Para Yamila Cuello, la joven que fue vista por última vez el 25 de octubre de 2009 en Córdoba, la justicia llegó tarde y a medias. A 16 años de su desaparición, recién se pudo probar que la mataron y condenaron al asesino, pero el cuerpo sigue sin aparecer.
Se trata de Néstor Simone, el hombre con el que salía Yamila y contra quien la familia de la joven apuntó desde el comienzo de la investigación, aunque nadie los escuchó. Ahora, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) N°2 cordobés lo encontró culpable del delito de homicidio y lo condenó a 20 años de prisión.
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En la misma resolución, los jueces absolvieron por el beneficio de la duda a Ramón Palacios, hermanastro de Simone, quien había llegado al debate acusado como presunto coautor del homicidio y por explotar sexualmente a Cuello para saldar deudas generadas en apuestas.
“Estamos conformes con el fallo porque es un femicida menos en la calle”, dijo a TN Soledad Cuello, hermana de Yamila, tras conocer la decisión judicial. Aunque resaltó: “Ahora debemos cuidarnos de un violador que está suelto, el hermano (de Simone) fue absuelto por trata y por homicidio, pero no es inocente de haber abusado sexualmente de mi hermana”.
Después de 16 largos años de espera para conocer la verdad, la joven señaló: “Fue un camino durísimo porque no tenemos recursos. Ni la Policía ni la Justicia actuaron a tiempo, si nos hubieran escuchado tal vez tendríamos hoy un lugar a donde ir a llevarle una flor...”.
La desaparición de Yamila Cuello
El 25 de octubre de 2009 a las 12.36 Yamila recibió un llamado y salió de la casa de su abuela, con quien convivía en el barrio Coronel Olmedo. Antes de irse le dijo que se iba a encontrar con unas amigas, pero eso no sucedió.
Con el correr de las horas y al ver que Yamila no regresaba, el recuerdo de aquella última conversación que la joven de 21 años mantuvo por teléfono antes de desaparecer se convirtió en un inquietante presagio.
Yamila había discutido con alguien y le pedía a esa persona que no la maltrate, declararía más tarde su abuela. Fue así como las piezas del rompecabezas encajaron de golpe en la peor sospecha y surgió el nombre de Simone.

Una historia violenta
Yamila y Simone empezaron una relación cuando ella tenía 17 años y él 36. A los pocos meses se mudaron a vivir juntos, pero lo que parecía una historia de amor a primera vista se volvió un espiral de violencia de género del que la adolescente no pudo escapar.
“Él empezó a alejarla de nosotros, de su familia y de sus amistades”, relató la hermana, y añadió: “Con el tiempo ella empezó a visitarnos solamente de a ratos y con marcas en el cuerpo, pero nunca contaba cómo se las había hecho”.
En 2008, un año antes de su desaparición, fue la única oportunidad que tuvo la familia de Yamila de rescatarla del trágico final que se anunciaba.
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“Una amiga me llamó y me dijo que Simone tenía encerrada a mi hermana y que le había pegado”, recordó Soledad, que enseguida le avisó a su marido para que fuera a buscarla, acompañado por un grupo de amigos.
El principio del fin
Durante algunos meses lograron seguir adelante como si se hubieran despertado de un mal sueño, pero la pesadilla no había terminado.
“Cuando la rescatamos, ella empieza una nueva vida rodeada de sus afectos, se inscribió en el colegio para terminar sus estudios y comenzó a salir también con un chico de su edad, un vecino del barrio”, contó la hermana de la víctima. Sin embargo, Simone no dejaba de hostigarla.
El sábado 24 de octubre Yamila pasó a buscar a Benjamín, el hijo mayor de su hermana y su ahijado, para llevárselo a dormir a su casa.
Al día siguiente, cuando Soledad fue a buscarlo para ir todos juntos al parque como habían planeado, su abuela le dijo que Yamila había salido a comer con unos amigos, pero que la esperara porque volvía pronto. Nunca llegó.
Entonces la discusión que había tenido por teléfono antes de irse, la historia marcada por la violencia de género con Simone y el hostigamiento al que el hombre la seguía sometiendo a pesar de la separación, todo se fusionó en una sospecha escalofriante.
