Las desafortunadas declaraciones del presidente de la Nación sobre el origen de los mexicanos, brasileños y argentinos suscitó una avalancha de reacciones indignadas y una catarata de memes que desplazaron en los últimos días la atención del descarnado diagnóstico social que trazó Cáritas y que la llevó a la vez a hacer un encendido llamado a la unidad de todos los sectores para afrontar la gravísima crisis.
Con motivo de su colecta anual, que se realiza este fin de semana en todo el país, la institución oficial de la Iglesia para la ayuda a los más necesitados difundió una declaración de su presidente, el obispo Carlos Tissera, en la que afirma: “La Argentina se encuentra ante una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes en la que familias enteras sufren y, literalmente, están muriendo sin asistencia”.
Con respecto a la situación de los menores, si bien es conocido que -según el INDEC- el 63 % son pobres, monseñor Tissera lo expone de un modo que patentiza todavía más el dramatismo de esa realidad: señala que en el conurbano bonaerense y otras zonas del país ese porcentaje trepa al 75 %, lo que implica que “de cuatro chicos que se sientan a una mesa, solo uno come todos los días”.
El diagnostico de Cáritas -apoyado por los informes del Observatorio de la Deuda Social de la UCA- es mucho más vasto. Sin olvidar que el año pasado un millón de chicos quedaron fuera del sistema escolar por la ausencia de clases presenciales. Pero los dos datos consignados son suficientes para poner de manifiesto hasta dónde caló la crisis, agravada por la pandemia.
No obstante, habría que sumar algo intangible que no siempre se tiene suficientemente en cuenta: el impacto emocional de la crisis. “Junto a la pobreza material crecieron considerablemente las múltiples consecuencias psicológicas y afectivas, provocados por la enorme presión emocional que se genera tanto por la pandemia como por las medidas asumidas para afrontarla”, sostiene Tissera.
El obispo señala en ese sentido que “la escuchada frase ‘la gente no da más’ se traduce en una enorme necesidad de contención psicológica”. De hecho, el Observatorio de la UCA estableció que en 2020 “el 23,6% de la población urbana argentina manifestó sentir inquietud, agitación, nerviosismo, desesperanza, tristeza y cansancio, el valor más elevado de toda la década”.
Para colmo, dice Tissera, “los desencuentros políticos e ideológicos agravan el problema, porque sólo generan más división”. Por lo tanto, considera que “tenemos que unirnos ahora y no perder tiempo en discusiones estériles ni especulaciones electoralistas. No sea que la crisis -advierte- termine por dejarnos sin fuerzas o que el daño sea imposible de reparar”.
En definitiva, vuelve sobre un pedido que la Iglesia viene haciendo desde la crisis de 2001, pero que los efectos de la pandemia torna más apremiante: “Les pedimos a todos los actores de la vida social, a los dirigentes políticos, a los empresarios, a las organizaciones civiles, a los sindicatos que trabajemos juntos en una agenda común que dé respuestas al drama de los argentinos”.
El anhelo de los obispos parece más difícil que nunca de ser concretado en medio de la profundización de la grieta y en un año electoral. Ciertamente, es el Gobierno el que debería dar el primer paso y convocar a todos, pero no muestra interés. En todo caso, sigue atizando la confrontación. Y la oposición -enfrascada ahora en una dura interna de cara a las elecciones- hace su aporte.
No se trata de meter a todos los políticos en la misma bolsa. Sería injusto. Hay quienes que quieren acuerdos. Ni tampoco de hacer equivalencias entre las fuerzas políticas. El oficialismo mostró, por caso, mucho más interés en amañadas reformas judiciales en pos de la impunidad de sus exponentes alcanzados por causas de corrupción que por las urgencias del país.
Sea como fuere, el diagnóstico de Cáritas debería interpelar a la dirigencia. Al pedir que la gente colabore con su colecta, Cáritas -que asiste a más de tres millones de personas en todo el país-, afirma angustiada que como la situación social es cada vez más grave “la enorme ayuda que estamos ofreciendo no alcanza”. ¿Qué hace falta para que los políticos reaccionen?