Vanesa Celma no se suicidó. Tampoco murió en un incendio ni “por amor”, como dijo una jueza. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), que revisó el caso, estableció que fue víctima de un femicidio y después de 14 años de lucha, sus hijos recibirán una compensación económica. Sin embargo, la causa no tuvo detenidos ni imputados.
La pareja de Vanesa, Omar Díaz, estaba con ella aquel fatídico 26 de junio de 2010, cuando la mujer salió literalmente en llamas de la habitación que compartían, apenas minutos después de que su hijo mayor - de cinco años en ese momento -, los escuchara discutir. No importó entonces el testimonio del chico sobre los reiterados episodios de violencia en su casa ni la declaración de la enfermera que atendió a la víctima, a quien ella misma le contó antes de morir que su marido le pegaba, la insultaba y que la prendió fuego. El expediente fue caratulado como incendio y se archivó.
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Ese fue el primer “cachetazo”, como ellos mismos lo definen, que recibió la familia de Vanesa Celma por parte de la Justicia, aunque no el último. “El resarcimiento o las disculpas, hoy que no están ni el papá ni la mamá de Vanesa, llega tarde. Pero los hijos de Vanesa necesitan una vida libre de violencia”, dijo a TN Eva Domínguez, cuñada de la mujer asesinada y activista en la Asociación Atravesados por el Femicidio.
En este sentido, destacó la importancia de la medida como una forma de marcar “un antes y un después”. No solo para ellos, sino también para todos los familiares de víctimas de violencia o femicidios que deben salir a buscar Justicia.
El femicidio de Vanesa Celma
Vanesa tenía 27 años y estaba embarazada de ocho meses cuando la asesinaron. Según reconstruyeron las crónicas policiales en ese momento, la relación del matrimonio se había convertido en una combinación tóxica de celos y violencia, que “se agravó cuando Celma descubrió que Díaz la engañaba con otra mujer”.
El día del hecho, su pequeño hijo Alexander los escuchó discutir y se acercó a la habitación de sus padres. Fue entonces cuando notó que salía humo por debajo de la puerta y la abrió. La escena de la que fue testigo en ese instante fue digna de una película de terror. “Vanesa salió de esa habitación prendida fuego y adentro solo estaban ellos dos”, sostuvo Domínguez, en referencia al marido de la víctima y padre de sus hijos.
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En shock y con apenas cinco años, el nene salió a la calle a pedir ayuda y poco después una ambulancia trasladó a su mamá al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, donde le hicieron una cesárea de urgencia para que naciera Malena. La beba sobrevivió el feroz ataque y Vanesa luchó también por su propia vida, pero perdió la batalla. Murió el 22 de noviembre.
El largo camino de la verdad
El día que murió Vanesa, su familia empezó a dar los primeros pasos en lo que sería un camino lleno de obstáculos que los tuvo a prueba durante 14 años. En primera instancia, la Justicia calificó el caso como un incendio accidental. “Como si Vanesa no fuera una persona, sino una cosa. Como si se tratara de una mesa o una silla”, cuestionó su cuñada, en diálogo con este medio.
“Vanesa murió por amor”, diría después la fiscal Lucía Aráoz. A la jueza Mónica Lamperti, a cargo del Juzgado de Instrucción N°12, no le hizo ruido tal afirmación. Por el contrario, ella tampoco creyó que se tratara de un caso de violencia de género y lo cerró como un “incendio seguido de muerte” sin que Díaz fuera nunca investigado ni imputado.
Mientras tanto, los familiares seguían golpeando puertas para denunciar que se habían perdido pruebas y exponer la negligencia policial y judicial. Nunca bajaron los brazos y así lograron que el expediente fuera recaratulado como “averiguación sobre la muerte de Vanesa Soledad Celma”. También gracias a esa lucha llegaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La revisión que llevó a cabo el organismo internacional fue clave para que por fin la muerte de Vanesa fuera reconocida como femicidio, pero su pareja sigue sin siquiera acercarse al radar de la Justicia.
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“Marcó mucho dolor el femicidio de Vanesa, tanta impunidad”, lamentó Domínguez. En este sentido, como contracara de ese dolor, señaló: “Díaz hace una vida normal, nunca se lo investigó y sigue siendo árbitro (de la liga rosarina de fútbol)”. “Hemos llevado cartas en distintas fechas para que sepan que tienen un árbitro femicida”, resaltó.
Un acto de “dignificación”
A fines de 2023 llegó un poco de alivio para la familia. En un acto oficial “de dignificación” en la ciudad de Rosario, la provincia de Santa Fe reconoció su “responsabilidad en la falta de investigación de los hechos que determinaron la muerte de Vanesa Soledad Celma en un contexto de violencia de género”. “El Estado es responsable por las cosas que no hace”, señalaron.
El gobierno local admitió también “la vulneración de derechos de Vanesa Celma y sus hijos a la integridad personal, a las garantías judiciales, a la protección de la honra y la dignidad, a la igualdad ante la ley, y a la protección judicial efectiva”.
Fue un primer paso importante para cambiar el rumbo después de tantos años sin justicia, y esta semana por fin la Fiscalía de Estado, a través de un “Acta Compromiso de Solución Amistosa”, ratificó que cumplirá con la medida de compensación económica acordada y se le abonará a los hijos de Vanesa una determinada cantidad de dinero.
Si bien nada alcanza para reparar el daño irreversible que sufrió la familia de Vanesa, es un comienzo. “Todavía falta mucho, pero hoy podemos ver algunos cambios en la Justicia, vemos fiscalías con perspectiva de género”, subrayó Domínguez. Estos avances, aunque pequeños, reafirman el camino que todavía queda por recorrer y la necesidad de un cambio social para proteger a las víctimas. “Las mujeres no aparecemos muertas, nos está matando el machismo”, concluyó.