Rosalía Soledad Paniagua es hasta el momento la única sospechosa en el crimen del empresario en un country de Pilar. La empleada doméstica de 34 años está acusada de haber asesinado a Roberto Eduardo Wolfenson Band, de robar su celular y de intentar desviar la investigación con la falsa pista de un supuesto amante.
El fiscal Germán Camafreita Steffich, titular de la UFI N°3 de Pilar, consideró que hay pruebas suficientes para dictarle la prisión preventiva a Paniagua. Según la investigación que tiene a su cargo, la mujer es autora penalmente responsable del delito de “robo calificado por el uso de arma utilizada en forma impropia en concurso real con homicidio criminis causae”, es decir, para la Justicia, la empleada mató al empresario para ocultar el robo.
Leé también: Detuvieron a una mujer acusada de matar a sus dos hijos adolescentes: habría ocultado los cadáveres en su casa
El crimen se produjo el 22 de febrero pasado, aproximadamente entre las 8 y las 13.53, pero el cuerpo de Wolfenson fue encontrado recién al día siguiente por un amigo que, al no tener noticias sobre él, entró a su casa junto con dos vigiladores y se topó con una escena demoledora: la víctima estaba tirada en una de las habitaciones, sobre un charco de sangre, y con la misma ropa deportiva que llevaba puesta la tarde anterior.
Primero se pensó que había muerto por un paro cardíaco, pero la autopsia arrojó un dato perturbador. El empresario había sido asesinado por asfixia y tenía lesiones en sus manos, lo que indica que intentó defenderse. En el lugar faltaban algunas pertenencias de la víctima, entre ellas su celular, pieza clave para llegar hasta la empleada doméstica, quien fue la última persona que lo vio con vida.
Un supuesto amante llamado “Félix”: el relato “mendaz” que fue desacreditado por la Justicia
Paniagua fue detenida el 23 de marzo, al cumplirse un mes del crimen, después de ser registrada por las cámaras de seguridad de la estación de tren de Presidente Derqui, manipulando el Motorola modelo MG4 que le pertenecía a Wolfenson.
Esto sucedió minutos después del horario en el que ocurrió el asesinato. Incluso, la antena de la compañía telefónica detectó que el dispositivo se activó entre las 14 y las 15.07, cerca de esa terminal de ferrocarril, según describieron los peritos informáticos.
Al ser acusada de haber matado a su patrón, la mujer pidió ampliar su declaración y prometió “contar toda la verdad”. Sin embargo, dio una versión que para la Justicia está bastante alejada de la realidad y que el fiscal describió como “mendaz” (mentiroso).
La mujer declaró que estaba trabajando temporalmente, y que en una semana iba a volver la antigua empleada doméstica. Dijo que el día del crimen llegó a la vivienda a las 8 de la mañana y que entró por el lavadero, ya que esa puerta “siempre la dejaban abierta”.
Mientras limpiaba, relató que el empresario se había metido a bañar y que de repente apareció un hombre que le dijo “hoy te toca hacerme todo lo que yo te diga”. La mujer, según su declaración, pensó que era alguien de la familia. Lo describió como una persona de alta estatura, de 1.80 aproximadamente, vestido con un jean, zapatillas negras y una chomba. Dijo que tenía la tez trigueña, pelo castaño y rapado con máquina abajo de la nuca.
Leé también: “Volvió con un golpe en el ojo y arañado”: una mujer denunció por maltrato a la directora de una guardería
“Era lindo, flaquito, más alto que el señor Roberto”, señaló en su descripción, y afirmó que “no era trabajador”, ya que “estaba limpito”. En su versión, este hombre sería el “amante” de la víctima, pero las cámaras de seguridad no registraron que alguien haya entrado a esa casa, más que la empleada doméstica.
La mujer contó que los vio besándose y que Wolfenson le dijo “no le cuentes a nadie de esto”. También dijo que intentó grabar la secuencia con su celular, pero que no pudo hacerlo “por nervios”. Otro de los datos que deslizó fue que el hombre “hablaba en portugués” y que “todo el tiempo tenía guantes de látex puestos”.
