El 27 de mayo de 1996 Fabián Tablado asesinó de 113 puñaladas a su novia Carolina Aló en su casa de Tigre. La mató con dos cuchillos tramontina, una cuchilla de cocina y un formón de carpintería que le dejó clavado en el pecho, pero como todavía no existía la figura del femicidio, la Justicia lo condenó a 24 años de prisión por homicidio simple y hoy ya está en libertad.
Después de varios intentos fallidos por fijar domicilio en distintas ciudades, Tablado terminó instalado en la capital de Misiones, donde recibe asistencia de la Fundación cristiana Filipos. Este miércoles se vencía el plazo de la perimetral que el femicida tenía para acercarse a menos de 300 kilómetros del padre de la víctima, Edgardo Aló, y la Justicia de San Isidro decidió prorrogarla por un año más.
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“Es una perimetral inédita”, subrayó Edgardo, en diálogo con TN, y añadió: “Cuando él ya tenía la valija preparada para volver a su casa, ni siquiera puede entrar a Buenos Aires, mucho menos a Tigre”. La medida se monitorea con una tobillera electrónica e incluye además un botón antipánico que le otorgaron al papá de Carolina Aló, algo que también es novedoso en el país. “Es la primera vez que la Justicia argentina lo otorga de hombre a hombre”, precisó.
El femicidio de Carolina Aló
Aquella noche fatídica, alrededor de las 22, la pareja aprovechó una hora libre que tenían en la Escuela 1 Marcos Sastre y se retiró antes del horario de salida. Todo ocurrió en no más de una hora, que fue el tiempo que le llevó a Tablado caminar con la joven unas 15 cuadras hasta su casa, donde su familia no estaba, y asesinarla en medio de una discusión.
Lo que ocurrió en el interior del domicilio de la calle Albarellos 348 fue una verdadera cacería. Tablado persiguió a Carolina por las escaleras, la cocina y la alcanzó finalmente en el garaje, donde desplegó toda su crueldad sobre ella.
A las 23.45, tras ser alertado por una llamada telefónica, Edgardo Aló llegó al lugar. La puerta estaba entreabierta y pudo ver así el cuerpo de su hija. Ese fue el momento en el que todo cambió para siempre.
Señales a destiempo
Carolina tenía 15 años cuando se puso de novia de Tablado, que en ese momento tenía 18. Casi tres décadas después, el padre de la adolescente recuerda la primera impresión que tuvo cuando lo conoció.
“Él nunca me gustó, pero en contra de mi voluntad dejé que siguieran con esa relación mirándolo de costado nada más”, dijo a TN Edgardo. No se opuso al noviazgo porque todos le decían que los dejara, que eran chicos, que era normal... y él por sobre todo quería ver feliz a su hija. Pero a medida que pasó el tiempo, empezaron a aparecer señales y el recelo del principio le dio paso a una auténtica preocupación.
“Carolina nunca me contó nada, pero nos conocíamos tanto que con solo mirarnos sabíamos que algo pasaba”, señaló su papá. Y resaltó: “Después empecé a notar que, contrariamente a lo que le podía pasar a cualquier chica, ella estaba alegre cuando se separaba de él. Entonces algo me empezó a hacer ruido, pero en esa época no se hablaba todavía de femicidios”.
Una noche, la adolescente volvió a su casa con el tabique nasal roto. “Nos dijo que se había caído, que se había golpeado contra la pared”, recordó Edgardo. Pero cuando fue al colegio a pedir explicaciones, se enteró de que Tablado le había pegado una trompada en la cara en medio de una clase y que la directora, inexplicablemente, los había amonestado a los dos.
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“Carolina tenía pánico, tenía miedo de contarlo, tenía miedo de las represalias”, afirma ahora el padre, con el dolor a cuestas de una revelación que llegó demasiado tarde. El asesinato de mujeres debido a su condición de ser mujeres no existía en ese momento como figura agravante en el Código Penal argentino, pero Carolina fue víctima de un femicidio, uno de los más resonantes de la historia criminal de nuestro país.
Un fallo cuestionado y una boda en la cárcel
Después de cometer el crimen, Tablado se duchó, llamó a un amigo para confesarle lo que acababa de hacer y se fue a esconder debajo del puente de la calle Tedín, a unas 20 cuadras de su casa. En ese lugar lo encontró la policía horas más tarde y se lo llevó detenido.
El juicio por el caso se llevó a cabo en 1998. La Sala III de la Cámara Penal de San Isidro, en un fallo dividido, resolvió condenar a Fabián Tablado a 24 años por homicidio simple. “La Justicia en principio tuvo ese fallo corrupto, que con 113 puñaladas consideraron que no hubo alevosía ni ensañamiento. Algo totalmente absurdo”, cuestionó Edgardo. El fiscal señaló en su alegato que además de las 113 puñaladas hubo 19 golpes y un corte en la garganta.
