El pasado jueves por la noche, Buenos Aires vivió una dosis de rock con impronta femenina y feminista. St. Vincent y Kim Gordon desplegaron sus propuestas musicales en una noche íntima y frenética en el C Art Media.
La bajista y cantante de Sonic Youth fue la encargada de la apertura de la noche y optó por un set en el que desplegó el disco The Collective (2024) casi completo.
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Este álbum signado por la fusión del noise y los sonidos urbanos fue el centro de la propuesta de esta leyenda del punk que sorprendió con una banda contundente que estuvo a la altura de su sonoridad experimental y su rebeldía ante las formas tradicionales.

Con una mirada altiva y sin sonreír ni una sola vez durante el set de 13 temas, la neoyorquina se coronó como la figura punk definitiva. A los 72 años Gordon desafió a la audiencia con una propuesta que confirma su actualidad en la música y la decisión de seguir yendo contra la corriente, además de sostener la vigencia e su rebeldía.
Su set incluyó temas como “The Candy Man” y “Dream Dollar” de su más reciente disco y canciones de otras épocas como “Hungry Baby”. Incluso, presentó el tema inédito “Cigarettes”.
St. Vincent y el frenetismo que se fundió con el público argentino
Esta no es la primera vez que Annie Clark -aka St. Vincent se presenta en nuestro país-, pero posiblemente sea una de las más especiales. La artista ganadora del Grammy ya pasó por el Lollapalooza en más de una ocasión pero, en la noche del jueves logró una fusión alquímica con el público nacional.
En un set de 16 canciones que incluyó hits como “Los Angeles”, “Nueva York” y “We All Born Screaming”, la artista desplegó carisma, virtuosismo, locura y una seducción constante con el público.
La artista optó por un comienzo grandilocuente, con un ambiente teatral y potente. Desde ese momento en adelante, la artista no bajó nunca la intensidad. Se tiró hacia el público haciendo mosh, arrojó su guitarra a la audiencia, tuvo una secuencia erótica con su bajista, gimió, gritó y entró en trance con su guitarrista.
St. Vincent es una autética performer de rock, algo que quedó claro en el encore cuando regresó para hacer “Candy Darling”, una balada jazzera que intérpreto junto tecladista.
Como introducción hizo un acting con un cigarrillo y una lata de cerveza, emulando al estereotipo de cantante atormentada y, si había quedado alguien por convencer, esta performance final fue el sello de complicidad con el público argentino.
St. Vincent propone furia desde el comienzo, no es una subida paulatina y, a pesar de la noche helada y la previa surrealista de Kim Gordon, la audiencia comprendió el código desde el comienzo y dijo: ‘Ok, allá vamos’.