Este lunes empezó el juicio por el brutal femicidio de Mirtha Liliana González Ayala en 2019 en el Barrio 31 de Retiro y el imputado, Waldo Servian Riquelme, asistió a la primera audiencia de manera virtual desde una computadora del Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, donde cumple prisión preventiva. Aunque se negó a declarar ante los jueces, sorprendió a todos los presentes con una respuesta inaudita.
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Ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 14, el imputado se limitó apenas a dar algunos datos personales como su nombre completo, su fecha de nacimiento y que “trabajaba en la parte de equipajes de la terminal de Retiro”. Entonces los jueces le preguntaron por su estado civil y sin inmutarse tampoco el paraguayo afirmó: “Ahora, soltero”.
Como no quiso declarar en el juicio, se leyó la única manifestación que Servian Riquelme hizo cuando fue indagado al ser detenido el 6 de mayo de 2019 en Paraguay, donde se mantuvo 50 días prófugo, cuando dijo: “Yo no la maté. Me entregué por mis hijos y mi familia”.
De acuerdo a la acusación, González fue asesinada entre el 15 - último día que fue vista por testigos - y el 16 de marzo de 2019 en la casa que compartían, ubicada en el Barrio San Martín, del Barrio 31 bis de la Capital Federal. La víctima había denunciado al femicida por violencia de género y estaba intentando conseguir una exclusión del hogar.
El resultado de la autopsia expuso con claridad el salvajismo del crimen. Además de tener lesiones defensivas en las manos y un fuerte golpe en la cara, la víctima recibió con un arma blanca al menos dos puntazos en la región submentoneana que le ocasionaron una asfixia aspirativa, tras lo cual el asesino seccionó el cuerpo en 25 fragmentos con una amoladora y un cuchillo.
La escena del crimen
El debate, en el que participa como fiscal de juicio Fernando Klappenbach, como defensor el abogado José Vera y como representantes de la querella de la madre de la víctima los abogados Pablo Rovatti y Victoria Hernández Lehmann, ambos del Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delito de la Defensoría General de la Nación, siguió con la declaración de tres peritos que trabajaron en la escena del crimen el domingo 17 de marzo de 2019.
El primero en dar su testimonio fue el médico legista de la Policía de la Ciudad Hugo Magnani, quien explicó que al principio “no se sabía cuántos cuerpos había”. El testigo señaló que primero recorrieron la cocina de la planta baja, donde encontraron un “horno eléctrico que estaba prendido” y sobre un anafe “una olla con material que impresionaba elementos de cocción un tanto atípicos”.
Magnani recordó además que en una de las habitaciones había un “inodoro y un vanitory” que les llamó la atención y después determinaron que habían sido desmontados del baño, donde encontraron en la bañera “partes de uno o dos cuerpos”.
Por una escalera en caracol subieron a la planta superior de la casa, que era una habitación sin terminar donde hallaron “partes de un cuerpo desmembrado” en un sector donde había un perro. El legista relató que bajaron esos restos humanos al baño donde estaba el resto y allí trataron de “armar tristemente a la manera de un rompecabezas lo que era un cuerpo”.
También dijo que el descuartizamiento fue “postmortem” y que desde su punto de vista “se empezó con una amoladora”, que encontraron adentro de un balde en la escena, y “se terminó con un cuchillo”, también secuestrado en la escena. ”Nos pareció un trabajo hecho por gente que tenía algo de experiencia, como un cirujano o un matarife?, expresó Magnani ante el tribunal.
Los otros testigos en declarar ayer fueron dos peritos expertos en escenas del crimen pertenecientes a la Unidad Criminalística Móvil (UCM) de la Policía de la Ciudad. “Es una escena difícil de olvidar”, afirmó la inspectora Sabrina Berga, sobre lo que vio al ingresar al lugar, y mencionó también que en principio se pensaba que eran dos las víctimas, pero que después se dieron cuenta de que se trataba solo de una mujer y cuya fisonomía coincidía con la de la foto de González Ayala.
Su compañero, el licenciado en criminalística Emilio García, fue contundente cuando le dijo a los jueces lo impresionado que quedó al relevar esa escena. “Es un olor que tengo grabado en el cerebro hasta el resto de mis días. Tengo tres mil hechos en mi haber y este olor es único. Los testigos tenían que salir a cambiar el aire porque se descomponían”, remarcó García.
Al ratificar las conclusiones a las que la UCM, García afirmó: “Creemos que el homicidio ocurrió en el baño” y lo fundamentó en “la falta de indicios de pelea o lucha” en otros ambientes de la casa y en las machas y patrones hemáticos halladas en ese lugar. El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo lunes a las 9, cuando declararán más testigos.