Ni viajes, ni ropa cara o autos de lujo. Walter Olmos tenía un solo sueño que el destino no le permitió cumplir. Anhelaba fundar un comedor y merendero para los nenes de bajos recursos. Dos décadas después de su muerte, esto se hizo realidad.
Su hermana Silvina habló con La Viola sobre este proyecto que siempre quiso llevar adelante junto a un grupo de mujeres. Por diferentes motivos la inauguración se fue dilatando, pero ya es hecho y necesitan de mucha ayuda para alimentar a las más de 150 personas que van por día.
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“Somos doce chicas que estamos trabajando en esto. El comedor se llama ‘Walter Olmos, chicos de la calle’. Empezamos el 7 de febrero sin nada. No teníamos cocina ni elementos, tampoco mercadería. Pero apareció un señor que nos ofreció unos anafes baratos y los compramos. La mercadería salió de nuestro bolsillo”, sostuvo.
El comedor “Walter Olmos, chicos de la calle” necesita ayuda
La hermana del cuartetero aseguró que tienen cupo para solo 150 personas, pero que son muchas más las que se acercan en busca de un plato de comida. “No estamos teniendo ayuda del Gobierno, solo de la gente. Las ollas son prestadas, y en el Mercado de Abasto de Catamarca siempre nos colaboran”, expresó con preocupación.
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Silvina está convencida de que, desde algún lugar, Walter está feliz por ver su sueño hecho realidad: “Seguro nos está ayudando desde arriba. Es como si él hubiera enviado a la gente que se acercó a hacernos donaciones”.
Mientras espera que las autoridades pongan un granito de arena, tanto ella como las otras mujeres continúan atendiendo de lunes a viernes a quienes más lo necesitan. Los sábados no tienen descanso. Ese día hay merendero y la fila cada vez se hace más larga. “Si alguien tiene algo para dar podemos acercanos en moto”, concluyó esperanzada.
Para ayudar, comunicarse al 3834 50- 4589.
La muerte de Walter Olmos
Walter Olmos murió de un disparo en la cabeza en la madrugada del 8 de septiembre de 2002. Los testigos aseguraron que se encontraba jugando a “La ruleta rusa” junto a un grupo de amigos, con quienes gatilló el arma en reiteradas oportunidades hasta que la bala salió.
“Le habían regalado un arma en Catamarca y la trajo a Buenos Aires. El arma era un calibre 22. Tantas veces la gatilló, que bueno... se gastó la bala. Antes de ponérsela en la cabeza, le había gatillado a tres músicos. Estaba en su habitación comiendo pizza antes de salir a trabajar. Jugando con el arma, pum, pum, pum. ‘¡Para, loco!’, le dijeron. ‘No pasa nada’, respondió. Hasta que se mató”, comentó hace cuatro años el representante José Luis Gozalo en su visita al programa de Mirtha Legrand.
