Un buen tipo. Eso es lo primero que se me ocurre decir de Chano. Sensible, empático, cariñoso, intuitivo, creativo, amable, respetuoso. Siendo todo eso, a veces siente que vale muy poco. La soberbia, de la que él mismo se hace cargo, es solo el disfraz de una autoestima lastimada. Cuando estaba arriba, estaba muy arriba; pero cuando estaba abajo, caía demasiado profundo. Ser ídolo trae aparejado muchas cosas. En primer lugar, hacerse cargo de un rol que implica, erróneamente, ser feliz. Porque confundimos éxito con felicidad. Éxito como sinónimo de una vida resuelta: “La que habrá hecho con estas canciones”. Éxito por el aplauso vibrante y tumultuoso, aunque por dentro el corazón esté todo roto.
La pantalla, el escenario, las redes sociales, un mundo de fantasía que lo acapara todo. Que te hace sentir un Dios y también te hace arrastrar por el infierno. Las sombras, la oscuridad, las lágrimas, la fragilidad se vuelven carne puertas adentro y lo que parecía un pasillo se transforma en un laberinto sin salida. Y aparecen los demonios: los de antes, los de ahora, los creados, los reales.
Necesitás ayuda, pero tampoco sabés recibirla. Porque también nos hicieron creer que la ayuda es sinónimo de debilidad. Querés salir, pero al mismo tiempo parece que hicieras fuerza para ahogarte. ¡¿Pero si sos un buen tipo cómo vas a sentir todo eso?! Porque los buenos tipos suelen ser también los más sensibles. Los buenos tipos, cuando son felices, son felices desde el alma. Pero cuando se derrumban, no queda nada (o casi nada). Sufren más, porque lo sienten más y el dolor transforma todo lo bello en miseria y solo hace que se dañen más y más y más.
El hombre sensible y terrenal lucha por su vida tras haber recibido el balazo de un policía de la bonaerense en su casa de Exaltación de la Cruz. Como consecuencia del disparo, tuvieron que extirparle varios órganos. En las últimas horas le retiraron el respirador y le bajaron la sedación.
Mientras tanto, está Chano, el hombre que reconoce sus demonios cuando la cabeza lo deja descansar un poco, cuando la ansiedad y algún que otro fantasma lo dejan un poco en paz. Y ahí aparece la sonrisa, el abrazo, las canciones o los te quiero mucho. Porque a Chano le encanta decir “te quiero” y porque ahora, somos nosotros los que queremos decirle, Chano, te queremos. Mejorate. Te esperamos.