El 17 de abril de 2010, unos minutos después de las 8 de la mañana, fue el momento en que la vida de Silvia Luna cambió para siempre. Ese sábado asesinó a mazazos a su amiga Carla Bruzzoni en el bar “Matute” de General Las Heras, en el que ambas trabajaban como meseras. La Justicia la condenó, después atenuó su pena y finalmente la dejó en libertad en julio de 2013. Después de poco más de una década, Luna ya no esconde su nueva vida, pero no habla con los medios.
La vida en el pueblo, ubicado a unos 67 km de la Ciudad de Buenos Aires y en el que “todos se conocen”, fue la primera de la serie de coincidencias que ayudó a formar el vínculo entre las dos mujeres. Después, trabajar en el mismo lugar las acercó más. Pero no solo eso: Carla y Silvia compartían incluso su fecha de cumpleaños, el 7 de noviembre.
Aunque sus compañeros de trabajo confiaron en distintas notas a los medios que las dos tenían un carácter fuerte y que solían discutir algunas veces, no fue sino hasta una semana antes del casamiento de Silvia Luna con su pareja desde hacía 10 años, Juan Burgueño, que todo, inexplicablemente, se desmadró hasta terminar con una de ellas muerta y la otra presa por el asesinato.
La prueba de la infidelidad: el rumor que desató la tragedia
Silvia Luna y Burgueño se iban a casar el 24 de abril de 2010 y ya tenían todo listo. El salón, la comida y hasta las invitaciones repartidas, pero una semana antes empezó a circular por el pueblo un video que jamás hubieran podido prever.
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Según este rumor, las imágenes mostraban a Luna manteniendo relaciones sexuales con un hombre que no era aquel con el que iba a casarse y alguien pensaba “sorprenderla” pasándolo en pantalla grande nada menos que el día de su casamiento.
“Ese video ya lo tenía todo el pueblo menos el futuro contrayente”, dijo a TN Cristian Pérez Solís, el abogado de la familia de Carola Bruzzoni, la mujer asesinada.
La cuestión era: ¿quién lo había hecho público y por qué?. En ese punto fue que se abrieron las conjeturas y donde la víctima terminó en el lugar de sospechosa. Incluso, aunque esto nunca se comprobó, se decía que el hombre que aparecía en el video con Luna era el marido de Carola y que por este motivo ella había planeado frustrarle el casamiento a la otra como venganza.
El contraataque de la “novia” infiel
Luna no estaba dispuesta a resignar sus planes y fue a buscar a Carola a la casa para discutir el tema, pero ella no la dejó entrar y, en cambio, le dijo que hablarían más tarde las dos en Matute, el bar donde trabajaban.
El encuentro efectivamente ocurrió, pero no de la forma que Carola esperaba. El sábado 17 de abril a las 8 de la mañana, todo comenzó a desencadenarse. “El bar tenía dos entradas: la habitual y la entrada de servicio”, señaló Pérez Solís, sobre la reconstrucción que se acreditó en el juicio. Y relató: “Luna entró por la puerta de servicio y sorprendió a Carola en la cocina hablando por teléfono y de espaldas”.
La víctima no vio venir el ataque hasta que fue demasiado tarde: Luna la golpeó con fuerza en la sien izquierda con una maza para machacar las milanesas. “El golpe fue certero y mortal”, aseguró el letrado, y remarcó: “Carola no tuvo ninguna oportunidad de defenderse”.
Una compañera de trabajo entró en la cocina cuando la agresora tenía todavía el arma ensangrentada en la mano y evitó así que la rematara en ese mismo momento.
Carola estaba pálida, pero solo quería volver a su casa y se negó cuando esa misma compañera que las había separado le ofreció llevarla al hospital.
Sin embargo, esa misma noche su marido advirtió que no estaba bien y la herida donde la habían golpeado empezó a sangrar de nuevo. Pasó por tres hospitales y el mismo número de operaciones pero el daño que le había provocado el golpe era irreversible: nueve días después la mujer murió en el Hospital Vicente López de la zona.
Sin boda, Luna fue primero a juicio y después a la cárcel
“No sé si estoy pisando tierra”, admitió entonces en diálogo con eltrece Juan Burgueño, el novio hasta ese momento de Luna. Y afirmó: “Lo veo en los medios y no puedo creer lo que pasó”.
Según el testimonio del hombre, no sabía nada del supuesto video que había originado el conflicto y tampoco era cierto que Carola lo hubiera llamado en algún momento para hacérselo llegar. De todas formas a esa altura, el casamiento que habían soñado ya era historia.
Mientras tanto, la Justicia avanzaba a paso lento. “Cuando tomé el caso, Luna hacía su vida como si nada hubiera pasado”, remarcó a este medio el abogado Pérez Solís, haciendo alusión a que ni siquiera se encontraba detenida. “Para la Justicia se trataba de una ‘discusión’ entre dos chicas”, explicó.
