Jorge Drexler mira a través de los vidrios gigantes del primer piso del Gran Rex las marquesinas de la calle Corrientes. “Estoy disfrutando del reencuentro con la ciudad. Hace tres años que no venía a Buenos Aires”, cuenta con emoción a La Viola. La pandemia lo mantuvo un tiempo alejado de la Argentina, un país que visitó desde muy chico desde su Montevideo natal.
En esta oportunidad, el cantautor presentará a lo largo de seis noches su último disco Tinta y tiempo. Canciones que aparecieron en aquellos primeros días de aislamiento, con un mundo cargado de incertidumbre y la dificultad en que se había convertido la vida cotidiana.
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“Hicimos solo un concierto de esta gira. No es lo mismo estrenar en el Gran Rex. Es una caldera de emociones inexplicables. Es enorme la dimensión del teatro y del cariño del público de Buenos Aires. Será una locura. Es un show nuevo, con un escenario que es como una hoja en blanco, con mucho espacio libre y todo el repertorio del disco va a estar presente. Quiero agradecer al público por agotar seis funciones en estos días. Es un sacrificio económico. Hay gente que compra las entradas en cuotas y no lo pueden entender cuando lo cuento en España”.
Con 30 años de historia musical y casi cinco de la salida de su álbum Salvavidas de hielo, Drexler actuará en el centro porteño acompañado por sus músicos. “Hace unas horas llegó mi banda que está formada por tres músicos y músicas. Son un privilegio humano y musical. Las tres compañeras del grupo nunca estuvieron en Buenos Aires. Soy como una suerte de guía. Me estoy juntando con amigos y recorriendo boliches de la ciudad”. El músico actuará en el Gran Rex, el 6, 7, 8, 13, 14 y 15 de mayo, ante una sala con entradas agotadas.
Jorge Drexler y su primer recuerdo de Buenos Aires
“Tomábamos el vapor de la carrera, de noche, y veníamos a visitar a los familiares de mi viejo. Todo me parecía lleno de luces, la calle Corrientes, glamour, ideas, para un tipo que era de Montevideo. Como suele decir Jaime Roos, Montevideo es como Buenos Aires, pero unplugged. Me sorprendía la cantidad de autos. Siempre ocupó un lugar mítico en mi cabeza”, dice haciendo memoria de cada una de aquellas primeras visitas. El descubrimiento de una ciudad fascinante.
“Es fácil es generar ideas en Buenos Aires, pero es a veces difícil de cantarlas por la cantidad de información y estímulos que hay. Entiendo que a mis colegas se interesen por la música de Montevideo porque todo tiene un reposo; las ideas se decantan mejor”.
Y agrega sobre esta visita: “Encuentro que hay un neologismo nuevo como el del género que está muy presente aquí en relación con otros países. Buenos Aires está en la vanguardia de la literatura, el cine y las relaciones humanas. Venir acá es un viaje al futuro”.
- ¿Cuáles fueron tus primeras influencias musicales de argentina?
- Atahualpa Yupanqui entró un poco después. El rock argentino llegó en la adolescencia. Mis grandes referentes fueron Luis Alberto Spinetta, Fito Páez y Charly García, esa corriente sofisticada del rock argentino. El Cuchi Lequizamón y Astor Piazzolla entraron después. Kevin Johansen también es una influencia importante. Pero Les Luthiers fueron los primeros. Una influencia, literaria, musical y artística en general que ha sido indeleble en mi vida. También está de aquellos años María Elena Walsh que fue central en mi vida. La calidad musical y poética de sus canciones. Yo creo que a un niño lo marca para toda la vida. El octosílabo presente en la métrica de las canciones como ‘Manuelita vivía en Pehuajó pero un día se marchó’ y la relación que tiene con el verso. Otra cosa que me marco, antes de lo que la gente piensa, fue la música beat como el Club del Clan o el cantante Heleno con ‘La chica de la boutique’ que escuchaba en la radio. No vengo de una familia de músicos. Mis padres eran médicos.
- Hay una suerte de ironía y humor en tus canciones cercano a Les Luthiers
- En este disco hay una dosis, más que en otros trabajos. Es como una suerte de homenaje a ellos. Está desde la canción ‘¡Oh, Algoritmo!’ que es un tipo de ironía que estaba presente en muchas cosas de Les Luthiers. ‘No dejamos de tener boca y barriga’, esa visión del mundo. Una manera de hablar del pasado con humor. Mi deuda con ellos es enorme. Mi tío me contó que fue el primer concierto que me llevaron a ver. Otro show importante fue ‘Titanes en el ring’ que me marcó mucho. La sonoridad pop y beat de los ‘70. Los arreglos, esas guitarras que sonaban tan especial con la canción ‘Caballero Rojo’. Son cosas que te quedan. Después llegaron Caetano Veloso y Elvis Costello. Pero esas primeras canciones que escuchaste en tu infancia te quedan para siempre.
Jorge Drexler y su momento en “Tinta y tiempo”
Este trabajo -que le da nombre a uno de los cortes- es el producto de un momento de la vida de la humanidad en el que reinaba el caos y la desolación. Según el artista, tomó el agua y el barro, transformó el caos y la desolación, y lo convirtió en milagro: un nuevo disco, una nueva canción que merecía venir al mundo para ser cantada por otros.
