Roberto Carlos Bello ya no mira igual que antes. Perdió el gesto seductor, casi canchero, siempre dominante de todo aquello que lo rodea. Los casi seis meses que lleva encerrado le endurecieron el paso, pero no tanto las mañas. El último tiempo lo pasó en lo que se considera el lugar más confortable de la nada confortable cárcel de Sierra Chica: el pabellón evangélico, donde se hizo de una celda para dos que se cierra cada tarde a las seis en punto. Su tarea cotidiana, básicamente, es sobrevivir cada día hasta esa hora.
El resto de la jornada, El Estafador Argentino de Tinder convive con asesinos, ladrones reincidentes y narcos de temer, ya que está en el penal de máxima seguridad de la provincia de Buenos Aires.
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“Estoy bien, pero un poco lejos de todo”, le dice allí a Telenoche, en la entrevista mano a mano que concede para hablar de eso que lo tiene preso: las denuncias de mujeres que afirman que las sedujo por la aplicación Tinder, fingió ser un heredero millonario, las enamoró y luego las estafó. Una de ellas, incluso, logró que lo imputaran por violencia de género.
Bello asegura tener explicaciones para todo. “¿Cómo te llamás?”, le pregunta Telenoche. “Roberto Bello”, responde. “¿Y por qué en Tinder te presentabas como Roberto Rocca Mastellone?”, es la repregunta. El Estafador Argentino de Tinder afirma que tiene vínculos con esas dos familias a través de su madre y que son primos lejanos, aunque no puede explicar por qué sugirió ser heredero de ellas ni por qué llevó a mujeres hasta las empresas que manejan para exhibirlas como propias. “Son cosas que se dicen”, plantea.
Asegura que su único error fue tener dos relaciones en paralelo. Que las mujeres lo denunciaron por despecho. Cuando se le pregunta por la causa que tuvo en 2019, donde fue condenado a dos años de cárcel por estafas contra una pareja y contra el hermano de otra, afirma que el origen fue una venganza. Y que él reconoció judicialmente su responsabilidad porque estuvo “mal asesorado”. Si se le señala que las denuncias por las que está preso reseñan las mismas prácticas y engaños, sostiene que las víctimas se copiaron argumentos unas a otras.
En la entrevista también tiene tiempo de argumentar que, cuando les dijo a sus víctimas ser amigo del empresario Federico Bonomi, del productor Nacho Viale o de la propia Mirtha Legrand, en realidad lo entendieron mal. A Bonomi, aclaró, lo conoce de haber estado en el mismo lugar y haber comprado accesorios para motos en su local; a Viale y a Legrand, supuestamente por haber trabajado años atrás con un allegado a ellos y haber compartido un presunto festejo de cumpleaños.
Se autopercibe como víctima y niega el sufrimiento de las auténticas víctimas. Afirma que la mujer que lo denunció por haberla golpeado y arrastrado de los pelos sobre una copa de cristal rota, en verdad se lastimó jugando con su gato. Y que la víctima a la que embarazó y después dejó en la calle con sus hijos al fingir la compra de una casa que nunca pagó, en realidad solo tuvo una desavenencia de pareja con él.
Bello se sorprende cuando Telenoche le muestra un DNI falso con su rostro y otro nombre, que una de las víctimas encontró en una campera suya. “No es mío “, cuenta, y sugiere que alguien lo hizo para perjudicarlo.
Bello jura que no vio la serie de Netflix sobre el estafador de Tinder. “Pero lo mío fue antes, eh.”, aclara. Va a verla, promete con una sonrisa, pero jura que no volverá a usar aplicaciones de citas. “No tuve una buena experiencia”, reconoce, antes de ser trasladado de regreso a su celda.
Mirá la primera parte de la entrevista al Estafador Argentino de Tinder
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