Pero aunque durante la etapa de alegatos en el juicio pidieron “homicidio agravado por alevosía”, los jueces consideraron que había sido un “homicidio simple con dolo eventual” y el 24 de febrero de 2012 condenaron a Luna a 10 años de prisión.
Poco después, la Sala III del Tribunal de Casación Penal de La Plata le redujo la pena a cuatro años, ya que para el tribunal Luna había actuado en estado de “emoción violenta”.
Pese a todo, Luna nunca reconoció su responsabilidad. En cambio, se mantuvo firme en su versión de que había sido Carola quien la atacó primero y que ella solo se defendió con lo que encontró a mano en la cocina del bar. En 2013, Luna cumplió su pena y quedó nuevamente en libertad.
“Luna tenía la mirada vacía”
“Nunca pudo sostenerme la mirada”, resaltó Pérez Solís sobre la mujer condenada por el homicidio de Carola Bruzzoni. La pena que recibió le dejó cierto sabor a poco en relación a la saña con la que fue asesinada la víctima, pero aún así el fallo no se apeló. “La familia de la víctima encontró en la condena cierta paz”, explicó el letrado. En otras palabras, la condena era para ellos una suerte de clausura simbólica de una situación que había sido muy incómoda y dolorosa para toda la familia.
A la distancia, el letrado sostiene que le quedó una “sensación muy oscura” sobre Luna, a quien definió tajante como un “personaje siniestro”. Pero hay un detalle particular que nunca pudo borrar de su memoria. “Luna tenía la mirada vacía”, recordó.
De acuerdo a la investigación que llevó adelante, Pérez Solís indicó que lo ocurrido con Carola no fue el primer episodio violento en el historial de la mujer. En ese sentido, precisó que tenía antecedentes de violencia con otras exparejas y, en uno de esos casos, “le clavó un tramontina en la espalda” a quien entonces era su novio cuando este descubrió que le había sido infiel. “Los actos violentos siempre estaban vinculados con infidelidades descubiertas por sus parejas”, subrayó.
La nueva vida de Silvia Luna
“Me quedé sin novio, sin vestido blanco para estrenar, con los anillos en el ropero, me quedé sin mi trabajo, me quedé sin estudio, me quedé sin nada; no tengo entusiasmo por vivir más. Me estaba por casar y me lo arruinaron, lo único que sé es que me arruinaron mi casamiento”, dijo Luna antes de ser arrestada en una de las pocas declaraciones que hizo a la prensa.
Pasaron más de 10 años de aquel momento. En diciembre de 2017 se recibió de enfermera y actualmente vive en la localidad bonaerense de Monte Grande y formó una nueva familia.
A su actual pareja Luna la conoció mientras estuvo presa. Se trata de un exconvicto que cumplía una condena a 10 años de prisión por el delito de robo calificado por el uso de arma y estaba alojado en el penal de General Alvear, de quien se muestra muy enamorada en las redes sociales y con quien tiene un hijo de cuatro años en común. No obstante, aunque ninguno de los dos se preocupa por ocultar su amor, ninguno tampoco respondió los mensajes de este medio.
A 11 años del crimen de Carola Bruzzoni
Sergio Robledo, el viudo de la mujer asesinada por Silvia Luna, nunca se fue de General Las Heras, pero ya no quiere exponerse en los medios. En un breve intercambio de mensajes con TN, explicó que “es un tema que toca a mucha gente” y por respeto a su hijo, a su actual pareja y a sus familiares y amigos, prefiere guardar silencio.
Juan es el hijo que tuvo Robledo con Carola Bruzzoni. Era apenas un adolescente que estaba a punto de terminar el colegio cuando mataron a su mamá y ahora ejerce como abogado en el mismo pueblo donde creció.
Indudablemente la experiencia que le tocó vivir influyó en su vocación y el abogado que representó a su familia se ocupó personalmente de acompañar su carrera. “Yo lo ayudé para que pudiera estudiar y cuando se recibió lo traje a trabajar al estudio”, contó Pérez Solís, satisfecho de haber hecho su aporte para que esa familia que le tocó conocer atravesada por el duelo lograra, de a poco, salir adelante.
El bar Matute donde se cometió el crimen resiste el estigma de la tragedia. “Por suerte la gente siguió viniendo, pero es algo que nunca más te sacás de la cabeza”, dijo a TN Juan Prado, el dueño de ese local, cuyas puertas se abrieron por primera vez allá por el año 1900 y nunca pensó en la posibilidad de cerrarlas.
Además de los visitantes habituales, Prado admitió que a lo largo de estos años también fueron desfilando por el restorán personas cuya principal motivación no era otra que el morbo de estar y conocer el lugar en donde años atrás Silvia Luna descargó un mazazo fatal en la cabeza de su amiga Carola Bruzzoni.