Después de terminar de limpiar, siempre con la versión de la imputada, declaró que se cambió, pero dejó olvidada la ropa de trabajo y otras prendas en el lavadero. “Cuando estaba saliendo, escucho que alguien me llama de atrás, me di vuelta y me dieron un golpe en la cara, en la nariz”, aseguró ante el fiscal.
La mujer dijo que en ese momento le salió mucha sangre, la cual habría quedado en el piso de ese pasillo donde habría sido atacada. Después contó que se desmayó y que cuando se despertó tenía las manos atadas “con una cinta gruesa transparente”.
La imputada declaró que mientras estaba en el piso, escuchaba que su patrón gritaba “basta, Félix” reiteradas veces y ruidos “como golpes”. Dijo que varios minutos después dejó de escuchar los gritos, vio que ese tal Félix salió de la habitación y que tenía “guantes amarillos y rojos puestos, como los que uso yo cuando está la señora”, haciendo referencia a la pareja de la víctima.
También declaró que esta persona tenía un cuchillo y los guantes “todos ensangrentados”. La agarró de los pelos, le pegó una cachetada y le dijo “vos no me conoces a mí, pero yo a vos sí. No le cuentes a nadie porque sé que tenés familia y un bebé. Te tocó estar en el lugar equivocado”.
Por último, dijo que el hombre agarró su mochila y comenzó a cargarla con pertenencias del dueño de la vivienda. “Con esto te vas a quedar callada”, le habría dicho el supuesto amante. De esta forma, salió por la puerta 2 del country, con el bolso rojo cargado con un parlante bluetooth, un candelabro de bronce, pulseras y cadenitas.
La cámara de vigilancia la captó caminando hacia la salida, con la mochila colocada delante de ella, y tapándose la cara para que no la reconocieran. Fue en vano, ya que no había dudas de que se trataba de la empleada doméstica.
Las pruebas que complican a Paniagua
En el expediente al que accedió TN figura que, durante un allanamiento realizado en la casa de la imputada, encontraron el parlante rojo que había sido robado de la casa del empresario. Dijo que se lo regaló a su hijo y que le daba lástima sacárselo.
El informe judicial también detalla que el candelabro fue vendido por el marido de la imputada en una casa de empeño de metales de San Martín. Se trata de un Menorah, utilizado en la colectividad judía durante festividades.
Leé también: Los chats que podrían provocar un giro en la causa por el crimen de una beba en Villa Fiorito
Consultada por el celular del empresario, la mujer declaró que le sacó el chip y lo tiró en las vías del tren. “No sabía qué hacer con el teléfono. El hombre me dijo que me deshaga de él”, explicó. Esta versión fue desmentida por la fiscalía, ya que el celular fue prendido nuevamente a la 1 de la mañana del viernes.
Otra parte de su declaración que fue desacreditada fue la de la sangre que supuestamente dejó en el pasillo cuando le pegaron en la nariz. “El personal de Casos Especiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con luz forense en el escenario del hecho, no halló rastro alguno de manchas hemáticas donde refirió”, sostiene el documento.
En diálogo con TN, Camafreita Steffich aseguró que fueron tras la pista del supuesto amante de Wolfenson Band, pero “ni por nombre, ni por características físicas, hay personas que respondan al nombre de Félix”.
Leé también: Crimen del peluquero en Recoleta: la millonaria suma que ofrece el Gobierno para encontrar al acusado
Como la declaración de la acusada no puede ser tomada como prueba, en el pedido de dictado de prisión preventiva, el fiscal consideró: “Debo mencionar y destacar que una cosa es mentir para ejercer su derecho de defensa legalmente amparado, y otra cosa es mentir para desviar el curso de la investigación, circunstancias puestas de relevo en todos los dichos de la aquí imputada, ya que fueron desvirtuados con prueba científica y testimonial a lo largo de la investigación”.
La mujer quedará detenida hasta tanto la Justicia determine si efectivamente es la autora material del homicidio. Por el momento, no hay más sospechosos mencionados en la causa y la fiscalía espera los resultados de otras medidas de prueba.