Era un muchacho fuerte, de espaldas anchas, buen mozo, acaso un típico aspirante a actor. George Keefer Brewer no quiso defraudar a quienes le veían un futuro en Hollywood y ya a los trece años tenía la aspiración de estudiar arte dramático. Haíìa nacido en una familia obrera de Woolstock, Iowa. Su mamá no tenía la menor intención de casarse con su novio, pero cuando se dio cuenta que estaba embarazada, apuró el trámite pues su vida sería un infierno si se convertía en madre soltera.
El amor era un supuesto innecesario en sus previsiones. Tampoco se trató de un matrimonio por conveniencia. Sea lo que fuese, duró dos años. Poco y mal. A la vida de Helen, su madre, que ya se había separado del señor Brewer, llegó Frank Joseph Bessolo y las cosas parecieron encaminarse. Helen quiso comenzar una vida nueva con su flamante marido en California, donde vivía su hermana. Pero poco a poco el matrimonio se deshizo.
George, que adoptó el apellido de su segundo padre, Bessolo, se inscribió en las clases de actuación teatral en el Pasadena Junior College y llegó a protagonizar distintas obras en la sala comunal. Había acumulado cinco años de experiencia en el teatro cuando, a mediados de los años ´30, incursionó en el mundo del cine. De a poco, obtuvo papeles secundarios en producciones poco relevantes pero el muchacho comenzó a llamar la atención, sea por su físico o por su aspecto de galán.
El nacimiento de George Reeves
El talento se podía construir, para lo cual debía comenzar por realizar una transformación o, mejor dicho, un cambio sencillo pero muy importante. Ese apellido, Bessolo, debía desaparecer para siempre. Fueron directivos de la Warner Brothers quienes le impusieron “Reeves”. De allí en más sería George Reeves. Y para demostrarle que realmente confiaban en él le ofrecieron participaciones en cuatro películas. Fue entonces que llegó su gran momento, un pequeño papel nada menos que en el film de 1939 “Lo que el viento se llevó”. Reeves tuvo la distinción de ser el primer hombre en hablar en la película, y su aparición fue bien recibida. George estaba en la línea de largada de lo que se esperaba fuese una gran carrera. Fue por entonces que le propuso matrimonio a Ellanora Needles, una joven actriz que conoció en Pasadena Playhouse, después de dos años de noviazgo. Se casaron el 22 de septiembre de 1940.
Actuó en películas clase B, algunas con Ronald Reagan, quien con el tiempo se convirtiera en presidente de los Estados Unidos. También apareció en tres films del aclamado actor James Cagney. Pasó de la Warner a la Twentieth Century Fox y luego a la Paramount. En 1943, tuvo una buena oportunidad al conseguir un papel protagónico, el del teniente John Summers, en “So Proudly We Hail!”.
Las cosas parecían avanzar para George cuando su mundo se derrumbó. Debió alistarse para pelear en la Segunda Guerra Mundial y su carrera se interrumpió. Para un actor que no marcaba diferencia ese lapso en el ejército fue como una caída desde un décimo piso para su impulso cinematográfico. Cuando regresó a los estudios ya pocos lo reconocieron. El golpe anímico fue muy fuerte. “Quemado antes de brillar”, se suele decir en el ambiente de Hollywood y así se sentía George.
Se convenció de que nunca llegaría a la primera categoría y su frustración fue una de las razones por las cuales, en 1950, se divorciara de su esposa luego de nueve años de matrimonio. Se mudó a Nueva York para probar en lo más bajo que podía caer un actor por aquellos años, es decir ese mamarracho de la televisión. Ningún actor que se preciara arruinaría su carrera en la tele, pero a George era lo único que le quedaba para seguir ligado a la actuación.
Superman
Por esa época la serie de televisión “Superman y el Hombre Átomo” fue el inicio de un proyecto más ambicioso, el de “Las Aventuras de Superman”. Pero para no cometer un paso en falso, los ejecutivos pensaron en probar primero con una película para asegurarse de que el personaje continuaría con su éxito y le daría impulso a la serie televisiva. Pensaron primero en otorgarle el papel a Kirk Alyn, a quien consideraban la persona adecuada para Superman debido a que ya lo había interpretado en la inicial serie de 1950. Pero Alyn no quiso el papel otra vez porque pensó que lo encasillaría.
En tiempo récord, George Reeves pasó de ser un don nadie a ser el ídolo máximo de la televisión.
