María Becerra sorprendió esta noche a sus fans con un show muy especial: tocó en el techo de un colectivo que salió desde Avenida Corrientes hasta el Parque de la Innovación, ubicado en el barrio porteño de Núñez, a metros de la cancha de River Plate.
Luego, dará un pequeño recital para un público reducido. Todo el recorrido fue transmitido en vivo desde su cuenta de Instagram.
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La increíble puesta fue para promocionar Quimera, su tercer álbum, que se estrenó el jueves. Según “La nena de Argentina”, es el disco “más audaz, honesto y conceptual de su carrera”.
“Todo lo que escribía me dolía. Tenía ganas de seguir haciendo música, pero todas mis canciones venían desde el mismo lugar”, compartió durante el proceso creativo.
Lejos de dejar de componer, la música volvió a ser su refugio. Se preguntó “¿Cómo escribir desde otros lugares que no fueran solamente el dolor?" Esa inquietud no solo transformó el álbum que originalmente había preparado, sino que la llevó a construir un nuevo lenguaje, un nuevo universo, una nueva narrativa propia llamada Quimera.
Según un comunicado de la discográfica, se trata de un álbum que marcó un punto de inflexión no solo por su nivel de introspección y riesgo conceptual, sino porque convierte el vacío en motor creativo, el dolor en narrativa y la búsqueda interna en canción.
Los personajes que creó María para este trabajo
El mensaje del disco tiene historias personales, ajenas o de personas cercanas que la atraviesan e inspiran. María decidió ir más allá y abrir paso a múltiples identidades. Así nacen sus cuatro alter egos: Maite, la vulnerabilidad, la herida y el amor que enseña; Jojo que se destaca por su brillo y la sensualidad como declaración de libertad; Shanina, la dualidad, el deseo, la intensidad y su energía cambiante y Gladys, la raíz, la verdad cruda, el orgullo por el origen y el barrio.
Cada una de ellas habita tres canciones que exploran géneros, historias, estéticas y modos de sentir distintos, haciendo de Quimera un álbum donde conviven pop, urbano, R&B, salsa, dembow, sonidos experimentales, melancolía, fuego, catarsis y empoderamiento.

Además, Quimera no es solo un álbum de personajes. En el centro del disco, también está la cantante sin filtros. Una quinta voz que no interpreta, no actúa y no se esconde. Son cinco canciones en las que se despoja de toda ficción para hablar del amor, de la verdad, de la caída, de la sanación, de lo que duele y de lo que la salva.
Es el momento del álbum donde “se saca el disfraz” y se presenta en su forma más humana y honesta. El álbum fue producido por Xross, y Marí a participó activamente en la producción de varias de sus canciones, profundizando su exploración sonora y consolidando una nueva etapa de involucramiento creativo integral, presente también en lo visual, ya que gran parte de los videoclips nacieron de ideas originales desarrolladas por ella.


