El 17 de septiembre de 1999, cuatro ladrones entraron a robar al Banco Nación de Villa Ramallo, tomaron rehenes y negociaron su salida durante casi 20 horas. El asalto terminó con una masacre descomunal que marcó un antes y después en la historia Argentina. También derivó en un crimen que nunca se investigó y que al día de hoy permanece impune.
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Durante el golpe a la entidad crediticia, los ladrones acordaron con la Policía la liberación paulatina de las personas retenidas a cambio del dinero alojado en el banco y en el tesoro.
En medio de las negociaciones, los delincuentes escaparon en un auto lleno de rehenes frente a la mirada de los agentes que rodeaban el banco, muchos de los cuales abrieron fuego de inmediato.
Más de 170 balazos interrumpieron la huida de los ladrones y mataron al contador del banco, al gerente y a uno de los asaltantes: Javier Hernández.
Siempre se sospechó que la balacera había tenido como objetivo encubrir un vínculo entre los delincuentes y los policías.
Quien podía aportar información para esclarecer el caso era Martín Saldaña, uno de los ladrones sobrevivientes. Sin embargo, este joven apareció ahorcado en su celda horas después de ser detenido.
Años más tarde, una pericia determinó que Saldaña había sido asesinado, pero lo cierto es que nunca se investigó quién podría haber estado detrás del crimen. Hoy el hecho prescribió y ya nunca se podrá saber la respuesta a este enigma.
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