De apuro buscaron un reemplazante y después de muchos casting se decidieron por el musculoso y apuesto George Reeves. Su performance fue muy buena. No hacía de Superman sino que era como si la figura de la historieta se hubiese corporizado en Reeves. En 1952 al fin tuvo entre sus manos un éxito, aunque sea en la televisión, y, además, a la fenomenal figura de Toni Mannix, la esposa de Eddie, un alto ejecutivo de la Metro Goldwyn-Mayer. Eddie Mannix era un hombre muy poderoso en la industria del cine, ligado a la mafia.
En tiempo récord, George Reeves pasó de ser un don nadie a ser el ídolo máximo de la televisión, superando incluso a estrellas consagradas como Lucille Ball. Para el público Superman era George Reeves y para George Reeves, Superman era la oportunidad de hacer el amor con Toni y de beber sin culpa. Nadie lo pudo detener en ninguna de sus dos inclinaciones. Por otra parte, si hacía falta algo para que el personaje, que ya era conocido mundialmente, se convirtiera en una representación cultural, fue justamente la serie que interpretaba Reeves.
Mientras, los directivos de televisión hicieron de las suyas. Pensaban que la tira tenía suceso no tanto porque la miraba toda la familia sino especialmente los chicos. En consecuencia, dividieron a los telespectadores, es decir comenzaron a eliminar las escenas de trompadas y empujones, o sea lo que podría calificarse en esa época de “violencias”, y solicitaron a los guionistas confeccionar libretos cada vez más simples y cándidos, lo contrario de lo que la había llevado al éxito.
Una tormenta se avecinaba, como si los ejecutivos de la tevé se confabularan para boicotear un éxito. Primero probaron con guiones casi de comedia, después, como se trataba de un éxito, pensaron que se podía mantener abaratando costos, en busca del ideal de poca plata y mucha gloria. Hubo menos dinero para los efectos especiales, para el vestuario (a tal punto que los trajes de los protagonistas, incluidos el del propio Reeves, fueron los mismos durante meses). Y como golpe de gracia comenzaron a filmar en color.
Lo que ocurrió fue que la nueva tecnología demandaba más dinero y, en consecuencia, los gastos se achicaron todavía más. Los negativos, sin embargo, continuaban procesándose en blanco y negro para su emisión, ya que la TV color era prácticamente desconocida en los EE.UU. por ese entonces y recién comenzaría a difundirse a mediados de los años ´60.
Encasillado en El Hombre de Acero
En 1953, Reeves apareció representando el papel del sargento Maylon Stark en la película De Aquí a la Eternidad (“From Here To Eternity”) . Su siguiente película fue “Westward Ho The Wagons”, en 1956. Es curioso que no haya advertido que por más papel que representara, para el público él seguía siendo a todo efecto nada menos que Superman. De hecho, se contaba, cuando apareció en “De Aquí a la Eternidad”, que el público comenzó a corear: “¡Superman, Superman!”, rompiendo el hilo dramático de la película.
Superman dejó de producirse para la televisión en 1957 pero Reeves siguió siendo definitivamente “El Hombre de Acero”. Esta circunstancia provocó que para él los papeles se hicieran cada vez más dificiles de conseguir. ¿Quién quería incluir en una película romántica o de guerra o en una comedia o en lo que fuera, a Superman, que vuela, tiene rayos X, rompe paredes como si nada y le escapa a la kriptonita? Superman debía ser siempre Superman, con sus propias aventuras. Pero aventuras ya no había para Superman, al menos en la televisión, y, por tanto, tampoco para George Reeves.
En pleno éxito, se convirtió en un desempleado. Las noche, el alcohol y Toni Mannix, a despecho de los matones de su marido que la seguían, fueron sus compañías. No era raro que Reeves organizara fiestas y juegos de cartas en su casa de Benedict Canyon Drive 1579 de Beverly Hills, que duraban hasta la madrugada del día siguiente. También era conocido por disfrutar de la vida nocturna de Los Ángeles.
Por más papel que representara, para el público él seguía siendo a todo efecto nada menos que Superman.
George Reeves nunca apareció en otra película. De hecho, llegó a un punto de desesperación que realizó exhibiciones de lucha libre, con su uniforme de Superman, para recaudar dinero, y obviamente sintió que no podía caer más bajo. Reeves lo sabía, tanto como que ya había llegado el final para su relación con Toni Mannix, a pesar de que ella lo perseguía obsesivamente.
