Continúan los alegatos por el caso de la secta Yogui, una organización acusada de reducir a la servidumbre y explotar sexual y laboralmente a más de 30 personas.
En los alegatos de este lunes, los fiscales Carlos Fioriti y Fabián Celiz pidieron 40 años de prisión para la principal acusada, Silvia Capossiello, pareja del exlíder fallecido en prisión, Eduardo Nicosia.
También solicitaron penas de 27 años para Sinecio Coronado Acurero y 17 para Luis Fanesi. Los delitos por lo que se los acusa son: trata de personas, estafa, abuso sexual y reducción a la servidumbre. Además, Campossielo está acusada por resistencia a la autoridad y tenencia de armas de fuego.
Quemaduras, rebencazos, duchas de agua fría, patadas, ahogamientos en un inodoro y violaciones fueron algunas de las torturas relatadas el lunes pasado durante los alegatos de cierre del juicio.
Capossiello, Coronado Acurero y Fanesi están acusados de formar parte de una organización que actuaba en el Hotel City, ubicado en Alberdi 2561, en pleno centro marplatense.
La secta se valía de un “proceso de coerción psicológica y aislamiento de las víctimas, típico de las organizaciones sectarias, a partir de la manipulación psicológica que se les imponía”.
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La organización criminal actuó en Venezuela y en Argentina desde principios de la década de 1970, hasta su desarticulación, en julio de 2018.
Allí, se captaban a personas “interesadas en lo espiritual”, luego las “explotaban sexual y laboralmente” y les pedían “la entrega de bienes y dinero”. Además, eran sometidas a “un proceso de despersonalización” que les impedía tomar decisiones propias.
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El lunes 25 deberá presentar su alegato de cierre la defensa de los imputados, quienes cumplen prisión preventiva en unidades del Servicio Penitenciario Federal.
Un cuarto acusado al iniciarse el juicio, el psicólogo Fernando Ezequiel Velázquez, murió semanas atrás, mientras cumplía prisión preventiva.
Los relatos de las víctimas
Los testimonios descritos por la Fiscalía describen el horror que vivieron las personas que eran sometidas en la secta. Se destacaron los relatos de los hijos que el líder tuvo con algunas de las integrantes y con Caposiello, quienes aseguraron que fueron “criados en cautiverio”.
Entre varios relatos, una de las víctimas contó que vivió “siempre encerrada” y sufrió “castigos y palizas” durante 46 años hasta que logró escapar por miedo a que abusen sexualmente de su hija.
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De acuerdo a lo que informó la fiscalía, las personas fueron “entrenadas como perros”, comían “pomada de zapatos con sacarina” o “comida balanceada para conejos”.
También eran colgados de ventanas, lo ahogaban “con la cabeza dentro del inodoro” y los arrojaban por la escalera. Una de las víctimas contó que les aplicaban “pinzas de acupuntura” en los dientes y electricidad en los genitales.
Además, “les decían que el dolor no existía, que era una ilusión”, que “para el afuera todo lo que sucedía en la secta debía parecer normal”, que el líder era “un gurú espiritual”, un “ser evolucionado” e incluso la “reencarnación de Jesucristo”, y por ese motivo las palizas eran “una bendición”.