“Ma, te amo”, se despidió Salomé en un mensaje el sábado 16 de febrero de 2013. La adolescente, que en ese momento estaba a punto de cumplir 13 años, acababa de salir de la casa de su abuela en San Miguel para ir a encontrarse con una amiga, pero nunca llegó. La pesadilla que empezó ese día para Alejandra Valenzuela tuvo un giro macabro seis años y ocho meses después. Ese fue el tiempo que le llevó a la Justicia confirmar que a su hija la habían asesinado de un disparo en la cabeza y enterrado como NN cuando apenas habían pasado unas horas desde su desaparición.
La búsqueda desesperada que atravesó a Alejandra fue consecuencia de una cadena de errores que finalmente la dejó devastada frente a una verdad tardía y a medias. Casi siete años habían pasado entonces y otros cinco más vinieron después, pero la causa que investiga el crimen de Salomé Valenzuela sigue abierta y sin ninguna persona imputada. “Lo que pasó con mi hija todavía es una incógnita. “Lo que me hicieron no tiene perdón””, afirmó Alejandra, en diálogo con TN. Y lamentó: “Hubiera preferido seguir engañada, creerla viva”.
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Seis años y ocho meses de agonía
Eran las 19.15 de aquel sábado cuando la mujer recibió el mensaje de su hija sin saber que sería el último. Dos días más tarde, el 18 de febrero de 2013, en lugar de celebrar con ella su cumpleaños, la mujer lo pasó en la comisaría N°3 de San Miguel para denunciar su desaparición.
Unas 48 horas después, se enteró por una vecina de que habían encontrado el cuerpo de una nena calcinado cerca de su casa, en el barrio Sarmiento. Con un nudo en la garganta, Alejandra fue la comisaría a pedir que cotejaran el ADN, pero le dijeron que no era Salomé. No le prestaron atención, ni siquiera la dejaron reconocer el cuerpo y ella se fue, sin imaginar que la agonía que iba a durar años se podría haber terminado en ese mismo instante.
“La foto de mi hija estaba en todos lados”, recordó Alejandra, sobre los casi siete años que buscó a Salomé, y enumeró: “En el Registro de Personas Extraviadas, Missing Children, la Fundación Marita Verón”. Ella misma salió a buscarla noches enteras, hizo guardias en cada boliche de José C. Paz, se ilusionó con cada pista que surgía de la declaración de testigos que aseguraban haberla visto. Todas y cada una la llevaron a un callejón sin salida.
“Era su hija”
En 2018 el Ministerio de Seguridad ofreció una recompensa de 500 mil pesos para quien pudiera aportar datos ciertos que ayudaran a encontrarla, pero ni así lograron dar con Salomé. “En octubre de 2019 le mandé un mensaje al fiscal pidiéndole si podían hacer una proyección de cómo sería el rostro de mi hija en ese momento”, relató a este medio. Por eso, cuando la respuesta llegó y la citaron para que fuera a la fiscalía unos días después, el martes 22 de octubre de 2019, ella fue tranquila pensando que iban a mostrarle el trabajo que estaban haciendo con las fotos de la nena.
La presencia policial fue lo primero que le llamó la atención al llegar. Por unos segundos llegó a ilusionarse con la posibilidad del reencuentro, pero entonces la hicieron pasar a una oficina y un antropólogo forense disparó: “La chica muerta por la que usted había preguntado hace más de seis años, era su hija”.
Alejandra no pudo asimilarlo inmediatamente. Por el contrario, les dijo a todos que estaban equivocados. Les mostró una cadenita que llevaba con dos dijes, una nena y un varón, porque un testigo declaró que había visto a Salomé con un bebé. “Yo creía que estaba viva, que tenía un nieto y se me vino el mundo abajo”, enfatizó.
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A Salomé la habían matado el mismo día que desapareció. Le habían pegado un tiro, la quemaron y descartaron su cuerpo en un descampado, a unas 20 cuadras de su casa. Pero no la encontraron porque la buscaran a ella sino gracias a que otra familia, que también buscaba a una menor de su misma edad, pidió que exhumaran ese cuerpo para ver si el material genético coincidía con el de su hija. No era, pero, en cambio, reveló cuál había sido el destino de la chica que estaba desaparecida desde febrero de 2013.
“El 16/02/13 desapareció, el 17/02/13 la mataron, el 18/02 su cumple. El 18/07/14 la enterraron como NN. El 11/07/18 exhumaron su cuerpo. El 22/10/19 me citaron para darme la peor noticia. El 13/11/19 vi las fotos de aquel 17… El 21/12/19 me reencontré con Salo después de 6 años a través de un cajón. El 22/12/19 fue enterrada por segunda vez… ¿Cómo seguir con tanto dolor? Tantas fechas, siendo que la única que tendría que tener es la de su cumple”, escribió desgarrada por dentro Alejandra Valenzuela en su cuenta de Facebook, el 11 de julio de 2020.
La cadena de errores y otra búsqueda contrarreloj
Según denuncia la mujer, la fiscalía que llevaba la causa por la desaparición de su hija Salomé y la que investigaba la aparición del cuerpo compartían el mismo edificio, a pocas puertas de distancia. Pero nunca se les ocurrió cruzar información. “Lo que falló en la búsqueda de Salo fueron los funcionarios públicos”, subrayó Alejandra.
Y precisó: “Desde el subcomisario de la comisaría 3ra. de José C. Paz que no nos dejó reconocer el cuerpo porque no le pareció que fuera la misma persona hasta la fiscal de Malvinas Argentinas Gabriela Disnan. Ella creyó que Salomé estaba viva, pero para creer que estaba viva estaba yo, que soy la madre”.
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La causa por la desaparición de Salomé se convirtió en la investigación de un crimen que ahora busca dar, ya no con la víctima, sino con el o los asesinos de la adolescente. “No sé si se va a llegar a saber la verdad porque pasaron muchos años, se perdieron pruebas”, lamentó su mamá, convencida de que una sola persona no pudo ser responsable de lo sucedido con su hija.
En febrero del año próximo, al cumplirse los 12 años, si no se logra imputar a ningún sospechoso, el expediente se cerrará automáticamente y el asesinato de Salomé quedará impune.
“Yo solo espero, ahora con las declaraciones, que alguna persona se quiebre y hable”, manifestó Alejandra, y remarcó: “Lo único que me mantiene en pie es el odio hacia esas personas (los asesinos). Quiero verlos, no me quiero ir de este mundo sin verlos pagar por lo que hicieron”.
Un día a la vez
Tras la desaparición de su única hija, encontrarla fue el motor que mantuvo a Alejandra en movimiento durante los primeros años. Cuando la encontraron por fin, consiguió respuestas pero la verdad también le dejó un vacío con el que tuvo que aprender a convivir.
“Tengo días tristes y días malos, ya no hay días buenos”, sostuvo Alejandra Valenzuela, sobre el cierre de la entrevista con TN. “Por más que haga cosas para ocupar el tiempo, para tratar de pensar en otra cosa, cuesta muchísimo”, agregó.
Entonces la mamá de Salomé se aferra a los recuerdos para pelearle el lugar a la ausencia “Trato de recordarla con alguna de sus cosas, escuchado alguna canción que a ella le gustara....pero hay días que puedo ver sus fotos y otros días que no”, apuntó.
“Trato de estar bien, a veces me encuentro con amigos y es normal que la gente hable de sus hijos, muchos hablan de sus nietos, y entonces me pongo mal porque yo no puedo hablar de nada de eso”, afirmó con la voz quebrada. Y concluyó: “Es un vacío enorme que uno tiene por dentro cuando pierde un hijo”.