La llegada de una grúa sorprendió esta mañana a los vecinos de la vieja casa de dos plantas en la que vivió y mató el cuádruple femicida Ricardo Barreda, ubicada en pleno centro de la ciudad de La Plata. En ese mismo lugar, pero hace tres décadas atrás, el hombre que murió casi en un estado de indigencia en 2020, había asesinado a escopetazos a su esposa, a sus dos hijas y a su suegra.
Así, delante de las cámaras de los teléfonos celulares de los testigos improvisados que se acercaron este jueves temprano a la calle 48 entre 11 y 12, se llevaron del garage de la vivienda dos autos viejos, un Ford Falcon y un DKW, que habían pertenecido al odontólogo.
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Meses atrás, el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia había informado que la propiedad en la que vivió Barreda con su familia fue cedida a la Municipalidad platense para, finalmente, convertirse en un centro de atención y prevención para víctimas de violencia de género.
La masacre del odontólogo
Era el 15 de noviembre de 1992. Ese día el odontólogo asesinó a su esposa, su suegra y sus dos hijas con una escopeta porque, según él, lo humillaban. Cuando todo quedó en silencio se dedicó a guardar los cartuchos que había usado para masacrar a su familia y el arma, escondió todo en el baúl de su auto.
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Sacó cajones, rompió cosas, desordenó papeles, armó prolijamente el escenario de un robo y se fue, como si nada hubiera pasado, a buscar a su amante. Con ella pasó las siguientes seis o siete horas y recién cerca de la medianoche, volvió y llamó al servicio de emergencias: “Vengan, entraron ladrones y lastimaron a mi familia”.
Finalmente, cuando su mentira quedó en evidencia, confesó y fue preso. La Justicia lo condenó a prisión perpetua pero, en mayo de 2016, declararon extinguida la pena y lo dejaron en libertad. Hace dos años, Barreda murió en un geriátrico.
El cuádruple femicida nunca volvió a habitar la casa familiar en la que ocurrió la tragedia.
“Arrepentido de mis pecados”: el epitafio que recuerda a Barreda
El único amigo del múltiple femicida Ricardo Barreda, quien lo visitaba en el geriátrico en el que murió en mayo, colocó una cruz sobre su tumba en el cementerio municipal de la localidad de José C. Paz en el día en que hubiera cumplido 85 años, con la frase “Arrepentido de mis pecados cometidos” como epitafio.
La cruz fue colocada a pedido del escritor Pablo Marti, su último biógrafo, quien confirmó que se le entregó a los empleados para que quedara frente a la tumba de Barreda.
*Con la colaboración de Diego Velázquez.