La familia de Otoño Uriarte, la adolescente que desapareció en octubre de 2006 y encontraron asesinada meses después en un canal de riego de la ciudad de Cipolletti, ya no esperaba justicia, pero sí buscaba conocer la verdad. A 18 años del crimen, este jueves el caso por fin tuvo un cierre y los cuatro responsables del hecho fueron condenados a prisión perpetua.
Después de atravesar casi dos décadas de obstáculos y una investigación deficiente, la causa por el crimen de Otoño dio un primer paso firme hacia el esclarecimiento el 5 de febrero pasado cuando, en un fallo unánime, la Justicia dictó un veredicto condenatorio para los cuatro imputados: Néstor Cau, José Jafri, Maximiliano Lagos y Germán Antilaf.
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Ese día, el tribunal declaró culpables a los cuatro hombres de privación ilegítima de la libertad seguida de homicidio agravado. Entonces sólo restaba saber cuál sería el monto de la pena que deberían cumplir los condenados.
“La calificación legal no prevé otra pena que no sea la prisión perpetua”, indicó a TN tras la audiencia de cesura que se llevó a cabo hace dos semanas la abogada que representa a la familia de Otoño Uriarte, Gabriela Prokopiw.
El fallo finalmente llegó este jueves y no hubo sorpresas. La jueza Florencia Caruso Martín, acompañada por sus colegas Amorina Sánchez Merlo y Juan Pedro Puntel, sentenció a los cuatro condenados a la máxima pena posible: prisión perpetua con accesorias legales y costas del proceso, tal y como lo establece el Código Penal para delitos de este tipo.
“Haber llevado la causa a juicio ya era algo histórico porque prácticamente estaba en el olvido y por prescribir. Jamás se había avanzado más que para la formulación de cargos”, señaló Prokopiw.
Y destacó: “Conseguir la condena de culpabilidad y que se fueran detenidos ese mismo día fue un logro muy importante. Esta condena jamás me la voy a olvidar”.
El crimen de Otoño Uriarte
Otoño Uriarte desapareció el 23 de octubre de 2006. Ese día la joven, que entonces tenía 16 años, salió temprano de su casa en Fernández Oro para ir al colegio, el Centro de Enseñanza Media Nº 14.
A la salida, la adolescente fue a la casa de una amiga y más tarde a jugar al vóley, pero nunca regresó a su casa. Esa misma noche empezó el calvario de su familia.
Tras la desaparición de Otoño, sus familiares, compañeros del colegio, otros estudiantes secundarios y hasta de la Universidad del Comahue, organizaciones sociales y políticas de todo tipo hicieron numerosas marchas y actos para reclamar por su aparición con vida.

Pero los días se convirtieron en meses, la joven seguía sin aparecer y desde la Policía sugerían la posibilidad de que se hubiera ido por voluntad propia. La buscaron poco, la buscaron mal y finalmente el 26 de abril de 2007, mientras su papá la buscaba en prostíbulos de la Patagonia, el cuerpo de la víctima fue encontrado en las aguas de un canal de riego de Cipolletti.
Estaba mutilado y casi irreconocible, atrapado entre los hierros de una usina hidroeléctrica del paraje El Treinta. El estado de descomposición era tal que su familia la identificó por el colgante artesanal que llevaba en el cuello y la confirmación mediante la prueba de ADN llegó después de 10 días.
Una pericia particular logró determinar que a Otoño la habían asesinado de una puñalada que le asestaron por debajo de la axila izquierda y murió desangrada en unos pocos minutos.
El camino de los acusados y qué se pudo probar en el juicio
A fines de noviembre de 2024 empezó el juicio por el crimen de Otoño con José Hiram Jafri, Néstor Ricardo Cau, Maximiliano Lagos y Germán Ángel Antilaf en el banquillo de los acusados.
De todos ellos, sólo Antilaf ya estaba cumpliendo condena por otro delito, mientras que Jafri, Cau y Lagos recién fueron detenidos tras el veredicto de culpabilidad por el asesinato de la adolescente, debido al riesgo de fuga.
Para los jueces, en el juicio se pudo probar que los cuatro imputados secuestraron a Otoño, la retuvieron en un domicilio en contra de su voluntad y la asesinaron, antes de deshacerse de su cuerpo en un canal.
Sin embargo, no se pudo determinar cuál fue el móvil del crimen.
La herida que no cierra
La sentencia llegó demasiado tarde y no alcanzó para aplacar la sensación de impunidad y frustración que pesa sobre los familiares de la víctima. En este sentido se expresó a principios de marzo, cuando se realizó la audiencia de cesura, Roberto Uriarte, el papá de Otoño.
“Estoy particular y familiarmente desencantado con todo este proceso”, afirmó con su habitual templanza pero tajante el hombre, que durante 18 años le puso el cuerpo a la lucha para que el crimen de su hija no quedara impune.
Y agregó: “El Poder Judicial no hizo un mea culpa ni trató de sanar lo que ocurrió durante estos 18 años”.

Es que durante los seis meses que pasaron desde que Otoño desapareció hasta que encontraron su cuerpo, la mala investigación y la complicidad policial se conjugaron en un expediente que acumuló más de 9 mil fojas, muchas dudas y casi ninguna certeza.
“Se perdieron pruebas, faltaron informes y todo fue manipulado”, sostuvo Uriarte en la audiencia, y lamentó: “Creí que en esta instancia se iba a demostrar el encubrimiento y no fue así”.
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El punto final
Los cuatro responsables por el secuestro y muerte de Otoño Uriarte cumplirán prisión perpetua en la cárcel y así la Justicia le puso un punto final al caso que marcó la historia de la ciudad rionegrina de Cipolletti.
El camino fue largo y lleno de obstáculos. De hecho, recién en agosto del año pasado los restos de la adolescente asesinada les fueron entregados a su familia. Hasta ese momento, seguían en la morgue por un “error” inexplicable.
“Nunca le inscribieron la muerte, figuraba como viva Otoño. La verdad no lo podía creer, fue devastador”, señaló oportunamente al respecto la abogada querellante, Gabriela Prokopiw, en diálogo con este medio.
Casi dos décadas habían pasado para entonces del asesinato de la joven, que el 24 de febrero pasado hubiera cumplido 35 años.