Sobre la canción que le da nombre al álbum, Drexler destaca la importancia de la “consonancia entre las dos palabras”: “Tinta y tiempo”. “Hay un juego musical y métrico. Sonoridades parecidas. No soy un poeta, soy un escritor de textos de canciones. Escribo en cuestión en función de la música. Después viene todo el resto, como el significado metafórico de la tinta como acto de creación. La hoja en blanco que uno va trazando.
Ese concepto que describe el autor está también en el arte de tapa que fue diseñado por el estudio Naranjo-Etxeberría, con un relieve que está inspirado en la escultura clásica y en la idea del lienzo en blanco. En el interior encontramos una explosión de colores que la naturaleza esconde tras la luz. El diseño del disco físico, a color, junto con la elección de la tipografía, completan la idea central de la obra. “Tiene que ver con la pandemia donde dejamos de tocar las superficies”, apunta Jorge Drexler.
Las nuevas generaciones, los sonidos y un hijo músico
Dentro de los invitados -están Rubén Blades, Noga Erez, Martín Buscaglia- aparece C. Tangana, una figura importante dentro del ambiente español. “No hay mucho reggaetón o trap en este disco. Hay una voluntad mía de no practicar la neofobia, el miedo a lo nuevo, la discriminación etaria. No escuchar la música de un grupo humano porque tiene una edad diferente que la tuya es una variante de la discriminación. No es evidente como otras discriminaciones”, ensaya el músico.
Y agrega sobre este paso del tiempo: “Nuestra generación lo primero que nota es que ya no es dueña ni de la sexualidad de la ciudad, en el sentido de que no participa de esa suerte de Eros que recorre las calles. Lo primero que hace es desconfiar de esa relación que tiene una generación con la alegría, el amor, el placer y la diversión. Aparece esa frase que escuché mucho decir: ‘música era la nuestra’ . Es un acto egocéntrico. Dentro de ese combate, de no tratar de ser una persona que se mira el ombligo está la idea de escuchar lo que dice otras generaciones”.
Sobre la participación de C. Tangana, Dexler aporta: “No era ir a buscar a cualquiera. En ese recorrido te cruzás con un tipo como él que escribe, como escribe, que tiene una visión estética muy consolidada, que le gusta experimentar y que por casualidad le gusta también lo que yo hago. Es determinar un trabajo en conjunto. Hacer una integración y tomarse con respeto a una generación. Personas que tienen algo por aportar y no solo traer un ritmo.
- Tu hijo también eligió el camino de la música
- Es un maestro para mí. Él no depende de mi carrera. Soy un testigo feliz. Ahora está de gira con C. Tangana. Disfruto desde afuera, sin participar de su proyecto. Creció entre músicos. Escuchó mucha música en casa. A los padres les gusta trabajar con sus hijos, pero es más duro para ellos. Hay que dejarlos afuera de tus dilemas profesionales.
La pandemia y la aparición de la canción “Codo con codo”
En los primeros días de marzo del 2020, Drexler canceló sus shows en Costa Rica por la aparición del coronavirus. “Yo me enfrento a estas angustias escribiendo y agarrando la guitarra”, contó por aquellas horas.
“Me desperté en San José, Costa Rica, con la sensación evidente de que íbamos a tener que posponer los conciertos. Yo me enfrento a estas angustias escribiendo y agarrando la guitarra”, publicó en su cuenta de Twitter.
El cantante compartió una canción llamada “Codo con codo”, en relación con la forma que había que saludarse para evitar el contagio. “Ya volverán los besos, los abrazos. Si te encuentras un amigo, salúdalo con el alma”, decía en uno de los párrafos”.
“Fue una necesidad espontánea”, responde después de dos años. “Cambiaba todo minuto a minuto. A la mitad de la mañana tuvimos que cancelar los conciertos. Se estaba montando todo en el teatro y empecé a escribir una canción como un protocolo. Si te encontrabas con un amigo en la sala lo tenías que abrazar con el alma. Fue una canción de despedida y ya volverían los abrazos.
- Tus estudios de medicina fueron importantes para entender lo que estaba pasando
- Había algo epidemiológico que se veía venir. Lo descubrí en los viajes en Madrid o en Milán. No había manera de contener un virus respiratorio. Me sentí con esa responsabilidad, ya que era algo serio y había que meterse en casa. Muchos creían que era una enfermedad de la gente que viajaba.
Jorge Drexler y el recuerdo de su premio Oscar
En el año 2005, el artista se quedó con un premio Oscar por “Mejor Canción Original” con “Al otro lado del río”. La estatuilla se la entregó uno de sus ídolos musicales. Fue por la banda sonora de “Diarios de Motocicleta”.
“Fue una sorpresa inexplicable. Una maravillosa exageración. Una desproporción gloriosa que no sé cómo explicar. Trato de no tomarlo muy en serio”, recuerda sobre aquel momento que impulso su nombre a nivel internacional.
“Mi carrera tuvo una curva que pegó un salto en dicho momento, pero después volvió a tomar su dimensión. Lo más importante es que hay gente que compra una entrada para verte y esa posibilidad que uno tiene en sacar un disco”, concluye emocionado y con ganas de mucho más por venir.