El 23 de septiembre de 1994, Mario Fendrich, subtesorero del Banco Nación de Santa Fe, dio uno de los golpes del siglo. Se llevó US$3.187.000 de las arcas de la entidad de crédito y desapareció.
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Luego de permanecer prófugo 109 días, el empleado se entregó un día después de la muerte del exboxeador Carlos Monzón, el 9 de enero de 1995. Su intención era que la conmoción generada por la noticia lo hiciera pasar desapercibido, pero no lo logró.
Tiempo después se supo que alguien le había dicho a Fendrich que iba a recibir una pena leve. Sin embargo, lo condenaron a ocho años, dos meses y 15 días de prisión por el delito de “peculado”. Obtuvo la libertad condicional después de pasar 4 años y 9 meses en la cárcel.
Las dudas que permanecieron en torno al caso fueron, por un lado, si alguien ayudó al subtesorero -quizás uno de sus amigos, abogados o políticos allegados- a concretar el golpe y, por otro, qué fue lo que sucedió con el grueso del botín que se llevó del banco.
Los años pasaron y Fendrich jamás respondió a ninguno de los mencionados interrogantes. Murió en 2018 de un ACV, a la edad 77 años, mientras se encontraba de vacaciones en Cuba con un amigo. Se llevó todos sus secretos a la tumba.
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