Nicolás Pachelo le envió unos mensajes determinantes a su abogada después de enterarse de que fue condenado a prisión perpetua por el crimen de María Marta García Belsunce.
“Hasta acá llego”, le advirtió el acusado a la letrada Raquel Pérez Iglesias a través de WhatsApp, asegurando que habría tomado la decisión de quitarse la vida. Es que el Tribunal de Casación penal revocó el fallo que lo absolvió en 2022 y, finalmente, lo sentenció.
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“Lamentablemente, estamos peleando solos los tres contra un sistema entero. Yo no pude conseguir que me pongan solo en una celda por razones obvias. Pero hasta acá llegó Raquel. Tenía pensado ponerle fin esta misma noche. Buscaré mi momento”, agregó.
Iglesias le respondió por audio y él le contestó: “Sos una gran persona y abogada. Te agradezco por todo lo que has hecho por mí”. Después, ella intentó llamarlo, pero no recibió respuesta hasta este jueves por la mañana.
“Me estoy despidiendo de a poquito. No es fácil. No puedo hablar, no estoy solo. Esto va más allá de García Belsunce”, aseguró Pachelo.
La letrada trató de persuadirlo para que no atente contra su vida. “Por favor, dejame que pueda dar vuelta este fallo absurdo de Casación horizontal. Si te fueras en este momento quedaría esto así. No les des ese gusto. Lo vamos a revocar”, aseguró.
“Estamos solos contra la corporación. Yo no tengo más espíritu. Es difícil que lo entiendas. Pero no tengo más nada para dar ni para recibir. Se lo estoy explicando uno por uno a mis seres queridos y también lo hago con vos. Somos momentos y ya fui muy feliz”, fue el último mensaje que le mandó a su abogada.
La oscura historia de Nicolás Pachelo: su adicción al juego, una vida de lujos y las tragedias que lo marcaron
La vida de Pachelo está marcada por tragedias, adicciones y violencia. Nació en junio de 1976, en el barrio Villa Rosa de Pilar. Vivió en un departamento de Retiro junto a sus padres, Silvia Magdalena Ryan y Roberto Pachelo, rodeado de lujos, ya que se trataba de una familia con un buen pasar económico.
Su papá, apodado “el gordo”, era un reconocido piloto de carreras, pero se dedicaba a administrar una tosquera en Pilar que luego le heredó a su hijo. Se suicidó en 1996, cuando Nicolás tenía 20 años. La pareja de Roberto, Jacqueline Barbará, declaró que el joven tuvo que ver con su muerte y pidió que lo investiguen, asegurando que tenía sentimientos “de odio” contra su padre.
En 2003, a Nicolás lo volvió a golpear una tragedia: su mamá se tiró del piso 11 del mismo departamento donde vivió durante su infancia, después de enterarse de que su hijo era un delincuente y, posiblemente, un homicida.
Pachelo no tuvo un trabajo estable más que como ayudante en la empresa familiar y una changa como paseador de perros que hizo cuando era adolescente. Intentó tener su propia empresa con su esposa, Inés Dávalos Cornejo. Así fue que en 2007 fundaron NICODAVA S.A., firma dedicada a la construcción, que nunca logró despegar.
Por desgracia de la familia Pachelo, Nicolás encontró su -lamentable- “vocación” como delincuente en el country Tortugas. Allí se mudó con su esposa y sus tres hijos, y cometió múltiples robos en la casa de sus propios amigos.
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Según contó Inés en el juicio, él era amigo de empresarios y políticos con los que solía jugar a la pelota. Se ganó su confianza y luego los traicionó. A uno de ellos le robó una copia de las llaves de su casa y entró cuando no estaban. Se llevó un televisor, un teléfono inalámbrico y varías cámaras de fotos.
También lo acusaron de robar en otras cinco casas del mismo barrio privado. Entre las víctimas hay un banquero, un empresario gastronómico y hasta la hermana de un ex intendente de Pilar, de donde se llevó 32.000 euros, entre 1600 y 2000 dólares, 9000 pesos, tres lingotes de oro, una pistola Glock, joyas y relojes.
Cuando se mudó a Carmel, los vecinos empezaron a tenerle desconfianza, ya que se rumoreaba que tenía antecedentes delictivos. Incluso, fue apuntado por los García Belsunce por haber secuestrado a su mascota, un labrador negro.
En el juicio en su contra, su ex lo defenestró: “Yo me di cuenta de que era turbio, que tenía muchos problemas. No tengo mucho recuerdo de lo que pasó en Carmel, por ahí tengo recuerdo de lo que pasó en Capital por robos y hurtos que cometía. Es muy mentiroso y controlador. Es un tipo que impone miedo, yo sentía miedo”.
También contó que era jugador compulsivo, que apostaba en el póker, y que había perdido toda su herencia debido a su adicción al juego. A principios de 2012, Pachelo se consagró campeón del Mantra Grand Slam de Punta del Este, donde ganó nada más y nada menos que 61 mil dólares. Claramente, lo “patinó” todo en las apuestas.