En la madrugada del 13 de abril pasado, Guido Pascuccio llamó a la mamá de su novia y le dijo: “No sé qué tomó tu hija, pero te aviso que está viniendo Criminología a retirar el cuerpo”. La mujer, todavía medio dormida y sorprendida por lo que acaba de escuchar, creyó que se trataba de una broma de mal gusto pero, efectivamente, Micaela Rascovsky estaba muerta en el departamento de Villa Ortúzar en el que convivía con su pareja. Esa noche también, empezó un accidentado camino en busca de justicia.
El acusado se despegó del trágico desenlace de Micaela, a la que acusó de consumir drogas porque estaba deprimida. En su declaración, hizo referencia también a una discusión entre ellos después de la que la joven “se fue sola a la tomar vino a la terraza” y él a su cama a dormir. Siempre en base a su testimonio, alrededor de las 4.20 escuchó ruidos, subió a buscarla y la encontró convulsionando. Varios días después manifestó haber encontrado una supuesta carta de suicidio escrita por ella. Sin embargo, una serie de pruebas contradictorias y la sospecha de la familia de la víctima quedó bajo la lupa.
“Dos días antes Micaela me contó que era víctima de violencia de género”, dijo su mamá, Patricia, en diálogo con la periodista Lorena Maciel para TN de 10 a 13. La mujer sostuvo que las discusiones en la pareja habían empezado a fines de enero, a raíz de un embarazo que perdió su hija, pero recién se enteraron de que Pascuccio la golpeaba cuando ya fue demasiado tarde.
Entonces, en medio del duelo, aparecieron inevitablemente las dudas. “La autopsia determinó que Micaela estuvo sujetada de antebrazos y de muñecas”, señaló la madre, y remarcó que “no existen registros de que fuera una consumidora”. “Ella no era adicta, él pudo haberla obligado a aspirar eso”, sostuvo. Otra contradicción fue que los forenses encontraron solo un 0,2 de alcohol en sangre cuando, según el novio, la chica había estado bebiendo vino durante horas en la terraza del edificio.
En cambio, la familia de Micaela asegura que quien tenía problemas de adicción era Pascuccio e incluso presentaron como prueba de esto capturas de pantalla de mensajes enviados por él a un dealer esa misma noche. “Él se sintió traicionado”, expresó por su parte el papá de Micalea. En ese sentido, explicó que unos días antes del hecho su hija se reunió con sus suegros para advertirles que el joven había empezado nuevamente a consumir cocaína.
Dos meses después, el fiscal Patricio Lugones, a cargo de la Fiscalía N°28, ordenó que Pascuccio fuera detenido y el juez Manuel Gorostiaga, del Juzgado N° 2, lo procesó con prisión preventiva por los delitos de lesiones leves doblemente calificadas y homicidio doblemente agravado por el vínculo y por haber mediado violencia de género; es decir, femicidio.
Pero la figura cambió tras la apelación de la defensa. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional confirmó el procesamiento del acusado pero rechazó que se investigue la muerte de Micaela como un femicidio. Desde entonces, Pascuccio está acusado de lesiones leves doblemente agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género, en concurso real con abandono de persona agravado por la muerte de la víctima.
En otras palabras, la principal hipótesis de la Justicia sostiene que Pascuccio golpeó a Micaela, ella empezó a convulsionar y frente a esto él la abandonó hasta que murió. La familia de la joven rechaza rotundamente esta calificación. “No queremos abandono de persona seguido de muerte, fue un femicidio”, sentenció el padre de la víctima, y concluyó: “Queremos que él pague en la cárcel lo que hizo”.
