El 15 de septiembre de 1988, Soda Stereo presentó su cuarto disco Doble vida. Grabado en los Estados Unidos, el trío propuso un sonido distinto a su anterior álbum, Signos (1986), con interesantes arreglos de vientos y una base más funk.
“Picnic en el 4°B”, “En la ciudad de la furia”, “Lo que sangra (La cúpula)” o “Corazón delator”, son algunas de las canciones del trabajo que se convirtieron en clásicos. Por segunda vez en su carrera, Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti volvían a trabajar con un productor. Recordemos que su disco debut, publicado en 1984, Federico Moura, cantante de Virus, había tomado ese rol en el estudio. En esta oportunidad, Soda se puso en contacto con Carlos Alomar, guitarrista de David Bowie.
Para este disco, Soda pensó en Mark Knopler, líder de Dire Straits, pero estaba con problemas de agenda. El segundo en la lista era Alomar, un músico nacido en Puerto Rico que había acompañado a Bowie y que había trabajado con otras figuras como Iggy Pop, Paul McCartney y Mick Jagger, entre otros. Cerati lo había conocido en un local de música en Nueva York, propiedad de un argentino, y al tiempo le mandó unas cintas para conocer la obra de la banda. La respuesta fue “sí”.
La grabación de “Doble vida”
En junio, Cerati, Zeta y Alberti se instalaron en Nueva York para darle vida al álbum. A lo largo de una semana, la banda ensayó junto a Alomar en una sala de Wall Street, al Sur de Manhattan. Luego se trasladaron a Soho, a los estudios Sorcerer Sound y el técnico Andy Heermans se sumó al proyecto.
En esas sesiones también participó el tecladista invitado de Soda, Daniel Sais. The Borneo Horns/Tower Of Power fueron los encargados de agregar la sección de vientos a algunos de los temas.
“Fue una tarea de amor”, describió Carlos Alomar en una charla con La Viola, en 2016. “Eran muy jóvenes y tenían un entusiasmo muy especial que no se podían deprimir. Quería un sonido moderno y con mucho poder, igual al de un grupo en vivo. Un trío tiene que lograr un sonido especial, que sea significante. No puede quedar una guitarra al frente y los otros dos integrantes atrás. Lo pudimos conseguir”, aseguró.
Primero grabaron las bases, con los músicos tocando juntos, para lograr lo pretendido por el productor. Después se sumaron las bases, unas guitarras que tocó Alomar, y las voces de Gustavo Cerati.
“En el borde”, al ritmo del rap
Dentro de ese mundo de estilos que pretendía Soda Stereo por aquellos días, apareció la idea de meter un rap. Por aquellos días, este género sonaba con fuerza en los Estados Unidos y era interesante para el trío tenerlo en una de sus canciones para poder ingresar a otros mercados. Por aquellos días, Soda comenzaba a tener un nombre de peso en Latinoamérica. Del tour de presentación de Signos, por la buena respuesta del público, y lo contundente del sonido en vivo, todo eso quedó registrado en un álbum llamado Ruido blanco.
Finalmente, el rap apareció en el tema “En el borde” (Richard Coleman fue uno de los autores) con la voz de Carlos Alomar. “Tenía un fuerte impacto ese estilo en los Estados Unidos. Me parece que fue Zeta a quien se le ocurrió. Yo no quería, soy rockero y no rapero. Un poco empujado, más unos tragos y sonrisas, bajé las luces y puse esa voz que quedó en la canción”, recordó.
Y agregó: “Era necesario para ese tiempo de que Soda fuera uno de los primeros grupos en hacerlo. Toda esa parte tiene que ver con un grupo que miraba el futuro. No fue solo en el rock, ya que tiene que ver con otros estilos”.
Las primeras sesiones fueron tranquilas, pero el clima fue cambiando con el transcurso de las grabaciones. Cerati quería que cada arreglo sonara como en el demo original. “En algunos aspectos actuaba como si fuera el dueño de la banda, algo que a mí me angustiaba mucho y que terminó afectando la grabación...ser el músico de un solista no era algo que estuviera en mis planes. Seguiría siendo una de las tres partes creativas de la banda”, recordó Zeta en su libro “Yo conozco ese lugar”.
“La preproducción de Doble Vida se diferenció de los discos anteriores, en los que trabajábamos comunitariamente en el estudio, con los temas abiertos y para nada terminados. La comunión entre Gustavo y su grabador de ocho canales produjo un cambio en nuestra manera de desempeñarnos como banda”, agregó el bajista.
Doble Vida salió a la venta con tapa de la diseñadora Tite Barbuzza y Alfredo Lois. La cara de los tres integrantes rodeado de céntricos edificios porteños, todo un emblema para la época.
Sin descanso, Soda arrancó una gira con 25 shows en México y tres shows en Colombia. En noviembre tocaron en vivo algunos de los nuevos temas en el famoso programa de Canal 13, Badía & Cía. El 3 de diciembre de 1988, el grupo se presentó ante 25 mil personas en la cancha de hockey de Obras. El 27 de diciembre formaron parte del festival “Cinco Años de Democracia” que se realizó en Buenos Aires, en el cruce de la Avenida del Libertador y la 9 de Julio, ante 150.000 personas y junto a Luis Alberto Spinetta, Fito Páez, Los Ratones Paranoicos, Man Ray y otros.
“El nuevo disco tiene una mezcla entre el sentimiento de Nada Personal y la musicalidad de Signo. Es el regreso a algo más funky y soul con una temática y un sonido más cercano a Ruido Blanco”, definió Gustavo Cerati sobre Doble Vida. A tres décadas de su salida, canciones como “En la ciudad de la furia”, “Lo que sangra (La cúpula) o “Corazón delator” siguen sonando con mucha fuerza.
Sobre su trabajo con la banda, Alomar concluyó: “La cuestión de Soda Stereo para mí es emocionante. Desde el comienzo de la producción de Doble vida los estuve apoyando en cualquier cosa que necesitaron. Lo que hizo el grupo por la música latina es un orgullo. Como pasó con Bowie, la banda llegó a mucha gente con su obra. Tanto Cerati como Bowie se destacaron por sus letras. Fueron dos gigantes y estuvieron en un nivel tremendo”.