Alejandra Cremella tenía todo preparado para los 30 años de Facundo Iglesias. Sin embargo, ese día tan especial la encontró al frente de una movilización para pedir que capturen al asesino de su hijo, y que otro crimen absurdo a la salida de un boliche -esta vez en San Miguel, zona oeste del Gran Buenos Aires- tenga justicia.
La noche del domingo 10 de diciembre, Facundo salió a bailar a Kushen Bar. Pasadas las 5.00 de la mañana, en el cruce de las calles Balbín y Rosetti -a unos metros del local-, un hombre lo atacó por la espalda y, sin dar margen para una eventual defensa, lo levantó por el aire de una trompada. El impacto de la cabeza contra el asfalto fue brutal.
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Un nuevo crimen a la salida de un boliche, otra familia destrozada: el video clave de la investigación
Todo quedó documentado en un video que empezó a circular en las últimas horas y que ya es la prueba clave de la investigación. “Uh, lo dejó noqueado, boludo, lo mató”, dice una chica durante esos segundos que dura la secuencia.
Facundo quedó inconsciente y fue trasladado en ambulancia al hospital de San Miguel. Horas más tarde, frente a los médicos que lo atendieron, contó su versión: dijo que poco antes el agresor le había querido robar el teléfono celular.
“Yo no quería saber nada con ver las imágenes. Las vi casi sin querer. Nadie se prepara para la muerte de un hijo, y menos de esa forma. Yo ya estaba muerta y ver el video fue como morir otra vez”, cuenta Alejandra a TN.
En el Hospital Municipal Raúl Larcade, a Facundo le hicieron una tomografía en la cabeza. Cuenta su mamá que, al no encontrar “nada de importancia”, lo mandaron a la casa.
Al día siguiente, el joven se sintió mal e ingresó en el Hospital Bocalandro, en Loma Hermosa. “‘Mami, me duele todo’, me repetía. La cabeza le dolía espantosamente”, detalla Alejandra.
Una nueva tomografía sembró un panorama diferente: Facundo tenía un edema cerebral y un daño neurológico severo. El cuadro se fue agravando hasta que el organismo del joven no resistió más. El 20 de diciembre, luego de agonizar 10 días, Facundo murió.
“Ingresó un lunes en el hospital y todavía hablaba. El jueves fue desmejorando. Ya no coordinaba bien las palabras. El edema le aplastó el cerebro”, sostiene Alejandra, todavía atormentada por “ese ruido espantoso que se escucha en el video cuando la cabeza pega contra el asfalto”.
“A mi hijo lo reventaron contra el piso. Y fue a traición, por la espalda. Se ve todo en el video. Se ve que llega corriendo y lo levanta por el aire. No tengo odio, pero sí mucha angustia por no haber podido defenderlo”, profundiza la mamá.
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“Mi hijo conocía al asesino”
El agresor fue identificado como Juan Manuel González (28) y, por el momento, está prófugo. “Desapareció cuando se enteró de que a Facundo lo habían intubado, según me comentaron. Habrá visto por nuestras publicaciones en redes que lo estábamos buscando”, menciona Alejandra.
“El asesino era vecino de mi hijo. Facundo lo conocía”, afirma la mujer, y sigue: “Él llegó a contarme lo que había pasado. Me dijo que le quiso robar el teléfono, y que él no se iba a dejar robar. Recién había pagado la primera cuota”.
Alejandra asegura que no existió una pelea previa entre su hijo y el sospechoso. “Hay otro video y no se lo ve a Facundo pelear en ningún momento. Y cuando lo atacan, nunca reacciona”, dice, y amplía: “El agresor antes golpeó y le robó a un amigo de mi hijo”, relata. Todo está siendo investigado por la UFI N°21 de Malvinas Argentinas, a cargo de la fiscal Lorena Carpovich. Interviene, además, el Juzgado de Garantías N°2 de San Martín.
Según la mamá de la víctima, González tiene denuncias previas por intentos de homicidio, robos y violencia de género: “Hubo un allanamiento el 20 de diciembre en su casa, y la encontraron vacía. En el barrio todos saben quién es”.
Facundo Iglesias trabajaba en una verdulería cercana a su casa del barrio Puerta 4. Y tenía un hijo: Benicio, de 9 años. “Mi hijo era un ser muy especial. Solo basta con fijarse en las publicaciones, en las redes sociales para ver cuántos amigos tenía, cuánta gente lo quería”.
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José, tío de Facundo, cuenta que el joven festejaba tres veces sus cumpleaños. “Una con sus amigos, una con su padre y su familia, y una con nosotros”, dice, y sugiere que alguien esconde al sospechoso: “Queremos que su cara se difunda todo lo posible para que, a quien lo tenga, le queme. Hay pruebas más suficientes de que tiene que ir preso y no salir más, o por lo menos quedarse adentro unos cuantos años”.
“Era buen padre y buen hijo. Laburador, con valores. Los domingos, él siempre esperaba que yo le preparara el matambre a la pizza que tanto le gustaba. Era mi compañero”, concluye Alejandra.
