El femicidio de Malvina Araya se podría haber evitado. Al menos esa es la sensación que sobrevuela por estas horas en la localidad bonaerense de Brandsen. Es que la víctima había hecho denuncias y hasta tenía una perimetral, pero nada de eso impidió que anoche su expareja y padre de sus hijos la asesinara. Antes de morir, sin embargo, fue la propia víctima la que se encargó de orientar la investigación.
“Andrés Orrego, tenemos una perimetral”, fueron las últimas palabras que pudo pronunciar Malvina. Los efectivos del 911 que respondieron al llamado y se presentaron en la escena alcanzaron a escucharla y de esta manera surgió el nombre el asesino, a quien más tarde encontraron ahorcado a pocos metros de un camino provincial.
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Malvina tenía 36 años y tres hijos, de cuyo padre se había separado hace un tiempo con el deseo de poder salir de ese infierno de violencia y maltrato al que Orrego la sometió mientras fueron pareja. Pero todo fue en vano. “Decidió separarse hace unos meses porque el marido la golpeaba y la iba a terminar matando”, contó un familiar de la víctima al portal local Detrás de la Noticia.
Denunció, se escondió en otra ciudad para que Orrego no la encontrara, pero todo fue en vano. En las últimas horas decidió volver a la ciudad para visitar a la familia y su ex la sorprendió cuando se disponía a cruzar las vías.
En base a la reconstrucción que se hizo del hecho, el femicida golpeó a Malvina hasta que perdió el equilibrio y cayó al suelo, la apuñaló cuatro veces a la altura del abdomen y después se escapó en su auto, un Peugeot 106 que había dejado estacionado a unos 50 metros del lugar.
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Mientras la víctima era trasladada de urgencia por el SAME al hospital Municipal Francisco Caram, donde finalmente murió en el quirófano, la policía desplegó un operativo de rastrillajes en la zona para ubicar al sospechoso. Horas después, encontraron el cuerpo de Orrego colgado de un árbol camino a Monte Viejo. Ambos tenían tres hijos en común, de 13, 15 y 18 años.
