Su novio era afectuoso y dispuesto a responder con entusiasmo a toda clase de requerimientos. Para Verónica, los hombres que han matado poseían un atractivo oculto, y Kenneth Bianchi, su novio, había matado mucho. Era uno de los llamados “Estranguladores de Hillside” o “Estranguladores de la colin. El otro era su primo, Ángelo Bueno. Asesinaron y violaron con brutalidad a una cantidad desconocida de jovencitas, principalmente en el estado de Washington. Les probaron doce casos en los cuales las muertes las ocasionaron mediante el uso de bolsas de plástico cubriendo la cabeza de la víctima, inyecciones de productos de limpieza y descargas eléctricas. Verónica estaba encantada.
A Verónica Lynn Compton, su novio Bianchi le había arrebatado el corazón, pero a diferencia de sus víctimas, en sentido figurado. Hacia 1980 era una atractiva emprendedora de cabellos morenos, de 23 años, que adoraba las historias de crímenes reales y fantaseaba con llegar a ser poeta, dramaturga y actriz. Ese año le envió al recluso Bianchi una carta en la que le pedía su opinión como experto acerca de una obra que estaba escribiendo. El personaje del escrito era una asesina en serie que engañaba a la policía inyectando semen en los cuerpos de sus víctimas. En el terreno de la ficción esto no tiene nada de particular; de hecho, una trama similar aparece en best seller de Scott Turrow “Se presume inocente” (en cine protagonizado por Harrison Ford).
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Pero el pedido de Verónica llamó la atención de Bianchi y aún más lo hizo el aspecto de su admiradora cuando esta fue a visitarlo a la cárcel. Pronto las visitas llegaron a dos veces diarias y la pareja empezó a soñar un futuro en común en el que recorrían el mundo en un crucero de muerte, rodeados por los frascos que exhibían los genitales de sus víctimas.
El único problema para concretar su anhelo era que él estaba preso y ella libre. Pensaron, por el momento, en sacarle provecho a esta molesta circunstancia. ¿De qué manera? Pensándolo bien, ella mataría por los dos. Le bastaba tener el esperma de Kenneth para concretar la idea de su obra teatral. Al utilizar el de Bianchi, él la acompañaría en algo más que en espíritu: estaría junto a ella y quedaría depositado en los cadáveres
Tendrían, además, otro provecho que podrían usar en un recurso legal, es decir, para que Bianchi quedase libre. Así demostrarían que había un asesino suelto con sus mismas características y en base a ello introducir una duda acerca de que Bianchi había sido el autor de aquellos doce asesinatos que lo tenían en prisión.
Antes de que Verónica llegase a una de sus visitas diarias, Bianchi se masturbó y ya tenía listo su material genético dentro de uno de los dedos de un guante de goma. Verónica lo recibió disimulado dentro de un libro, con señalador, pues Bianchi no tenía mucha confianza en la sagacidad de su novia. Ella, de inmediato, voló hacia el distrito costero de Bellingham, en el estado de Washington, donde Kenneth y su primo Buono habían cometido la mayoría de sus crímenes.
Se registró en el motel Shangri-la utilizando el nombre de Karen. A la noche se fue a un bar de Bellingham y allí seleccionó a su víctima, la camarera. Una chica de 26 años de nombre Kim Breed. Las dos simpatizaron y luego de permanecer varias horas en el local, Verónica le propuso verla al día siguiente. Kim le dijo que le gustaría que fuera con ella a la tarde a hacer las compras. Así quedaron.
Las dos chicas llevaron las compras a la casa de la camarera y Verónica se quedó con ella mientras le daba de comer a sus dos hijos. A la noche salieron con algunos amigos de Kim. Bebieron y tomaron cocaína. Verónica, entonces, la invitó a tomar un último trago en su habitación del motel Shangri-La. Kim Breed aceptó. Una vez en la habitación, Verónica se metió en el cuarto de baño, agarró una cuerda para estrangularla. Cuando salió del baño, Kim se encontraba dándole la espalda. Se acercó a su víctima en puntas de pie, pasó la cuerda por el cuello de Kim y apretó con todas sus fuerzas.
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Kim era una entusiasta del aerobismo, la gimnasia y la defensa personal. Con una pirueta pudo zafar del ahorcamiento y aplicó una llave de lucha que derribó a Verónica y la dejó sin aire. Kim escapó, alertó a un amigo e hicieron la denuncia. La novia de Bianchi también huyó, pero al aeropuerto. Cuando su avión aterrizó en San Francisco, la pasajera Verónica Lynn Compton hizo un gran escándalo, a veces gritando, otras balbuceando. Los demás no sabían el motivo. Tal vez la frustración por no haber podido matar a Kim se haya manifestado al llegar a San Francisco. Para la Policía no fue difícil relacionar el aspecto de la pasajera alterada con la descripción que le habían pasado de Washington acerca de una mujer que había intentado matar a otra en un motel de Bellingham.
Verónica fue acusada de homicidio en grado de tentativa. Ese mismo año de 1980 le dieron 23 años de prisión. En la penitenciaría ella cambió el destinatario de sus cartas. Ya se había olvidado de Kenneth Bianchi; ahora el destinatario de sus misivas era el californiano Douglas Clark, llamado “El Apuñalador de Sunset”. Este correspondió a la dama y el cartero llamó dos veces para Verónica. El momento culminante de su fascinación hacia Douglas fue cuando este le contestó y le envió junto con la carta fotografías del cuerpo de una de sus víctimas a la que le había cortado la cabeza.
Verónica cumplió su pena por el intento de homicidio de Kim Breed y salió de la prisión en 2003. No se supo más de ella. Por su parte, Kenneth Bianchi se casó en la cárcel en 1989 con Shirley J. Book, a quien también conoció por carta. Le negaron varias veces la libertad condicional y podrá volver a pedirla en 2025. Acerca de Douglas, “El Apuñalador de Sunset”, había sido condenado a la pena capital en 1983 y todavía está en el corredor de la muerte.