Si alguien pregunta qué significa el término musical AOR, algunos responderán que esa es la sigla con la que se conoce popularmente al llamado “Adult Oriented Rock” (rock orientado a adultos, en castellano), ese estilo que mezcla elementos del hard rock con el pop y se caracteriza por darle una máxima importancia a la melodía. Otros, argentinos sin duda, dirán que es el “rock Aspen”, o sea, el tipo de canciones que suele pasar la radio porteña de clásicos Aspen. Pero otros, muchos, simplemente pronunciarán el nombre de la banda que probablemente sea la máxima referencia en este subgénero: Toto. La misma que ayer a la noche dio cátedra en Buenos Aires ante un Arena con entradas agotadas.
Toto empezó su carrera en Los Angeles en 1977 y tiene la particularidad de haber sido conformada por talentosísimos músicos sesionistas, que tocaron en miles (entre todos, literalmente) de discos de otros artistas (entre ellos Thriller de Michael Jackson, nada más y nada menos). Hoy en día, el único miembro original que sigue en el grupo es el increíble guitarrista Steve Lukather (tocó en más de 1500 álbumes de artistas como Aretha Franklin, Lionel Richie, Olivia Newton-John y Richard Marx, entre muchísimo otros) quien ahora lidera un septeto integrado por Joseph Williams (cantante de Toto en cuatro álbumes de estudio, hijo del famosísimo compositor de bandas de sonido de películas John Williams e intérprete de la voz de Simba en las canciones de El Rey León, entre otros pergaminos), Greg Phillinganes (tecladista que tocó con Stevie Wonder, Eric Clapton, Michael Jackson y Quincy Jones, entre otros), Shannon Forrest (baterista que tocó con Taylor Swift, Willie Nelson y Kenny Rogers, entre otros), John Pierce (bajista durante muchísimos años de Huey Lewis and the News y colaborador de Cher, Mick Jagger y Tom Petty, entre muchísimo más), Warren Ham (multiinstrumentista que fue parte de Kansas y las bandas de Ringo Starr y Donna Summer, entre muchas otras colaboraciones) y Dennis Atlas (tecladista que reemplazó a Steve Maggiora y colaboró con el virtuoso guitarrista Ron “Bumblefoot” Thal, entre otros artistas).
El show en el Arena de Buenos Aires arrancó pasaditas las 21:00 con dos temazos del primer disco para levantar la temperatura desde temprano: “Girl Goodbye” y el inmortal “Hold the Line”. Ya con el público en el bolsillo y el sonido limpio, claro y potente que caracterizaría a todo el recital, siguieron con ese gran tema cantado por Lukather que es “99″ y con “Pamela”, uno de los tantos hits con nombre de mujer que tiene el catálogo del grupo. Pocos minutos habían pasado y ya era seguro una cosa: cuando las canciones son buenas y las interpretaciones son sólidas (y ni que hablar cuando son superlativas, como en el caso de las performances de cada uno de los integrantes de Toto, maestros absolutos de sus respectivos insturmentos) no hace falta una gran puesta en escena ni parafenalia alguna. Quizás consciente de eso, el grupo presentó un escenario simple, casi minimalista, con el logo de la banda con su emblemática espada de fondo y un juego de luces para nada sofisticado ni espectacular.
La noche continuó con un gran solo de teclado a cargo de Phillinganes (uno de los más aplaudidos de la noche, a fuerza de carisma y derroche de talento) al que le pegaron “Burn”, seguida de las powerballads “I’ll Be Over You” y “Stop Loving You”. Después, Lukather le dijo a la audiencia que iba a tocar una de sus canciones favoritas de toda la vida, y se despachó con una excelente versión de “Little Wing” de Jimi Hendrix.
Tras un solo de batería para que se luciera Forrest y sus compañeros descansaran un poco, la banda retornó con una seguidilla compuesta por “I’ll Supply the Love”, “A Thousand Years” (tema del disco The Seventh One jamás tocado en vivo hasta este año), el clasicazo “Georgy Porgy” y “Dying on my Feet”. Después de esas cuatro canciones, Lukather se encargó de presentar uno por uno los músicos, mientras la banda mechaba el segmento con pedacitos de temas que alguno de los integrantes hubiera grabado como sesionista, como “Beat It” de Michael Jackson, “Hakuna Matata”, “I Keep Forgettin’” de Michael McDonald y “The Power of Love” de Huey Lewis and the News, entre otros. Aplausos y, entonces sí, la recta final del show.
Primero vino “Home of the Brave”, cantado por Ham. Luego “With A Little Help From My Friends”, ese himno que en los Beatles cantaba Ringo Starr (cuya banda solista está integrada por varios Toto) pero que ellos hacen en la magnánima versión gospel de Joe Cocker, probando una vez más que gran parte de la magia de la música del grupo reside en sus poderosos coros armonizados. Y, finalmente, esas dos. Las dos canciones por las que el Arena de Buenos Aires se llenó a 47 años de la formación de la banda. Las dos canciones por la que Toto es Toto.
“Rosanna”, obvio.
Y, nos ponemos de pie, “Africa”.
Demás está decir que no hubo bises. Imposible pedirlos y mucho menos tocarlos despues de estos dos megahitazos.
Las luces se prendieron. Salimos a la noche de Villa Crespo. Y todos nos fuimos a comer, a dormir o a lo que fuera sin poder sacarnos esas melodías de la cabeza, como tantas veces antes.
Aguante el AOR.
Aguante Toto.