A Toni, no le importaba su marido, no le importaban los gorilas de su marido, no le importaba el dinero de su marido; solo le interesaba hacer el amor con Reeves, y a Reeves, ahora, no le importaba nada ni de Toni, ni de Mannix, que durante años le habían prometido gloria y fortuna que jamás llegaron. George terminó con Toni, que le gritó, lo insultó y lo amenazó con medir su fuerza de superhombre de mentira con los custodios de su marido. Comenzó a acosarlo hasta que Reeves, con los pocos pesos que tenía ahorrados, contrató un abogado para que le quitara de encima a la fastidiosa Toni, justo poco antes de conocer a Lenore Lemmon.
El trágico final de Superman
En 1959, los estudios de cine decidieron filmar nuevamente para la tevé “Las Aventuras de Superman”, para que pudieran salir al aire en 1960. Reeves acordó regresar a la serie y también estaba programado comenzar a rodar una película en España. Parecía que al sacarse de encima la carga de Toni las cosas empezaban a acomodarse en su vida. Parecía otro hombre al punto que decidió proponerle matrimonio a Lenore. Al final, se casarían el 19 de junio de 1959.
La noche del 15 de junio de 1959, solo cuatro noches antes de la boda, Reeves, Lenore y dos invitados estaban bebiendo en la casa del actor. A eso de la una y cuarto, Reeves subió las escaleras hacia el dormitorio ubicado en el primer piso. Momentos después se escuchó un disparo. ¿Uno solo? Los demás corrieron a la habitación y hallaron a George desnudo, tendido en su cama, con un agujero de bala en la sien derecha.
Las versiones fueron imprecisas: en la sien derecha, casi en la sien derecha, casi en la frente del lado derecho, al costado de la frente sobre el lado derecho. ¿Habían asesinado a Superman?. No. O sí. La Policía dio un informe contradictorio y habló de suicidio. Lenore y sus amigos estaban bastante alcoholizados para dar versiones coherentes. Llamaron a la Policía más de media hora después de haber hallado el cuerpo. Nadie pudo explicar por qué semejante tardanza. No había señal alguna de que entradas o ventanas hubiesen sido forzadas ni tampoco indicios de lucha en el lugar. La policía asumió que la depresión de Reeves, el alto contenido de alcohol en su sangre y el uso de narcóticos hicieron que toda la investigación se encaminara hacia el suicidio de un Superman deprimido. ¿Cuánto alcohol había consumido? Era de 0,25, no tan alto como había dicho la Policía.
Las huellas dactilares de Reeves no se encontraron en el arma, una Luger. y no se hallaron quemaduras de pólvora en la herida de la cabeza ni en las manos. Tampoco estas tenían rastros de fulminante. ¡Reeves no disparó! El proyectil se encontró debajo de su cuerpo y la pistola entre sus pies. Con esos datos, la reconstrucción era imposible.
¿Cómo cómo pudo haberse disparado y caer en esa posición? La bala que atravesó su cabeza se halló en el techo. ¡Qué disparo tan extraño! ¿Cuál fue la trayectoria de la bala para ingresar por la sien y desviarse hacia arriba en el techo? El casquillo fue hallado debajo de su espalda. Había otros dos agujeros de bala en el piso del dormitorio y esas balas se recuperaron de la sala de estar de abajo, sin embargo, solo faltaba una bala en el cargador de la pistola.
Esta circunstancia sugiere varias cosas, por ejemplo que le dispararon varias veces, al menos dos tiros fueron antes del mortal, el tercero. Para disimular esta situación, las balas se reemplazaron del tambor del arma. ¿Nadie en la planta baja escuchó nada? Tres tiros, dos en el piso, permitía pensar que Reeves acaso forcejeó aunque de todos modos una presunta pelea no explica acabadamente los dos disparos en el piso. La pericia balística concluyó que el arma había sido manipulada y que era posible que se hubiesen disparado más de tres proyectiles y que el cuarto no se hubiera encontrado.
La Policía se rehusó a despejar estas incongruencias. ¿Dónde estaba Toni Mannix esa noche? ¿Qué tenía para decir su marido del reconocido y público romance de su mujer con George Reeves? Después de sesenta y dos años, estas y todas las otras preguntas que surgen de este caso siguen sin respuesta, comenzando por la más evidente: ¿quién asesinó a Superman?