“Eh, plata en mano loco, plata en mano”. El grito buscaba ordenar a los compradores distraídos que formaban fila en uno de los puntos de venta de droga la 1-11-14. En uno de los extremos, detectives de la División de Operaciones Área Metropolitana Sur de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA advirtieron la presencia de Jesús Alberto Ramos Pizarro, alias “Lalin”, tomando los billetes que intercambiaba por pequeños envoltorios de color negro, marca distintiva de “Los Antiguos”.
Ocurrió el 20 de marzo pasado, cerca del sector conocido como “El Corralón”, también repleto de “marcadores” y “chalecos”. Según la investigación, “Lalin” se encargaba del fraccionamiento de marihuana y figuraba en las anotaciones de los cuadernos secuestrados a la banda liderada por los hermanos Marco y Fernando Estrada Gonzáles, ahora aliados a Raúl Martín Maylli Rivera, más conocido como “Dumbo”.
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Nacido en Lima (Perú), el 23 de noviembre de 1985, Pizarro fue detenido en la casa que ocupaba en la manzana 26, el 30 de marzo. En el allanamiento, los agentes secuestraron cinco envoltorios de nylon, de color blanco, los cuales contenían en su interior una sustancia pulverulenta a base de clorhidrato de cocaína, con un peso de 3 gramos. También algunos pesos y su celular.
“Quiero empezar con lo que se encontró en mi billetera. Efectivamente, había cinco bolsitas de cocaína”, reconoció en indagatoria. Aunque se atajó: “Porque ese lunes yo salí a bailar junto a dos amigos”. Y relató: “Era un amigo mío y el otro era amigo de ese muchacho. Fuimos a bailar al centro a un boliche que se llama Terrible Lunes”, explicó.
“Antes de ir al boliche fuimos a comprar las 5 bolsitas, que eran para los tres, para nuestro consumo. Al llegar al boliche mi amigo me dijo que guarde las bolsitas para que seguridad no me lo encuentre y por eso yo lo puse en mi billetera en el bolsillo chiquito, y guardé la billetera en mi pantalón. Ya veníamos escabiando hace rato, ya estábamos borrachos”, continuó con su defensa.
La noche, según relató, recién empezaba: “Cuando entramos conocimos un par de chicas y bailamos un rato. La pasamos bomba, nos pusimos en pedo y nadie se acordó de eso que teníamos. Ya cuando llegué a mi casa, que no me acuerdo como llegué porque estaba en pedo mal, me levanté y ya estaba en la cama con la remera puesta. El pantalón y la billetera estaban ahí y desde ese día que no los toqué”.
“Hice mi rutina diaria como todos los días porque yo trabajo vendiendo comidas. Desde las 8/8.30 me levanto y muchas veces salgo a comprar lo que me falta, porque normalmente yo compro un día antes lo que voy a hacer de comida el día siguiente. Me levanto a esa hora para eso y para cocinar, porque ya a las 11 tengo que poner los tupper en la bolsa y salir a vender”, siguió.
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“En la historia de mi WhatsApp publico lo que cocino y me van pidiendo por ahí. Yo pongo martes de una comida y miércoles de otra, y la gente me dice tráeme dos y les pregunto si están en su casa para llevarle. Y me dicen ‘llévale a mi señora que está en mi casa’ y así es como me manejo. Lo que me hacen pedido lo voy separando y lo que me sobra voy ofreciendo en la calle a remiseros y demás”, precisó.
Luego, el presunto narco insistió: “Eso que tenía estaba en mi billetera, no estaba en una bolsa ni en una media porque era lo que íbamos a consumir y al final no consumimos. Después, quiero aclarar que en mi casa hay pruebas de lo que es mi profesión porque hay tupper en todos lados. Los tupper me cuestan 3 por 250 y están en mi cocina los 17 aproximadamente que tengo. Ahí también están las ollas y mis insumos, que eran papas y pollo”.
“Yo no formo parte de ninguna organización y siempre me dediqué a laburar. Quiero aclarar que hace 12 años que vivo en la Argentina. Si me dedicara a eso que dicen, viviría cómodamente y no en esa pieza que alquilo y pago 5000 pesos por mes. Tengo las zapatillas que tengo puesta y nada más. Tengo mi tele, mi cama y la cocina, no tengo nada más. Es ilógico porque mi ritmo de vida no concuerda con lo que me están imputando”, argumentó.
“Yo ayudo a la gente del barrio cuando me sobra comida y tengo unos amigos argentinos que me hicieron padrino de su hijo. Yo no tendría que estar en la cárcel. La cárcel es para gente mala no para mí. Toda la vida laburé, desde chico mi papá me inculcó trabajar en Perú y eso hago también acá. Yo jamás use un arma me da pavor eso”, cerró.
El fiscal federal Eduardo Taiano, el titular de la Procunar Diego Iglesias y el auxiliar fiscal Matías Álvarez no le creyeron. Pizarro deberá responder, en principio, en calidad de coautores del delito de tráfico de estupefacientes en la modalidad tenencia con fines de comercialización agravada por la intervención de tres o más personas en forma organizada para cometerlo y coautores del delito de acopio de armas de fuego, sus piezas y municiones, ambos en concurso real entre sí.
Además, le trabaron un embargo sobre los bienes y dinero por $3.500.000.