Un show renovado que pasó por distintos formatos y estilos. De lo íntimo a lo grupal. Ismael Serrano junto a sus músicos viajaron por ritmos variados como el candombe, la bachata, entre otros, sin dejar de lado su particular estilo. El público cantó tanto las nuevas composiciones como las emblemáticas.
La puesta escénica incluyó una tela sobre la que se posaban distintos cuadros de luces, efectos visuales y proyecciones, sumando fantasía a las imágenes que por sí mismas se desprendían de las letras de las canciones, los textos recitados, y las conversaciones que "el prestidigitador de la palabra", como suelen denominar al cantante, sostenía con su público, que colmó la sala ambas noches.