En sus últimas palabras antes de escuchar el veredicto de los jueces, Tablado afirmó: “Me siento mal. No dicen la verdad cuando afirman que no siento dolor ni arrepentimiento. Siento un dolor tremendo que no sé expresar”. La defensa intentó que lo declararan insano y lo internaran, pero solo consiguieron esquivar la perpetua. El asesino fue a la cárcel y durante el período que estuvo encerrado volvió a ponerse de novio más de una vez y hasta se casó. “Hizo una fiesta para 50 personas”, detalló el padre de Carolina.
El hombre que no amaba a las mujeres
En febrero de 2020, beneficiado por la derogada Ley del “2x1″ y los cursos que hizo en prisión como “estímulo educativo”, Tablado abandonó la Unidad 21 de Campana y se fue a vivir a la misma casa de Tigre donde 24 años antes había asesinado a Carolina.
Apenas salió de la cárcel, le pidió perdón a la familia Aló frente a los cámaras de la guardia periodística que lo estaba esperando y también a “todas las mujeres”. No obstante, volvió a entrar y salir de prisión por nuevos episodios de violencia de género.
“Después de mi hija siguieron cinco mujeres más amenazadas de muerte, a la última novia que tuvo mientras estaba preso casi la mata con una bombilla en el cuello, la chica tuvo que salir corriendo”, apuntó Edgardo.
Roxana Villarejo, la docente con la que se casó en el penal y con quien tuvo mellizas, fue una de las parejas que lo denunció. “(Tablado) le dijo ‘te voy a tocar lo que a vos más te duele’”, habrían sido las palabras del femicida, según contó Aló, en una clara referencia a sus propias hijas. “A Tablado le hubiera correspondido reclusión perpetua como a Robledo Puch, todavía estaría preso y le faltarían siete años para cumplir lo mínimo”, lamentó el padre de la víctima. Y destacó: “No hubo justicia, hubo corrupción”.
No solamente matan a una víctima, sino que matan a toda una familia.
“Psicópata, sádico y perverso”
La primera perimetral que consiguió el papá de Carolina, cuanto Tablado salió de la cárcel por primera vez, fue de 500 metros. Después, ante la violación reiterada de esa prohibición, la Justicia extendió la medida a 1000 metros, pero volvió a pasar muy cerca del lugar en donde trabajaba Edgardo Aló.
Esto, sumado a la denuncia de las mujeres por violencia de género, fue lo que logró la perimetral inédita de 300 kilómetros que fue renovada días atrás por un año más. “La Justicia del año ‘96 fue totalmente corrupta, pero esta Justicia entiende que (Tablado) es un ser totalmente peligroso, por ser psicópata, sádico y perverso. No lo digo yo, lo dicen los estudios”, subrayó Edgardo.
Un dolor imposible de nombrar
A una persona que pierde a su pareja se le dice viudo. A quienes pierden a sus padres, huérfanos. Sin embargo, no existe un nombre que identifique a un papá o una mamá cuando pierde a su hijo. No hay palabras que puedan describir ese dolor. En este sentido, Edgardo Aló remarcó: “No solamente matan a una víctima, sino que matan a toda una familia”.
“El proceso es personal”, siguió y detalló: “En algunos casos puede terminar en muerte, por depresión, por tristeza.... en nuestro caso yo terminé separándome de la mamá de Carolina”.
Por su parte, Edgardo no se dedicó prácticamente a otra cosa desde aquel día que a recorrer Tribunales en busca de Justicia. También recibió amenazas y durante años vivió con custodia en la puerta de su casa.
Desde 2017 tiene una Fundación que lleva el nombre de su hija para ayudar a tomar conciencia sobre la violencia de género y el femicidio, desde la cual provee acompañamiento profesional, legal y psicológico gratuitos.
Uno de los logros que consiguió con su trabajo en la Fundación fue la Ley 15246, que instituyó día 27 de mayo de cada año como “Día de la Prevención de la Violencia en el Noviazgo” en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, que después fue replicado también en CABA y en Chaco.
“Nosotros estamos dando charlas en los colegios, pero necesitamos un lugar físico para establecer en zona norte una sede central donde poder atender a las víctimas absolutamente gratis”, pidió.
“Justicia nunca”
“Carolina era una campanita”, describe su papá, ya sobre el final del diálogo con TN. “Era la que hacía chistes, la que cantaba, la que bailaba....era una persona empática con todos, sobre todo con animales”.
Edgardo y Carolina eran padre e hija, pero también eran muy compañeros. “Compinches”, define él sin dudarlo, con orgullo en sus palabras. Pero entonces el recuerdo se vuelve a ensombrecer: “Me sacaron lo mejor que yo tenía, Carolina era mi todo”. Los años pasan, pero el dolor y la bronca nunca se van. “Una cicatriz que no cierra se nota, y duele por dentro”, explicó.
Edgardo Aló sufre porque su hija “no tuvo Justicia”. “¿Carolina tuvo abogados que pudieran apelar 113 puñaladas?, ¿Tuvo un juez que le diera la libertad de salir del cementerio?, cuestionó, y él mismo se respondió: “Esos son los derechos que tuvo Fabián Tablado, esa es la justicia que tenemos. Justicia nunca”.