La imprevisibilidad propia del virus, las diferentes disposiciones iniciales a partir de las cuales se encaró esta crisis y los cursos de acción divergentes, con aciertos y errores de gestión, algunos groseros y nocivos, provocaron distintos cuadros de situación.
Así, en Latinoamérica, mientras Perú se acerca a los 6.000 muertos por millón de habitantes desde que inició la pandemia, en Uruguay esta cifra alcanza los 1.720 y en Ecuador los 1.800. Se trata de cifras que dan cuenta más del drama peruano que de un sosiego respecto al virus en el resto de los países: en todas partes el número de muertes provoca un efecto traumático. En tanto, en materia económica, mientras el PBI argentino cayó 10% en 2020 (exhibiendo uno de los peores desempeños en la región), el producto de Brasil cayó menos de la mitad (4%) y el de Paraguay apenas un 1%.
Pero los efectos desiguales no solo se aprecian en materia sanitaria y económica, sino también en la dimensión política; aunque claro está, los gobiernos no solo se ven afectados por la pandemia sino también por el resto de los temas específicos que hacen a su gestión y tienen menor relación con el virus. Para apreciar estos efectos políticos, la consultora IPSOS realizó en el mes de julio un interesante estudio que mide el nivel de aprobación de los presidentes de América Latina.
Hay que advertir que no se trata de una encuesta realizada entre el común de la ciudadanía, sino únicamente entre 380 líderes de opinión y periodistas de Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, México, Colombia y seis países de América Central y el Caribe. De todas formas, los resultados son valiosos precisamente porque se trata de figuras que influyen en la opinión pública. Se trata, en todo caso, de un tipo de estudio complementario a las encuestas tradicionales que se realizan entre toda la población.
En el ranking de aprobación de los jefes de Estado, el primer lugar lo ocupa el presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou: con un 68% de aprobación, logra más que triplicar el nivel de desaprobación (20%). Por debajo se encuentra el presidente de Chile Sebastián Piñera, que logra alcanzar un 50% de aprobación, pero que cuenta con un nivel de desaprobación cercano del 48%. En tercer lugar, se encuentra el reciente electo presidente de Ecuador Guillermo Lasso, con un 47% de aprobación y un 32% de desaprobación. Estos son los únicos mandatarios en la región que cuentan con un mayor nivel de aprobación superior a la desaprobación.
Alberto Fernández, octavo
El mandatario argentino tiene el 29% de los encuestados que aprueba su gestión, mientras que un 68% la desaprueba. En las últimas dos posiciones, se encuentran el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que alcanza tan solo un 14% de aprobación, con un nivel significativamente más alto de desaprobación del 85%; y el líder venezolano Nicolás Maduro con un 6% de aprobación y 90% de desaprobación.
En el ranking comparativo de la aprobación de los jefes de Estado entre 2018 y 2021 se evidencia el desgaste generalizado de los gobernantes de la región. Tanto Alberto Fernández, como su principal aliado político, el presidente Andrés Manuel López Obrador, sufrieron profundas caídas en su nivel de aprobación desde la primera vez que fueron medidos (Fernández cayó 20 puntos porcentuales, y AMLO 33). Pero también los líderes identificados con la derecha, como Jair Bolsonaro, Iván Luque o Sebastián Piñera, sufrieron un fuerte desgaste.
Aunque el caso del presidente chileno es particular: luego de sufrir una notable erosión en 2019, como resultado de la ola de protestas y conflictividad social que experimentó su país, su imagen está logrando recuperarse en medio de la crisis sanitaria. Destaca el caso Luis Lacalle Pou, que logró mantener un nivel de aprobación alto desde que llegó a la presidencia.
Tanto Alberto Fernández, como su principal aliado político, el presidente Andrés Manuel López Obrador, sufrieron profundas caídas en su nivel de aprobación desde la primera vez que fueron medidos.
En el ranking de aprobación del manejo de la crisis del Covid-19, Piñera ocupa el primer lugar con un 76% de aprobación, escoltado por Uruguay que alcanza un 73%. La Argentina, con una aprobación del 36% aparece en el quinto lugar. Brasil se ubica en el último lugar con un 4% de aprobación y un 95% de desaprobación.
Ranking de vacunación
El índice que ordena a los países a partir de la aprobación del proceso de vacunación muestra resultados similares al anterior: Chile y Uruguay se posicionan en los primeros puestos con un 88% y 72% de aprobación respectivamente, y Brasil y Venezuela ocupan los últimos con 13% y 8%. Argentina se ve mejor posicionada, ocupando el cuarto lugar con un 42% de aprobación.
Estos datos son congruentes con la situación de cada país respecto al estado de la pandemia y de la campaña de vacunación. Uruguay y Chile son los dos países que más vacunaron a su población: un 65% de uruguayos y chilenos ya se encuentra inmunizado con las dos dosis, muy por encima de la Argentina, donde apenas el 18% recibió el esquema completo o Colombia donde lo recibió el 25%.
Conjeturas e interrogantes
Los altos niveles de aprobación de Lacalle Pou parecen basarse en una correcta gestión de la pandemia y en el exitoso plan de vacunación, pero probablemente también influya el pragmatismo y la moderación que el mandatario demostró desde que llegó a la presidencia, continuando con la tradición uruguaya de ese perfil de liderazgos. En el caso de Jair Bolsonaro, operó el efecto inverso: la minimización del peligro que suponía el Covid-19 la radicalización que mostró al encarar la pandemia, con una política sanitaria poco consistente, afectó aún más la percepción negativa que los líderes de opinión tienen sobre su figura.
Un caso llamativo es el de Sebastián Piñera: a pesar de que el estudio de IPSOS muestra niveles altos de aprobación de su figura, del manejo de la pandemia y de la vacunación, su popularidad entre la población chilena continúa sin recuperarse. De hecho, esto se puso de manifiesto en las últimas elecciones para constituyentes y gobernadores celebradas en mayo, en las cuales el oficialista Chile Vamos sufrió duros reveses.
Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Es suficiente apoyarse en el manejo de la pandemia y en el proceso de vacunación para lograr un triunfo electoral? En la Argentina, ante la imposibilidad de mostrar resultados positivos en materia económica, el Frente de Todos emprende la campaña legislativa poniendo el foco en estos temas, pero hay muchas dudas de que la vacunación automáticamente se traduzca en votos, tal como lo demuestra la experiencia chilena.
A la hora de concurrir a las urnas, es probable que para el electorado pesen más otras cuestiones, inquietudes que las sociedades arrastran desde hace mucho más tiempo y representan sus principales preocupaciones. Para el caso de Chile, probablemente haya sido el reparto poco equitativo de una economía que desde hace tiempo crece sin que la clase media perciba los frutos de dicho “éxito” y la percepción de que es necesario renovar a la clase política que instaló este sistema que hace oídos sordos a las nuevas demandas. Para los argentinos, la inflación, el desempleo y la inseguridad continúan siendo las principales preocupaciones, y es esperable, por lo tanto, que estos sean los factores determinantes del voto. La vacuna, en todo caso, es percibida como un bien público: la obligación del gobierno es suministrarla, no hacerlo es probable que reste, hacerlo difícilmente sume de forma significativa.