Uno de los casos más resonantes de este año fue sin dudas la desaparición de Loan Danilo Peña en Corrientes, una búsqueda que movilizó a todo el país. Hace 13 años, un hecho similar conmocionó a la misma provincia: el macabro crimen de Gerardito Vázquez, un nene de 20 meses que fue perdido de vista tras un almuerzo en la Navidad del 2011.
Su cuerpo fue hallado tres días después, flotando en una laguna cerca de la casa de su tía, a donde habían ido a celebrar las fiestas de Fin de Año. La escena fue desgarradora. El menor estaba mutilado, sin un ojo y sin órganos.
Después de una investigación llena de irregularidades, con dos sospechosos que terminaron sobreseídos por haber sido obligados a confesar un hecho que no cometieron, el caso sigue impune y sus verdaderos asesinos caminan libres por las calles.
El otro caso Loan que sigue sin resolverse
La tarde del 25 de diciembre del 2011, a la hora de la siesta, una familia del paraje Santa Librada, en la localidad correntina de Esquina, denunció la desaparición de un nene de un año y ocho meses llamado Gerardito Vázquez.
Según contaron sus papás a la policía, el menor se había ido a jugar con sus hermanitos y algunos primos a unos 200 metros de la casa de su tía, donde habían ido a almorzar por la Navidad. Cuando los adultos los llamaron para que regresaran, todos corrieron a la casa menos él.
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Cuando se dieron cuenta de que no estaba, les preguntaron a los nenes dónde había ido y ellos le respondieron que lo vieron cerca de la casa de Luis Juani, un hombre de 83 años en ese entonces, que vivía cerca a la tía de Gerardito, junto a su esposa Eusebia González, de 71.
Los padres hicieron la denuncia en la comisaría zonal y se inició una búsqueda desesperada. Primero, fueron hasta la vivienda del matrimonio de jubilados, pero ellos juraron no haberlo visto. Las primeras horas eran clave para hallarlo sano y salvo, pero -mientras iba cayendo la noche- la oscuridad perjudicaba la visión.
El operativo se extendió por tres días y se peinaron los campos y bañados de la zona, sin resultados positivos. Hasta que, en horas de la tarde del 28 de diciembre, un vecino vio un cuerpo flotando en la laguna, a dos kilómetros de la casa de los Vázquez. Era Gerardito.
Su cuerpo tenía un golpe en la cabeza, los dos brazos mutilados, le faltaba un ojo y no tenía órganos. Había sido vaciado completamente. La escena fue macabra y dejó a todo el barrio conmocionado por la brutalidad del crimen.
El caso recayó en el fiscal de Instrucción Carlos Gallardo. Los únicos sospechosos eran los jubilados, a los que los hermanos de Gerardito habían apuntado desde un primer momento. Juani y su esposa fueron detenidos acusados por el delito de homicidio agravado por alevosía y su posterior encubrimiento.
El momento más escalofriante fue cuando el hombre confesó en su declaración que lo había asesinado. “Yo lo maté con un machete”, dijo. Sobre el motivo, contó que lo estaba “molestando”, y además detalló que le sacó los órganos “para evitar que flotara” en el agua.
Luis y González estuvieron detenidos por varios meses. En enero, la mujer fue liberada por falta de méritos y, en octubre, se dio por concluida la investigación y ambos fueron sobreseídos.
Irregularidades en la investigación, tortura y apremios ilegales
El abogado que defendió a los jubilados fue Norberto Codazzi, el hermano de José, y defensor de Laudelina Peña en el caso de la desaparición de Loan. Codazzi presentó un pedido de excarcelación y sobreseimiento para los acusados, y alegó que habían sido víctima de un caso de “apremios ilegales”.
Para Codazzi, la investigación estuvo plagada de irregularidades desde un principio. Según contó, fue a la comisaría y encontró a su asistido todo golpeado, evidencia de que “había sido torturado”. También dijo que el hombre había sido representado por un defensor oficial y que lo habrían obligado a autoincriminarse, cuando no sabía ni leer ni escribir.
A partir de esto, el abogado planteó la nulidad de la confesión, pero el Juzgado de Garantías de la localidad de Esquina lo rechazó. Así, fue ante la Cámara de Apelaciones de Corrientes, donde hicieron lugar a la medida.
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Mientras buscaban al niño, una de las pistas que podría haber sido clave fue descartada: los perros rastreadores siguieron un rastro hasta el sector de tubos cercano a la ruta 12.
Luego, se habló de una camioneta blanca que estaba por la zona al momento de la desaparición. Los ocupantes fueron interrogados y, pese a algunas contradicciones, no se los tomó como sospechosos por el hecho. Aunque existió un pedido de retenerlos, los dejaron ir y no trascendieron sus identidades.
El abogado aseguró que el chiquito fue víctima de tráfico de órganos y denunció que nunca se investigó como se debía. De esta forma, los jubilados fueron liberados de culpa y cargo, mientras que los verdaderos asesinos de Gerardito siguen impunes.