Rocío Gómez tenía 17 años cuando la secuestraron, la torturaron, la violaron y finalmente la asesinaron en febrero de 2011. Su cuerpo lo encontraron varios meses después enterrado con cal en el pozo ciego de una casa abandonada en la zona norte de Rosario.
Más de una década después del aberrante caso, el último de los imputados - que se mantuvo prófugo hasta 2021 - fue juzgado y condenado esta semana a la pena de 20 años de prisión. Así la justicia santafesina le puso un punto final a la historia. Para la familia de Rocío, sin embargo, la herida todavía sigue abierta.
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Es que, al igual que su hija, Norma Gómez también fue privada de la libertad por los agresores. A ella también la golpearon, la abusaron sexualmente y la obligaron a observar, atada e impotente, cómo lastimaban a Rocío. La sometieron al mismo infierno, pero no la mataron. A ella la sentenciaron a sobrevivir con un dolor imposible de poner en palabras.
“Se hizo Justicia, pero no como queríamos. Queríamos perpetua, porque Rocío fue víctima de un femicidio”, remarcó Norma a TN, convencida además de que no todos los responsables están presos. “Cuando nos secuestraron había varias personas, no solo estaban los que fueron condenados. La policía también estuvo involucrada”, apuntó en ese sentido.
Por su parte, Sebastián, el hermano menor de la joven asesinada, también se mostró disconforme con el monto de las penas que recibieron los asesinos. “No les bastó solo con matarla, la descuartizaron”, señaló a este medio, y subrayó: “Nos negaron el derecho de poder verla por última vez, con un total desprecio por la vida humana”.
La desaparición de Rocío Gómez
Aquel último verano, Rocío, de 17 años y mamá de un bebé de 16 meses, mantenía una relación con Juan José Lazo, un joven que vivía cerca de la casa de ella con su familia.
“Ellos habían cortado en noviembre (tres meses antes del crimen)”, relató Norma, su mamá. Y detalló: “Rocío me había pedido que la fuera a buscar porque él no la dejaba tener contacto con nadie y me la traje conmigo en un flete”.
Pero aunque el reciente noviazgo ya había dado señales de alerta, el distanciamiento de la pareja no duró demasiado. “En enero (Lazo) volvió a aparecer, le vino a traer un regalo al nene de mi hija para Reyes y ahí empezaron a hablar de nuevo”, continuó la madre, y apuntó: “En febrero él la invitó al shopping, se fueron juntos y Rocío no volvió más”.
“Vos le contaste todo a tu mamá”
Al día siguiente, Norma recibió un mensaje desde el celular de Rocío. Ella creyó que era su hija la que escribía, pero era Juan, el novio, para pedirle que se acercara con su pareja a la casa de su hermano - Hernán Lazo - con las dos motos de la familia. La excusa fue que los iban a ayudar a venderlas, ya que atravesaban una difícil situación económica en ese momento.
Norma y Fernando Machado, su pareja, se dirigieron engañados al domicilio de la calle Valle Hermoso al 1200 de Rosario y descubrieron demasiado tarde el horror que los esperaba en ese lugar.
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En otra entrevista periodística, Norma resumió muy conmovida su cautiverio. “Yo sufrí torturas y golpes. Me quisieron cortar los dedos de la mano, me pegaron un garrotazo en la cabeza y me la abrieron, ahí se rompió una bolsa –que le habían colocado– y vi cómo a mi hija le empezaron a arrancar toda la ropa. Le metieron un puñado de pastillas, quedó desvanecida y la violaron entre los cuatro”, manifestó.
En diálogo con TN, sumó: “Juan le repetía ‘vos le contaste todo a tu mamá, ella sabe todo’”. “Rocío se lo negaba, pero era como que sabía algo muy grave de él, es lo único que se me ocurre como para que se haya ensañado tanto con ella”, agregó.
Después de unas 24 horas, los captores obligaron a Norma a firmar comprobantes de compraventa de las dos motos y la liberaron, tanto a ella como a Machado. Inmediatamente, los dos fueron a radicar la denuncia por el hecho y empezó la búsqueda de Rocío y de su hijo.
El fin de la búsqueda
Kevin apareció recién el 8 de mayo de 2011. El bebé de la víctima estaba, solo, en un descampado de San Nicolás. Pero nada se sabía todavía de su madre y con cada día que pasaba aumentaba también la desesperación de la familia.
Finalmente, el 13 de agosto de ese mismo año la incertidumbre dio paso al dolor más profundo. Ese día encontraron el cuerpo de Rocío en el pozo ciego de un local alquilado por Juan José Lazo en la calle Martín Fierro al 600, en La Florida. Estaba desmembrado y tapado con cal. “En los huesos que encontraron tenía un disparo”, indicó su mamá.
Trece años después, Norma Gómez sostiene que aún no pudo superar todo lo que pasó. “Yo nunca pensé que Juan le pudiera hacer daño, vivíamos casi juntos, conocía a toda su familia...No sé por qué hicieron lo que hicieron”, lamentó, en diálogo con TN. “Seguí adelante por mis hijos, por mis nietos”, expresó.
Juicio y castigo
El 4 de agosto de 2014 Juan José Lazo fue condenado a 15 años de prisión por el juez Julio César García. En ese momento, el Código Penal argentino no contemplaba la figura de femicidio, por lo que fue juzgado por homicidio simple.
También se condenó a Jonathan Raúl Vargas a la pena de 7 años y 6 meses de cárcel como partícipe en los hechos. En tanto, Albana Alexis Morales, Jorgelina Soledad Sosa, Joana Aneley Vargas y Mónica Mabel Morales recibieron sólo dos años de prisión condicional por el delito de encubrimiento agravado.
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El caso de Hernán Lazo, hermano del novio de la víctima y cómplice de lo ocurrido, fue un capítulo aparte, ya que se mantuvo prófugo durante 10 años y recién pudieron capturarlo en agosto de 2021 en la localidad de Trenque Lauquen.
Esta semana el tribunal integrado por los jueces Ismael Manfrin, Fernando Sosa y Silvana Lamas González, lo condenó a la pena de 20 años de prisión efectiva por los delitos de homicidio simple y robo calificado por el uso de arma de fuego, todos en concurso real entre sí en calidad de coautor, informó el Ministerio Público de la Acusación (MPA).
Los responsables del asesinato de Rocío fueron juzgados y condenados, pero el castigo dejó gusto a poco en relación al inmenso daño que causaron a su familia. “Los derechos de la justicia protegen a los asesinos. ¿Y los derechos de mi hermana? Nadie la protegió a ella, fue todo muy duro”, dijo a este medio Sebastián, el hermano menor de la víctima.
La ausencia que duele
Aunque era muy chico cuando sucedió todo, recuerda que solía pasar mucho tiempo con su hermana “y le arrebataron la vida de la peor forma posible”. “Es muy triste esto para nosotros, fuimos creciendo con mucho odio y rencor al ver que la justicia es tan lenta”, agregó.
Para la familia de Rocío, la única pena posible que podía reparar en parte lo que sufrieron era la prisión perpetua. No obstante, la declaración de Norma, la mamá de Rocío, fue una “prueba central” para que al menos los culpables no salieran impunes.
En el juicio que terminó días atrás, también declaró Kevin, el hijo de la víctima, que actualmente tiene 14 años. En su testimonio ante el tribunal, contó su abuela Norma, el chico lamentó “que su mamá no pudo estar nunca en un cumpleaños suyo para darle un beso”.
“Él conoció a su mamá por fotos, recién ahora pudo empezar a hacer el duelo”, concluyó la mujer.