“Desde ese momento supe que él la manipuló y la sacó de mi casa, Simone siempre la amenazaba con hacerle algo a mis hijos o a mi abuela”, apuntó Soledad, en diálogo con TN.
Y reafirmó: “Muchas veces Simone le dijo a Yamila que si no era de él, no sería de nadie. No soportó que ella lo sacara de su vida y fuera feliz si él”.
La policía les tomó la denuncia recién cuando se cumplieron 72 horas de la desaparición de Yamila. “Si lo hubieran hecho antes, todo hubiera sido diferente”, lamentó.
Simone era el sospechoso lógico, pero “la Justicia lo investigó solo siete meses y, sin que hubiera aparecido Yamila, le dictó falta de mérito”.
“Cuando me enteré de esta resolución ya había pasado un tiempo y no pudimos apelar, ni siquiera teníamos plata para pagarle a un abogado”, resaltó Soledad. El paso del tiempo favorecía inevitablemente la impunidad del asesino, pero la familia nunca bajó los brazos.
“La Justicia actuó con falta de perspectiva de género todo el tiempo, a Yamila sólo la buscábamos nosotros porque ella era pobre", cuestionó la hermana. Aunque destacó: “Pero con esta familia se equivocaron, lo único con lo que yo contaba era con mi voz y el amor por ella, y ese amor me permitió fortalecerme para buscarla...sin plata... sin experiencia...completamente sola".
Un juicio tardío, con absoluciones y condenas
Entonces, la oportunidad de Justicia por fin llegó. El 20 de febrero pasado empezó el juicio por la desaparición de Yamila Cuello con el exnovio de la joven, Néstor Simone, y su hermanastro, Ramón Palacios, sentados en el banquillo de los acusados.
En el debate se pudo probar que la relación entre Yamila y Simone estuvo atravesada por la violencia física, psicológica y económica. A tal punto escaló esa situación que el hombre, jugador compulsivo, llegó a pagar sus deudas apostando - literalmente - el cuerpo de su pareja. La explotaba sexualmente.
“Hubo testigos que declararon haber visto a Simone lavar manchas de sangre de su auto”, sumó Soledad, y apuntó: “También lo escucharon teniendo una conversación con su hermano (Palacios) en la que decía que había descartado el cuerpo de mi hermana en las canteras de Villa Boedo”.
Además, se comprobó que fue la última persona que vio a la víctima con vida.
Acorralado por las pruebas y los testimonios, Simone se abstuvo de declarar hasta la última audiencia del juicio. Recién entonces hizo uso de su derecho y dijo que “estaba tranquilo porque era inocente”.
Finalmente, llegó el veredicto. Los jueces Fabián Asís, María Noel Costa y Carolina Prado condenaron a Simone a 20 años de prisión por el homicidio de Yamila Cuello y ordenaron la inmediata detención del asesino, que había llegado al juicio en libertad. Asimismo, el tribunal absolvió a Palacios por el beneficio de la duda.
A Yamila la mataron, la asesinó el hombre que había sido su pareja, pero todavía no pudieron encontrar su cuerpo.
“Pienso que la única persona que podría aportar datos es Palacios, él fue cómplice todo el tiempo de Simone. Sin dudas sabe lo que pasó con mi hermana”, aseveró Soledad.
“La condena no trajo su abrazo”
Con una verdad a medias después de 16 años, la hermana de Yamila lamentó: “Simone destruyó a nuestra familia, nos quitó la posibilidad de vivir nuestra vida con ella”.
Yamila y Soledad -dos años mayor- eran muy unidas. Tanto que el día que su hermana desapareció, sostiene en diálogo con TN, fue como si le hubiera “arrancado la mitad de su ser”.
Tras la finalización del juicio, los sentimientos son encontrados. “Si todo el dolor, la bronca, la incertidumbre que sentía no lo hubiera convertido en lucha, no podríamos haber llegado a esta instancia”, manifestó Soledad.
Sin embargo, ninguna sentencia alcanza a reparar lo que perdió. “La condena no trajo su abrazo, nunca más nadie me va a abrazar como ella lo hacía”.