam. Consulte precios”.
“El opioide más fuerte del mercado”: los chats del enfermero
La fiscal Minatta decidió implementar en la investigación a un agente infiltrado digital, que con el nombre de “Ricky” se metió en los grupos de Telegram donde el enfermero ofrecía las drogas y así la PFA pudo tener capturas de los distintos diálogos que el principal imputado mantenía con sus potenciales clientes.
“¿Qué onda esa droga?”, preguntó uno de los interesados en uno de los chats, a lo que el enfermero respondió: “Es pura, es un opioide más fuerte en el mercado. 100 veces más fuerte que la morfina y un 50 más que la heroína. Bien para estar de viaje y volver sin dolor ni nada, simplemente un buen viaje”.

Otro de los miembros del grupo advirtió en el chat sobre los peligros del fentanilo: “Nadie consume eso sabiendo cómo están los de Estados Unidos como zombies”. Pero el imputado dio su respuesta sobre los efectos de la droga: “Para estar en ese modo, ¿sabés cuántos mililitros tenés que consumir? Esta es pura de laboratorio, no está cortada. ¿Querés llegar a modo zombie? (…) tenés que consumir fácil seis ampollas al día”.
“El fentanilo puro y de calidad no te mata con tres ampollas estando hidratado y bien alimentado. Te lleva al estasis (sic) neuromuscular”, afirmó el enfermero en otro tramo de su respuesta.

Según la resolución, en un diálogo directo con “Ricky”, el acusado le manifestó que el fentanilo “vuela”, que no estaba rebajado porque era “puro de laboratorio” y que el precio de cada ampolla era de 35.000 pesos, pero que por más unidades le hacía precio.
En base a estos y otros mensajes del enfermero, la jueza sostuvo en la resolución que “se confirmó que mantuvo conversaciones verdaderamente reveladoras vinculadas a la comercialización de estupefacientes”.
Compras controladas y detenciones
El 11 de marzo pasado, el policía encubierto pactó una primera compra controlada que se realizó en la avenida Ricardo Balbín y Boulevard R. Uncal, de Concepción del Uruguay, donde el enfermero llegó en bicicleta y le entregó cuatro ampollas de fentanilo a cambio de 55.000 pesos. También reportaron que, antes del encuentro, el imputado pasó a buscar las drogas por el domicilio de su hermano militar.
Al día siguiente, el investigado volvió a comunicarse con el “agente revelador” por una nueva venta y le ofreció 30 ampollas del opioide a cambio de un millón de pesos.
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Con las pruebas recolectadas por la fiscalía y con el aval del juzgado, el 20 de marzo se realizó otra compra controlada en el cruce de calles Uncal y Balbín, que terminó con la detención del enfermero que llegó en una moto y a quien se le secuestraron 34 ampollas de fentanilo y nueve blísteres de pastillas: ocho de lorazepam y otro de carbamazepina.
Luego se hicieron cuatro allanamientos. En la casa del hermano del enfermero -quien también terminó detenido- se secuestraron 24 ampollas de fentanilo y otras dos en un morral donde también había blísteres de carmabazepina y risperidona. En el hospital, se corroboró que las ampollas incautadas a los imputados correspondían al mismo lote 180063 que tenían en stock en el centro médico donde trabajaba el enfermero.
La confesión del enfermero y el descargo del militar
Ambos hermanos hicieron sus descargos al ser indagados por el juzgado. Al referirse a las drogas secuestradas, el enfermero primero dijo que había recibido “un paquete” que le envió un prestamista. Pero en una ampliación de su declaración confesó que “por cuestiones económicas” tomó la decisión de retirar una ampolla de fentanilo en cada guardia que hacía en el hospital y que cuando llegó a tener stock -las guardaba en el ante baño del ingreso a la Unidad de Terapia Intensiva-, se puso a venderlas por Telegram.
También dijo que su hermano no tenía nada que ver con la maniobra y que llevaba los fármacos a su departamento porque él estaba en el regimiento.
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Por su parte, el militar se declaró inocente y explicó que le había dado la llave de su casa a su hermano sin saber que había llevado las drogas que fueron secuestradas
Sin embargo, la jueza, en su resolución, detalló que “los hermanos concurrían al domicilio ubicado en la calle 11 del Norte de esta ciudad (habitado por el imputado militar), de manera conjunta previo o posteriormente a la realización de conductas calificables como típicamente indiciarias de maniobras de venta de sustancias”.
Por ello, al evaluar las indagatorias, Ramponi afirmó que “se advierte que las manifestaciones de ambos imputados constituyen un vano intento de morigerar su situación procesal en esta causa”.