Lautaro Alvaredo tenía 19 años y vivía con su familia en Gregorio de Laferrere. No era de salir a boliches: prefería juntarse con amigos a tocar y escuchar música. Por eso, aquel plan sorprendió a su papá, Diego, en el umbral de la madrugada del 6 de noviembre de 2023.
“Pa, esta noche voy a bailar con los chicos”, le avisó Lautaro. Horas más tarde, el joven se reportó desde Cyrux, un local nocturno ubicado en Avenida Luro al 5700, frente a la plaza. “Te quería decir que acá está todo bien”, fue su mensaje minutos antes de las 2 de la mañana. La respuesta de Diego fue como una premonición: “Bueno, cuidate y alejate de los problemas”.
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A las 7, tras una pelea entre dos grupos dentro del boliche, Lautaro fue atacado a golpes por varios jóvenes en la vereda. Le pegaron hasta dejarlo inconsciente y, ya desvanecido y sin posibilidad de defenderse, recibió una patada en la cabeza que resultó mortal.
Tres jóvenes están hoy en juicio, acusados de un crimen que, inevitablemente, trae el recuerdo del caso Fernando Báez Sosa. Sus nombres: Patricio Nicolás Moreira, de 20 años, Fabricio Román Stella, de 19, e Ian Agustín Noguera, de 20. Enfrentan cargos como coautores de homicidio agravado por el concurso premeditado de tres o más personas y por alevosía, en concurso real con robo agravado por ser cometido en lugar poblado y en banda.
Todos llegaron en prisión al debate iniciado este miércoles en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°3 de La Matanza. Stella, además, enfrenta una imputación adicional por un intento de robo en las horas posteriores al ataque que le arrebató la vida a Lautaro.

Las coincidencias con el caso Fernando Báez Sosa
“Vuelvo a ese día en el que mi vida se convirtió en un infierno”, resumió el padre de la victima en la antesala del juicio, y les habló a los tres acusados: “Me da mucha impotencia que sigan mintiendo hasta hoy. Tratan de cubrirse y echarle la culpa a otra personas, pero está muy claro que fueron los tres. Y con las pruebas y un video que muestra todo, siguen mintiendo”.
Dentro de Cyrux, hacia el final de la noche, uno de los amigos de la víctima acusó a otro joven de romperle los anteojos, lo cual derivó en una discusión que segundos después sumó otros actores y motivó a la seguridad del local a echar a ambos grupos. Fue el inicio de la pesadilla, y la primera de las coincidencias con el caso Báez Sosa: una pelea trivial que deriva en un horror incomprensible.
Ya en la calle, cerca de las 7 de la mañana del lunes, Lautaro recibió un golpe en la nuca que lo tumbó en el suelo. Segundos después le dieron una patada en la cabeza que lo dejó inconsciente. Horas más tarde, el diagnóstico de los médicos fue demoledor. “Tiene muerte cerebral”, fueron las palabras que escucharon sus padres. El corazón del joven se apagó, finalmente, el viernes 17.
La acusación que llegó a juicio es similar a la que valió la condena a prisión perpetua a cinco integrantes del grupo -en su mayoría, rugbiers del club Náutico Arsenal de Zárate- que asesinó a Báez Sosa. El fiscal de juicio es Sergio Antín y la querella está a cargo de Walter Fidalgo.

Un plan para matar
La Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Temática de Homicidios de La Matanza, a cargo del fiscal Matías Folino, concluyó que la intención de Noguera, Stella y Moreira fue asesinar a Lautaro a partir de un plan previamente acordado por los tres jóvenes.
“Los tres son coautores e intervinieron siguiendo una división de roles”, resumió a TN una fuente de la investigación, y aludió a la secuencia que quedó grabada en las cámaras de seguridad y se transformó en la prueba documental clave del caso: “Eran dos -Stella y Moreira- contra uno, y hay un tercero -Noguera- que se suma cuando la víctima ya estaba indefensa. El dolo homicida surge inequívocamente del propio video y cómo finalizaron los hechos”.

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La autopsia constató que Lautaro sufrió múltiples lesiones en la cabeza, la cara, el cuello y el torso. La causa de muerte fue un síndrome de hipertensión endocraneana, originado por un hematoma subdural que provocó, finalmente, un fallo multiorgánico.
“Ese día se aprovecharon de un nene que nunca peleó. Encima le pegaron de atrás y, cuando cayó sobre la vereda, lo mataron a patadas sin darle posibilidades de correr o defenderse”, agregó el papá de la víctima. Y pidió al tribunal la máxima pena para los acusados: “Nada me va a devolver a mi hijo, pero ojalá pueda sentir que se hizo justicia”.